Corría
el año 1994 cuando una familia se
mudó a una nueva casa en el municipio de Algete, al norte de Madrid.
Esta
familia empezó a vivir situaciones extrañas en los primeros días de vivir en su
nueva casa. Lo más destacado que cuentan es la historia de sus tres perros que
vivían con ellos, que fueron
muriendo en condiciones extrañas: uno de ellos murió por caerse por el
hueco de la escalera y otro de comer mucho jamón.
La
familia afirmaba que en su casa se cambiaba la tele sola, sin que nadie
estuviera en el salón o que veían manchas de humedades en la pared sin que
hubiera tuberías por esa zona: estas manchas tenían formas de labios. La
familia se informó y conoció que en ese lugar nunca había habido un cementerio,
una iglesia o algo parecido. Pensaron
en los duendes o en espíritus, pero nunca en gnomos.
Fuera
verdad o mentira el hecho es que la mujer dijo que una noche vió a tres
pequeños duendes de unos 50 centímetros, con su gorro rojo, hablando entre
ellos, sin que ellos se dieran cuenta. A los pocos días vió a un perro
corriendo detrás de “algo” que no era un gato ni un ratón. Los vecinos de esta zona de Algete también
afirman haber visto gnomos en sus casas.
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