A
principios del siglo XI Fernando I comienza la Reconquista de la Península
Ibérica, pasando a la historia por sus campañas de las que las crónicas
aseguran que nunca fue derrotado. Entre las tierras reconquistadas se encontraba
la ciudad de Zamora, la cual reconstruye y repuebla.
A
su muerte reparte su reino entre sus cuatro hijos, dejando a su hija Urraca el
feudo de Zamora, refiriéndose a la ciudad en su testamento como “la bien
cercada”.
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