Existe una leyenda local por la que en el siglo XVIII Carmen Marcos, quien cuidaba de la ermita, fue testigo de un milagro de la Virgen, pudiendo comprobar cómo se hallaba empapada de agua de mar su ropaje. Días después vendrían marineros a agradecer a la imagen su intercesión para salvarles la vida durante una tormenta, según el relato en la fecha en que estuvo mojada.
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