Cuenta
la leyenda que la cabeza de piedra existente en la parte superior de la portada
sur de la Catedral de Zamora es la de un ladrón que entró a robar en el templo
y cuando quiso escapar quedó allí atrapado.
Allá
por el siglo XII, cuando las obras de reconstrucción de la Catedral estaban muy
avanzadas y a punto de acabar, el prelado donEsteban recibió un
importante donativo que envió el rey en sendas cajas con monedas y alhajas que
el soberano y su hermana doña Sancha aportaban para el nuevo
templo.
Un
noble llamado don Diego que presenció la llegada de aquel
tesoro, cegado por la codicia, preparó el robo escondiéndose entre las piedras
de la puerta del sur. Cuando al llegar noche todo quedó a oscuras, se dirigió
sigilosamente al claustro violentando la puerta del tesoro sin que se
apercibieran los canónigos allí dormidos. Fue sacando uno por uno los saquitos
de alhajas y doblones y los arrojaba por el hueco que había para dar luz a las
obras. Los compinches que esperaban abajo los cogían en el aire y cargaban en
las mulas que tenían preparadas.
Cuando
el ladrón dio por terminada la operación, se asomó al hueco para saltar por él
y entonces se obró el tremendo prodigio. Apenas metió la cabeza por la
inacabada ventana, las piedras se apretaron hasta ceñirle el cuello como un
dogal. El cuerpo cayó a tierra y la cabeza quedó asomando en el hueco. Los
escuderos huyeron con el tesoro por las orillas del Duero y allí quedó la
cabeza del ladrón.
A
la mañana siguiente el obispo Esteban dio orden de que se enterrara el cuerpo y
la cabeza quedó allí para lección y escarmiento. Pasados los días la cabeza se
fue endureciendo hasta convertirse en una piedra más de la fachada.
Pocos
días después se rescató el tesoro y los escuderos cómplices fueron colgados de
un poste. Ahí queda la leyenda del robo sacrílego y en la portada meridional,
también conocida como Puerta del Obispo, continúa la cabeza de piedra con un
rictus de espanto que ha dado origen a la narración.
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