Cuentan
las gentes de Cuéllar que antes de edificarse esta casona que alberga el
Apartahotel Santa Marina, se ubicaba en su lugar un caserón de los antiguos,
propiedad de un hidalgo de la villa que tras involucrarse en varias revueltas
fue desposeído de todos sus bienes, entre los que se encontraba esta casa, que
a partir de entonces se convirtió en posada, para dar morada a los viajeros que
sus pasos trajeran hasta esta villa castellana.
A
lo largo de los siglos pasaron por ella muchas gentes de muy variada condición:
señores, hidalgos, curas y frailes, soldados, peregrinos, buhoneros, arrieros,
amantes, recién casados, mendigos, tratantes y feriantes, gentes de la
farándula, pobres y ricos. Quienes pregonaron por otras tierras el bienestar de
sus estancias, cocina, bodega y establos y pronto adquirió fama: la posada de
La Estrella de la villa de Cuéllar.
Muchos
años y siglos pasaron en los que la posada La Estrella daba cobijo en sus
aposentos a propios y extraños que en su caminar hacían fonda en Cuéllar, hasta
que posada fue perdiendo esplendor y fue languideciendo, quedando el caserón en
desuso.
En
el siglo XIX, llego a la villa un joven industrial, don Feliciano Quemada,
quien compró la antigua posada y construyó en su lugar una nueva casa de estilo
modernista propia de la burguesía de la época, para vivir en ella con su
esposa.
Ha
querido el tiempo, que tras muchos años, los nuevos propietarios del edificio,
haya decidido albergar en él una nueva hostería, en este caso en forma de
apartahotel, volviendo a dar a la propiedad el mismo uso que ha tenido durante
muchos tiempos, alojando en sus aposentos a cuantos viajeros se acerquen a
Cuéllar.
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