La primera
crónica escrita sobre el hallazgo de la imagen de la Virgen de Loreto data de
1.584, año en el que fray Francisco de Angulo recogía una serie de hechos,
transmitidos oralmente de padres a hijos. La leyenda nos sitúa en el Sábado
Santo del año 1.384, cuando la Virgen, atendiendo las oraciones de unas
cristianas que estaban cautivas en tierras de moros, acude para socorrerlas, de
tal forma que cuando despiertan de su sueño se encuentran a unos cincuenta
pasos de la torre llamada de Loreto. Junto a ellas vieron entonces a la imagen
de la Virgen, que hallaron colocada en el tronco de un olivo.
Como en
tantas otras tradiciones similares, los habitantes del vecino Umbrete se
llevaron la talla a la iglesia del pueblo pero, de forma milagrosa, la Virgen
regresó al sitio donde fue encontrada. Apercibiéndose de sus deseos, los
campesinos comenzaron su culto, primero en la torre y, poco después, en una
ermita que se construyó para tal fin.
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