Por
todo el subsuelo de Alcalá se extienden las antiguas galerías romanas
realizadas para abastecer de agua a la ciudad y a Sevilla, donde en su tramo
final se convertían en los Caños de Carmona. La red de galerías está siempre
llena de un agua cristalina recogida de diversos manantiales que tienen su
origen en la roca albariza.
Hay
quien dice que en esa red de galerías habitan o habitaban extraños peces que se
habrían adaptado a las singulares condiciones de vida en las galerías. Peces
mutados de un color blanco y con los ojos atrofiados. Existe un testimonio
recogido por Francisco García Rivero, en el que una persona afirma haberlos
pescado y comido. Esa persona incluso alaba su carne por tierna y blanca.
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