Dice
la tradición que antiguamente El Tiemblo sufría continuas inundaciones en las
épocas de lluvia con grave peligro para la vida de sus moradores, la de sus
ganados y el temor a perder sus casas y cosechas. Para tratar de encontrar
remedio a tal situación, los vecinos se reunieron con el párroco y después de
varias deliberaciones y propuestas entendieron que no debían cambiar el lugar
de asentamiento del pueblo, sino tomar a algún santo por abogado y protector
que les librase de tantas penalidades.
Con
esta proposición se reunieron con las autoridades a fin de nombrar patrono de
la villa. Introdujeron en un cántaro los nombres de los santos que a cada uno
se les fue ocurriendo y a continuación la mano inocente de un niño procedió a
sacar las papeletas o células, que así se llamaban. La primera en
aparecer tenia escrito "San Antonio de Padua", lo que les sorprendió
y extrañó; porque ninguno, según confesaron, había introducido el nombre de ese
santo, que era totalmente desconocido para ellos. Dos veces más repitieron la
operación y el resultado fue idéntico. Entonces comprendieron que era el santo
el que se brindaba a ser patrono de la villa, por lo que decidieron acogerse
bajo su protección.
La
tradición continúa diciendo que desde aquel día las tierras tembleñas se vieron
a salvo de los riesgos y peligros de las inundaciones.
Y
en costumbre se ha convertido implorar al Santo en momentos difíciles o sacarle
en procesión en las épocas de pertinaz sequía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario