“En
el camino que va de Valdejimena a Horcajo, a unos trescientos metros del
Santuario, había hace cerca de 70 años una encina ‘santa’, cargada de
solemnidad y de misterio”, escribe José Sánchez Vaquero. La Encina de los
Remiendos desapareció un día. Desde 1981 una Cruz de hierro recuerda el lugar
donde se encontraba. La encina de la aparición también se conocía como la de
Juan Zaleos, que fue el pastor del ‘Romance Popular de Valdejimena’, de una
gran riqueza en detalles y reflejos populares, al que se apareció la Virgen, o
el que la encontró en la encina.
El
pastor Juan Zaleos observa que un toro de nombre ‘Romo’ se aleja del resto y se
postra ante una encina. Cuando el pastor se acerca para interesarse por el
animal descubre la imagen de la Virgen. Antes de regresar al pueblo a contar lo
que acaba de ocurrir toma la precaución de hacer una señal en la encina para no
equivocarse al regresar con los vecinos del pueblo. Se llevan la imagen al
pueblo y la colocan en la iglesia parroquial, pero la día siguiente descubren
sorprendidos que ha desaparecido la imagen. Vuelven a la encina y allí se
encuentra. Para ellos, la lección estaba clara, la Virgen quería que se le
hiciese un Santuario donde estaba la encina.
Además
de los días festivos del año en que el Santuario celebraba con cierto esplendor
los cultos, como Navidad, San José, la Pascua de Pentecostés, dos han sido los
días en que se celebraba la fiesta principal, también conocida como ‘romería’,
el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen, y desde el año 1976,
el 15 de agosto. Asunción de la Virgen. Pero ahora prevalece sobre todas las
demás fechas, el domingo de Pentecostés –es decir, hoy-. Varios miles de
personas se congregan cada año en torno a su Virgen. Antiguamente se buscaba en
ella la protección contra la rabia. También se acudía a ella en épocas de
sequía, como recuerdan los versos de una oración cantada:
Virgen
de Valdejimena,
tú
que tienes el poder,
quita
el candado a las nubes
para
que empiece a llover.
Al
igual que en El Cueto o Buenamadre, se echan en falta los festejos taurinos que
se celebraban antaño, la coqueta plaza sigue intacta a la entrada del
Santuario, pero faltan la disposición, los dineros y los permisos que son muy
caros. Como recuerdo de aquella época, cuando no se andaban con ‘medias tintas’
para el festejo, algunos años llegaron a tener, 8, 10 y hasta 16 toros, en el
año 1883 un torerillo de nombre ‘Cachucha’ fue muerto por un toro. Las coplas
populares se encargaron de inmortalizarle y que aún me las cantó un anciano de
Horcajo:
Ni
los toros de Juan Sánchez
Ni
los toros de Zapatero
Igualan
a los de Antonio
Que
matan a los toreros.
En
la actualidad, y gracias a la profundización de estas devociones religiosas
populares, la fiesta de Valdejimena es un símbolo de recuperación de las raíces
de un pueblo. Para los habitantes de la comarca es un signo de identidad
cultural, social y religiosa.
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