Una mujer del pueblo
llevó a su hijo recién nacido al médico, porque el niño no cogía peso. El
médico dijo que el niño estaba desnutrido y que no se alimentaba. La madre
contestó que eso era imposible, que ella le daba el pecho todas las noches y le
sentía succionar.
La vida del niño corría peligro; los vecinos del pueblo se preocupaban y pensaban que ocurría algo, por lo que una noche, antes de que la madre alimentara al niño, echaron cenizas por el suelo del cuarto. Cuando entraron vieron por el suelo el rastro de un reptil, que llegaba hasta donde estaba la madre.
A la noche siguiente esperaron al reptil y le mataron. Era una culebra común, de las muchas que había por el pueblo.
También observaron que mientras ella se alimentaba del pecho de la mujer, metía su cola en la boca del bebé para que no llorara.
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