domingo, 10 de agosto de 2025

Los montes (Forcarey, Pontevedra)

 La olla enterrada con monedas de oro que aparece en la película Sempre Xonxa de Chano Piñeiro tiene un referente mítico en la tradición oral de Forcarei. Los castros de Terra de Montes están envueltos en historias mágicas que el cineasta local versionó en su obra cinematográfica. La de la ninfa Loureiriña, recogida por el historiador y escritor forcaricense Francisco Rozados Rochi en su estudio global sobre la comarca de Terra de Montes, es una de ellas. La historia habla de una hermosa ninfa rubia que bajó del castro de Loureiro para ir a mirarse en las cristalinas aguas del Lérez a su paso por Ponte do crego. Hechizada por la belleza de la frondosa robleda, se quedó dormida en ella. De cuando en cuando se despertaba y se aparecía a los caminantes. Un día de San Juan, un mozo habló con Loureiriña y ella lo condujo hasta una cueva colmada de oro, que tenía la puerta a flor de agua. Allí había llaves, vasijas, cucharas y platos, todo de oro. Incluso una gallina que ponía huevos del preciado metal. No obstante, Loureiriña advirtió también al hombre de que en su dorado hogar tenía una puerta con una llave de brea que quemaría a quien se aproximase al tesoro sin permiso. La leyenda es similar a la de la olla de oro que Chano Piñeiro inmortaliza en su mítico filme, pero no es la única que han dado los montes de la zona. Otra muy sonada y que aún permanece en el acervo folclórico de la parroquia es la de la maldición de la sangre, que relata el establecimiento de las primeras poblaciones en Montes. Según cuenta, cuando los primeros pobladores de los castros, que se asentaron en las Rías Baixas, comenzaron a colonizar el interior, se originaron enfrentamientos entre los habitantes de los distintos castros, en los que se producían robos de ganado y raptos de mujeres. Se dio la circunstancia además de que determinadas mujeres, después de haber tenido un primer hijo sin trabas, presentaban anomalías en el segundo parto que provocaban la muerte del niño o su nacimiento con taras físicas. La superstición llevó a los pobladores a interpretar que las mujeres estaban hechizadas y, para evitar esta plaga, resolvieron enviarlas bien lejos junto con su prole y con algunos hombres conflictivos. El destino de los proscritos fue precisamente Terra de Montes, dónde se esperaba que la ruda naturaleza acabase con los apestados. Sin embargo, la caza de los montes y la copiosa pesca de los ríos hizo prosperar a la comunidad. Conscientes de la tara que los había obligado a abandonar sus primeras moradas, los pobladores praticaron una endogamia terapéutica que prohibía los emparejamientos con habitantes de otros lugares para evitar problemas con la descendencia. Según la leyenda, siempre que no se respetó esta prohibición, el segundo hijo no llegaba a nacer o lo hacía con defectos, manifestándose así la maldición que pesaba sobre ellos. La leyenda enlaza con la realidad. Parece ser que aún hoy en Terra de Montes hay prevalencia respecto a otras zonas de habitantes con RH negativo y la ciencia actual dice que una mujer con este grupo sanguíneo puede tener sin dificultades su primer hijo con un varón con RH positivo. Sin embargo, si el bebé tiene el mismo factor sanguíneo que el padre, generará anticuerpos en la sangre materna que más tarde impedirían el desarrollo normal de un segundo hijo con RH positivo. Leyenda y probabilidad científica confluyen.

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