Antonio “el Yiyo” es una de esas personas que perdurarán para siempre. Su enorme talento le llevó a ser uno de los trompetas más conocidos de la zona. Contaba tan solo con 12 años cuando ingresó en la que fue su banda toda su vida, “El Carmen de Salteras”. En ella pasó 38 años de los 51 que llegó a cumplir y no fueron en vanos porque la huella que dejó marcada en el seno de la formación saltereña es más que reseñable.
Saltereño de nacimiento pero olivareño de adopción, muy joven se iría a lo vecina localidad del aljarafe sevillano tras casarse con Trinidad. Una mujer con la que tuvo tres hijos, Antonio, Manuel e Isabel. Otros tres corazones que arrancaron de su padre el bello amor que se extrae de la música. Yiyo lo obtuvo de “José Salas”, su padre, con el que aparece en una fotografía de la banda el año de su fundación, 1928.
“Yiyo” fue trompeta. Pero trompeta de los buenos, de esos que no te cansas de escuchar aunque esté ensayando en el patio de su casa. Sus vecinos así lo corroboran. Antonio se pasaba las horas junto a su trompeta mejorando y puliendo su calidad musical. No sabía de música pero no era una excusa para superarse y mejorar su rendimiento. Una mejora constante que no pasó desapercibida. Su hijo Manuel nos cuenta cómo se aprendía las canciones que le gustaban. Un buen ejemplo de ello fue “La Ramona”, una canción muy popular que se escuchaba mucho en la radio y que pidió a su otro hijo, Antonio, que estuviera pendiente durante la mañana para grabarla si la escuchaba en la radio. Así lo hizo, y Yiyo que se dedicaba a las labores del campo como buena parte de los hombres por aquel entonces, no dudó en recoger la cinta con la grabación de “La Ramona” y sentarse en el patio de su casa a escucharla una y otra vez y darle forma con su trompeta. Sin ni siquiera el nombre de una nota ni una sola partitura por delante, este genio de la música, acabó el día con la canción aprendida para deleite de todos los que le escuchaban. Para sus hijos era un verdadero fuera de serie. Una persona sin estudios pero con un afinadísimo oído y era capaz de tener esa virtuosidad y ese sonido que agradaba a todos.
Antonio “el Yiyo” tocaba en varias charangas. Una en su pueblo de Salteras, que la componía con otros compañeros de la banda como Horacio, Escamilla, el Moreno, o Antonio Santos. Otra en Olivares con la que participaba en la Fiesta de las Cruces. Pero sin duda, la que mayores recuerdos les traerá será la de “Los Algabeños”, un grupo que tenía actuaciones cada fin de semana en un Mesón de La Algaba llamado, “El Quejío”. También participó con la Banda de las Nieves de Olivares en la película que se rodó en la misma localidad, “María La Santa” donde aparece Antonio tocando su trompeta en varias escenas.
Se encargó de trasladar la afición a sus hijos, y el primero de ellos, Antonio, no tardó mucho en incorporarse a la Banda del Carmen. Tan solo le bastó contar con 10 años para tocar el clarinete, aunque nos cuenta que no era muy de su gusto y terminó por escoger el fliscorno, un instrumento que le acompañó todo el tiempo que perduró en la banda. Nos cuenta que su base principal de aprendizaje estaba en Salteras junto a Rafael “El del Horno”, quien le impartía el método, pero que otra parte de su avance musical fue gracias a su padre que le ayudaba en casa a mejorar cada día. Fueron varios años los que coincidió con él, a su vera, y lo cuenta emocionado. Algo que quedará siempre grabado en su memoria y que lo llevará con tremendo orgullo. También hay que nombrar a Manuel, su hijo menor que fue componente durante 14 años. Ingresó en la banda en el año 1988 con la corneta pasando luego por el bombo. Una gran familia de músicos que han sido cautivados por esta hermosa afición. Incluso su nieta, María Oliva, le gustaría aprender música, señal de la gran herencia que ha dejado Yiyo en esta vida.
En tiempos del “Yiyo”, hay que hacer reseña obligada a la uniformidad de la banda que era diferente entre verano e invierno. En el tiempo estival, el uniforme contaba con el pantalón azul y la chaqueta blanca mientras que en invierno era completamente azul y con gorra de plato. La coincidencia entre ambos fue la larga botonadura dorada. Desde entonces como bien hemos vivido, el uniforme fue cambiando hasta llegar al actual, muy similar a este intentando recordarlo.
Antonio “el Yiyo” ha pasado por muchos salones de ensayo y el primero que pisó fue un salón que estaba al lado de donde vive el niño de Antonio Camión. De allí se trasladaron hasta la Calle Real y más tarde al lugar donde la “Hermandad de los Blancos” guardaban los pasos después de la Semana Santa. Finalmente, Yiyo conoció el salón de la “Calle Hornos”que estaba insonorizada con cartones de huevos. Estando allí, nos apunta Antonio, se compró el solar -donde actualmente está la academia- gracias a la aportación económica de componentes como Horacio, Benjamín o Joaquín el Moreno, entre otros.
En el caso de las cofradías, Trinidad, nos recuerda aquel largo tiempo que se pasaban fuera de casa cuando salían el Jueves Santo para tocar a la Virgen de los Ángeles de la Hermandad de los Negritos y que continuaban sin descanso con La Macarena y la Virgen de la O. Sus hijos también recuerdan hermandades como el Baratillo y la Hiniesta, al igual que procesiones en la provincia en las localidades de Utrera, Dos Hermanas o Castilleja de la Cuesta.
Isabel, su única hija, se le iluminan los ojos cuando se le nombra a su padre, nos confiesa que era su ojito derecho, al igual que ella para él y recordar la afición musical de su padre es algo emocionante por el amor que le dispensaba a su trompeta y a todas las interpretaciones que hacía.
De interpretaciones queremos hablar y destacan la evolución musical que ha sufrido la banda en cuanto a calidad de sonido y de ejecución de las marchas procesionales. Se enumeraban con los dedos de las manos los componentes que en la época de su padre contaban con algunos estudios, reseñando al Niño Camión, su hijo y Toscano. Actualmente, el que más y el que menos cuenta con varios años de conservatorio y eso se nota bastante.
Los compañeros más cercanos a Antonio “Yiyo” fueron Benjamín, que se encargaba de recogerlo para cada ensayo y actuación ya que no tenía coche. Horacio, Antonio Camión, Antonio el de la Perica, Fernández, Joaquín el Moreno, Antonio el lechón, entre otros son los recordados por sus hijos. La cuerda de trompeta, en un principio la componían él y Alfonsito “el Cosario”, hasta que este último se retiró y entraron a formar parte de la banda, “Toscano” y “Ambrosio”.
Una persona entrañable y llena de música. Un ejemplo de constancia y dedicación a una afición. Un hombre que se mostraría orgulloso de ver la continuidad y la evolución de la banda. Alguien que no dudaría en acompañar a su “Banda del Carmen” allá donde fuese. Un músico, que como expresan sus hijos, solo tendría el deseo para todos los que hoy componen “El Carmen de Salteras” de invitarles a luchar por esta formación casi centenaria, ya que la grandeza que hoy la ilumina viene del esfuerzo de todos los que pasaron por ella en sus 85 años de vida.
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