Apolonia
es un nombre femenino de origen griego que significa Hija del Sol en honor al
dios Apolo, y también es el nombre de nuestra protagonista. Su historia tiene
más de leyenda que de relato, pues disponemos de pocos datos fiables, y así
cuenta la tradición que esta joven llegó a Ciudad Real como esposa de un alto
funcionario de la Administración Pública. Era hija de un rico hacendado de
Extremadura, mientras que su marido pertenecía a una familia acomodada de
Toledo. Se cuenta de él que era un hombre honesto, de fuerte carácter, amigo de
llevar siempre la razón, y que encontró esposa ya entrado en años y por
conveniencia social.
La
belleza de Apolonia motivó al esposo a contratar a un afamado artista local
para pintar su retrato, y este acabó enamorándose de la modelo. La agitada vida
política de la época quiso que nuestro anónimo marido muriera de un disparo en
uno de sus viajes a Madrid, y Apolonia enfermó y murió a los pocos meses de
enterrar a su marido. El artista esculpió entonces un magnífico sepulcro que
custodiase el cuerpo de su amor platónico, y el paso del tiempo se llevó la
historia completa.
Hace
mucho tiempo que ningún familiar atiende el cuidado de esta lápida de corte
romántico, pero la belleza del monumento fúnebre lleva a algunas visitas a
depositar flores entre las manos y a los pies de la joven, porque La belleza no
hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla, decía Hermann
Hesse.
Que
descanse en paz la bella Apolonia, y recuerden la enseñanza de Antonio Machado:
La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es
y cuando la muerte es, nosotros no somos.
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