El
fenómeno de las apariciones en carretera es, en ocasiones, tildado de leyenda
urbana por aquellos que recogen la noticia y se sorprenden de su aparente
espectacularidad. Quizás esa misma espectacularidad y sensacionalismo con el
que lo narran determinados periodistas o medios de comunicación es la que hace
que no pase de ser una simple anécdota o curiosidad escondiendo un trasfondo
realmente interesante y paranormal.
Se
habla a menudo de la chica de la curva, rara no es la carretera que se engalana
de tener su particular espectro que responde su aparición a un desafortunado
accidente en la zona que acabó con su vida y que, ahora, goza con salvar al
conductor que transita por ese mismo punto kilométrico de un disgusto.
Si no fuera por la cantidad de testigos, de
diferente credo y posición o cultura, se podría decir que se trata de una nueva
historia de fantasmas al más puro estilo de Poe o Lovercraft,
sin embargo los testimonios se agolpan de aquellos que han sido víctimas del
misterio. Lo que les voy a narrar he tenido la oportunidad de investigarlo y
contrastarlo directamente, con testigos y sobre el terreno, sobre el frío
asfalto de la carretera que une Carmona con la Sierra Norte de Sevilla -con la
que tengo tantas vinculaciones– y en concreto con la bella localidad de Lora
del Río.
Allí
está la A-451, una carretera difícil que no deja de sorprender al conductor.
Desde ella numerosos testigos, en otras épocas, sobre todo del año 2004 al
2009, afirmaron haber visto extrañas luces en el cielo e incluso un raro
artefacto «posado» sobre la carretera. Sin dudas vinculando ese fenómeno con el
inquietante enigma de los OVNI. No obstante también tiene un apartado para una
singular aparición cuando se baja desde Lora del Río a Sevilla para,
igualmente, asistir a los numerosos testigos que dicen haber visto allí a un
chico de la curva fallecido años atrás en un accidente de tráfico mortal.
Y
no es nuevo pues esta zona, como cualquier otra en la que la carretera no
estaba en el mejor estado, se produjeron accidentes de diferente consideración,
desde simples reventones de rueda con volantazo y cuneta hasta accidentes en el
que se cobró la vida de su ocupante.
Más extraño es el último vestigio del misterio en la
zona de la A-451, aunque cobró más notoriedad al ser publicado en el diario
local de Lora del Río en noviembre de 2013, en el que narraba
la impresionante experiencia de un conductor y su esposa que vieron cruzar ante
su vehículo unas «piernas espectrales».
José
Jiménez, un caballero de toda rectitud y credibilidad, decía sobre su insólita
experiencia aquella oscura noche que «de repente, vi unas piernas cruzando la
carretera y que desaparecen en la parte izquierda. Unas piernas normales pero
sin la parte de arriba».
Pero
no fue sólo José Jiménez, también Fernando Román y su esposa Mercedes Segura,
de Carmona, decían haber visto las «piernas que cruzaban la carretera», en un
hecho tan impactante como impresionante. «Era como una niebla, que cruzó
perfectamente delante de nosotros, lo vimos durante el tiempo que tardó en
cruzar».
Antonio
López, con el que tuve la oportunidad de entrevistarme, vive en una localidad
cercana y me decía sobre ello: «no es la primera vez que se habla de cosas
raras en esa carretera, yo una noche subía cuando vi que se cruzó delante mía
lo que parecían dos piernas, pero me dije: ‘Antonio, eso es imposible’ y pensé
que era algún animalillo que había visto mal». Un amigo suyo, cazador,
Francisco Ramos, añadía: «bajando de una cacería me pasó lo mismo, veníamos en
el coche de regreso y me dijo Manuel, ‘¿qué es eso, que es eso?’ y vimos cruzar
aquella cosa», consultado sobre lo que vio me decía: «yo juraría por mis hijas
que eran dos piernas, pero no dije nada, ¿quién me iba a creer?».
El estereotipo de lo visto se corresponde con una
visión de dos piernas normales pero cuya parte superior no es visible, los
testigos no la pueden ver; Rafael Sánchez se encontró de cara con
este misterio y nos decía «creía que era alguien que la luz del coche no le
había alumbrado, pero aquello no tenía cuerpo de arriba» y prosigue «se trata
de unas piernas largas, sombrías, oscuras, que desaparecen en el arcén de la
carretera».
La
zona de localización es sencilla, entre la finca El Judío y el cruce de
Guadajoz, un tramo de dos kilómetros donde el miedo se apodera de los
conductores que temen ser los próximos en contemplar lo imposible.
Como
posible explicación cabe destacar que la zona tiene muchos casos de accidentes
–incluso en el río Guadajoz se han ahogado personas, un río que circula por la
zona– pero tan sólo son hipótesis el tratar de explicar estos fenómenos bajo
estos hechos luctuosos.
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