La
leyenda trasmitida por tradición oral cuenta que en tiempos de Alfonso VI,
cuando arrasó la población mora del poblado de La Mezquitilla, cercano a la
torre, un moro superviviente andaba errabundo, oraba en el llamado cerro El
Moro (al sur de Sonseca) y guardaba a su hija en la Torre Tolanca. Esta bella y morena mora salía a lavarse a la
cercana fuente de la "Boticaria". A los atardeceres subía a lo alto
de la torre y mientras se peinaba, cantaba lastimeramente su desdicha. Los
pastores, que por allí apacentaban su ganado, quedaban embobados por la voz
sensible y suave de la muchacha.
Uno de estos pastores, apuesto galán, se acercó a la torre y se enamoró de ella, comenzando así un romance entre ellos. Todos los días la visitaba a la misma hora y le enseñaba la doctrina cristiana para poder casarse con ella.
Un día tomando agua de una oquedad con una vasija, trepó por el muro de la torre hasta llegar a la doncella, le colgó una medalla de la Virgen del cuello, ella se arrodilló ante el zagal, y la butizó poniéndola por nombre Soledad.
Uno de estos pastores, apuesto galán, se acercó a la torre y se enamoró de ella, comenzando así un romance entre ellos. Todos los días la visitaba a la misma hora y le enseñaba la doctrina cristiana para poder casarse con ella.
Un día tomando agua de una oquedad con una vasija, trepó por el muro de la torre hasta llegar a la doncella, le colgó una medalla de la Virgen del cuello, ella se arrodilló ante el zagal, y la butizó poniéndola por nombre Soledad.
El
pastor le pidió que se casara con él. Ella accedió y el mozo en su contento
hizo un desafortunado movimiento, resbaló y no pudiendo asirse a ningún
agarradero, cayó sobre las duras piedras y se mató ante la mirada atónita de la
mora.
Desde entonces, la mora nunca volvió a cantar, sólo lloraba amargamente sobre la roca su desdicha.
Desde entonces, la mora nunca volvió a cantar, sólo lloraba amargamente sobre la roca su desdicha.
También
se cuenta, que en esta Torre Tolanca estaba la entrada de unas galerías
subterráneas que cominicaba con el castillo de Almonacid o con la cueva del
Quinto del Judío, en las faldas de Los Montes de Toledo.
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