El siguiente suceso tiene
lugar en el pueblo vallisoletano de La Seca y salta a la luz pública
en diciembre de 1971 cuando los periódicos publican la noticia de que un niño
de alrededor de un año de edad, José Amalio de Rojo, había sido
ingresado en la clínica Onésimo Redondo de Valladolid con
numerosas agujas saeteando su cuerpo. La principal sospechosa de tan horrible
acto era su propia madre que usó al niño para la práctica de sus actos de
brujería. Así lo aseguraban los periódicos que en un principio implicaron
también a la tía, pero lo cierto es que aquella mujer, conocida como la Petruca,
era una alcohólica con graves trastornos mentales.
Al ser detenida la mujer
culpó a su hija Pas, de tres años de edad, de ser la responsable de tan
cruel acto pero ante la presión de los interrogatorios acabó confesando.
El médico rural, José
Molinero de Dios, quizás cansado ya por las continuas revisiones médicas al
niño, su continuo llorar, sus persistentes vómitos e infecciones y la
indiferencia de la madre hacen que tome la decisión de que sea ingresado en la
residencia sanitaria de la capital. Las radiografías realizadas a aquel pequeño
cuerpo mostraron 27 agujas, algunas con más de 10 centímetros de longitud y
otras partidas, que atravesaban partes vitales de la anatomía y era mortales de
necesidad. Mortales pero el niño estaba vivo. Había 4 agujas incrustadas en su
cerebro, otra en su espina dorsal, sus pulmones, abdomen...
Ante tal barbaridad las
autoridades obligaron a que el resto de los hermanos de Amalio (Paz,
Carlos, de 6 años, y Daniel, de 8) fuesen también explorados pero ninguno
presentaba evidencias de haber sufrido tal cuadro de atrocidad.
Los propios médicos que
estudiaron su caso no se explicaban la fortaleza física del pequeño y mucho
menos cómo las manos de una persona inexperta habían conseguido introducir
tantos objetos dentro de un cuerpo sin provocar la muerte. Estaban obligados a
solventar de la manera más rápida la situación. Más de 3 operaciones (la prensa
de olvidó del caso a partir de la tercera operación, cuando aún quedaban seis
agujas en su cuerpo) fueron necesarias para sacar todos los objetos punzantes.
El niño finalmente fue dado en adopción y la madre
condenada a permanecer ingresada en un psiquiátrico hasta su total curación. A
finales de 1973 estaba en la calle.
A dia de hoy se desconoce si el niño de la seca sigue vivo... aunque hay rumores de que la familia se cambio de residencia y dejaron la casa deshabitada.
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