Hace muchos años, contaban nuestros abuelos, allá
en tiempo de los moros, había en Brihuega un hidalgo llamado D. Alonso de
Medina. Era hombre de parcas rentas, pero vivía muy feliz en su casa solariega
junto a su bella hija, la más linda y preciosa doncella nacida jamás en la
Alcarria, a la que las crónicas dieron en llamar Elisa.
Dedicaba mucho de su tiempo el hidalgo a narrar, no
sin pizca de exageración, en alegres 'tertulias -las mil batallas en las que su
espada había desmochado cabezas de moros, sus piernas escalado castillos o sus
manos, arrancado pendones.
Poseía D. Alonso junto al Tajuña un huerto donde
cultivaba amén de las rosas más bellas de la Alcarria, las más ricas hortalizas
de esta vega. Allí, en un recodo del rio, en un remanso escondido en el que
crecían robustos chopos y cubrían algas y eneas, al abrigo de unas peñas que
impedían las miradas indiscretas, tenía la bella Elisa el lugar propicio para
refrescar su hermosura en las aguas claras y cristalinas del Tajuña.
Todos los buenos mozos de Brihuega, que eran
muchos, estaban prendidos de los encantos de la joven, no menos que los niños
admirados de las proezas del hidalgo. Pero he aquí que en aquel entonces los
moros eran dueños del castillo y su alcalde, llamado Abul, hombre de taimada
cabeza, se enamoró de la doncella y quiso conseguir por la fuerza, lo que nunca
podría alcanzar de buen grado.
Contaban nuestros abuelos que cuando un día la
casta y bella Elisa se disponía a tomar un baño, abalanzose el taimado moro
sobre ella, como bestia feroz sobre su presa. Rápidamente respuesta de su
sorpresa defendió con uñas y dientes su pureza. El moro Abul, ciego de rabia
por el despecho hundió su puñal en el cuerpo hermoso que cayó abatido sobre una
piedra que la sangre tiñó de color bermejo.
El moro Abul al ver la belleza muerta se arrojé al
rio y es fama que el diablo se llevo su alma a los infiernos.
EI hidalgo D. Alonso murió de pena y los brihuegos
recogieron aquella piedra, teñida con Ia sangre de la bella, y la pusieron come
piedra angular del castillo, que desde entonces se llama 'DE LA PIEDRA
BERMEJA'.
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