Un
hombre iba de noche en automóvil por la carretera de Majadahonda y se detuvo a recoger
a una muchacha que hacía auto-stop. La joven le pidió que la llevase a Madrid,
subió al coche y se acomodó en el asiento trasero. El automóvil reemprendió la
marcha por un tramo sinuoso y al
llegar a una curva pronunciada la muchacha rogó al conductor que
disminuyera la velocidad, le advirtió que tuviera cuidado porque aquella era
una curva peligrosa. El conductor la tomó prudentemente y cuando volvió al
cabeza para decir algunas cosas a su pasajera se dio cuenta, con asombro, de
que ya no se hallaba en el coche: se había evaporado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario