En
uno de los barrios que pertenecía a los moros, vivía la mora más bella, la cual
se enamoró de un soldado del ejército cristiano.
Su
amor era secreto, se veían a escondidas por una ventana de la casa de la mora
ya que cualquier contacto entre culturas estaba prohibido.
El
padre de la mora, quería casar a su hija con un moro joven que había pedido su
mano, pero ella se negó y lo rechazó. Por lo cual, el joven moro empezó a
investigar por su cuenta porque le había rechazado y comenzó a velar por las
noches.
La
pareja planeó casarse para que nadie les pudiera separar por tanto buscaron a
un cura para que la convirtiera al cristianismo y así una noche escapar y
casarse.
La
torre mangana que en aquella época antigua era el principal reloj de la ciudad
les sirvió para sincronizar sus planes, acordando que al sonar el reloj, irían
a buscar al cura que les uniese como matrimonio cristiano.
Cuando
aquella noche empezaron a tocar las campanas, salieron en busca el uno del
otro, pero el moro con el que se iba a prometer, que velaba por las noches,
reunió a un grupo de moros que atacaron y mataron al joven soldado. La mora se
quedó esperando en la hoz, y nunca pudieron reencontrarse.
Con
el tiempo la mora se enteró del porqué su enamorado cristiano no acudió a la
cita e intentó suicidarse, para estar junto al soldado en el cielo. Lo impidió
el cura amigo presente en la misma habitación, advirtiéndole que el suicidio
estaba prohibido para los cristianos y que de esa forma no se reuniría con él
en el cielo. Dicen que la mora se murió de amor en el Cerro de la Doncella,
donde quedó con el cristiano y sus ojos miran al Casco Antiguo desde el sitio
donde está esperando.
También
se dice que después de convertirse al cristianismo, como no podía volver con su
familia ni estar con su amado, se fue al convento que está en la calle San Pedro
y allí permaneció hasta el fin de su vida.
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