Cuenta
la leyenda que una mediana embarcación que se adentró en altamar en una costa
española comenzó a hundirse debido a una enorme tempestad. Aunque el
hundimiento del barco era ya inevitable, el Capitán de la tripulación se
encomendó a Cristo crucificado y se puso a rezar, pidiendo por las vidas de sus
compañeros. Entonces en la vela del barco, primero el Capitán y luego todos,
vislumbraron la imagen no muy nítida del santo rostro de Cristo; era un rostro
que proporcionaba fuerza, coraje y también serenidad. Ya con la mar en calma,
el Capitán y sus tripulantes quedaron tan impresionados por el milagro que
intentaron alcanzar esa imagen que se iba alejando, y casi hipnotizados por
ella, abandonaron la embarcación, que se perdía ya en la lejana tempestad. En
el intento de llegar hasta la imagen que les guiaba, nadando y nadando,
llegaron hasta la orilla casi sin darse cuenta. Los pobres hombres no sabían
cómo agradecer lo que el Señor había hecho. Entonces, el Capitán recordó que en
la alentadora imagen, aquel Cristo que descansaba su cabeza sobre su hombro
derecho no tenía potencias. Por ello, con su tripulación como testigo, el
devoto Capitán marinero juró buscar por todos los rincones de España hasta
encontrar esa misma imagen salvadora, y regalarle unas potencias de plata de
ley. El marinero obsesionado empleó años de su vida en buscar aquella imagen
bendita: anduvo por norte y sur, este y oeste; iglesia por iglesia, capilla por
capilla,... Al llegar a la zona del río Guadiamar, tuvo un accidente y fue llevado
de inmediato al hospital más cercano: el de la Vera+Cruz de Benacazón, antigua
y reconocida institución caritativa y hospitalaria de esta Hermandad. Allí le
curaron las heridas. Ya repuesto del fatal accidente, y antes de marcharse para
seguir su búsqueda, fue a la capilla del hospital para pedirle a Dios su
ansiado encuentro con la bendita y dulce imagen que, sin lugar a dudas, le
había vuelto a salvar la vida. Y cuál fue su sorpresa, que en aquella pequeña
capillita, junto a María Santísima de la Sangre se encontraba la imagen que
buscaba: el Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, sin potencias. El marinero, tal y
como juró, le regaló unas potencias de plata y ya se fue en paz, tranquilo, y
sintiéndose agradecido.
Las
potencias del marinero están expuestas en las dependencias de la Hermandad de
la Vera+Cruz de Benacazón.
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