Si bien es cierto que esta historia o leyenda, según la quieran clasificar, tiene su orígen en tierras Cántabras, también es de sabido que en las entrañas de Cádiz se le guarda un trocito de su historia, por el hecho de que su protagonista vivió en tierras gaditanas durante algunos años.
De ser cierta esta historia se me viene a la mente la imágen de la posible expresión de asombro e incertidumbre en el rostro de aquellos pescadores que dieron con este ser mitad hombre, mitad pez, y al que capturaron tras varios intentos.
De ser cierta esta historia se me viene a la mente la imágen de la posible expresión de asombro e incertidumbre en el rostro de aquellos pescadores que dieron con este ser mitad hombre, mitad pez, y al que capturaron tras varios intentos.
Aquel ser humano cubierto de escamas fue llevado al convento de San Francisco, en el casco antiguo de Cádiz, ubicado en la plaza San Francisco y en el que se le estuvo sometiendo a unos extraños rituales para sacarle el supuesto "demonio" o "espíritu maligno" por el que creían que estaba poseído. Nadie podrá saber jamás la dureza y crudeza a la que presúntamente le sometieron en aquel convento tras los intentos de sacarle el supuesto "ser maligno" de su cuerpo. No olvidemos que en aquella época los exorcismos se practicaban de forma algo más violenta. Hablamos del siglo XVII, cuando se creía ciegamente en la existencia de brujas y demonios.
Aquel chico pelirrojo no pronunciaba palabra alguna hasta transcurrido varios días, que para la sorpresa de todos articuló sus labios y pronunció la palabra: "Liérganes". Gracias a un chicuco se supo que Liérganes era un lugar que pertenecía a Santander.
Tras varias investigaciones se descubrió que hacía cinco años un chico llamado Francisco de la Vega Casar y con esas características, murió ahogado en un río de Bilbao. Fray Juan, el fraile que en todo momento se encargó e interesó sobre la procedencia de este chico puso rumbo a tierras Cántabras junto al "hombre-pez" para averiguar si realmente Francisco de la Vega era ese ser que apareció en las aguas gaditanas. Cuando llegaron, este misterioso ser reconoció de inmediato dónde se encontraba su casa y se dirigió hacia ella para reecontrarse con su madre, la cual reconoció a su hijo Francisco nada más abrirle la puerta.
Francisco permaneció junto a su familia durante nueve años para luego volver a desaparecer en el mar. Y ya no se supo nada más sobre el "hombre-pez" de Liérganes.
Y para concluir la leyenda mencionaré un rumor gaditano de muchos años que tiene que ver con esta historia. Se dice y se rumorea que para acceder a las entradas de los subterráneos y conocidos túneles de Cádiz y Cuevas de Mariamoco hay que encontrar la cara de un hombre pez en los edificios más destacados de la ciudad en aquella época. Se cuenta que los masones utilizaban este símbolo para identificar que en ese lugar se encontraba una de las entradas o salidas de aquellos túneles y así poder utilizarlos para escapar.
Si adquirimos un mapa de Cádiz y señalamos los edicifios más emblemáticos y posteriormente colocamos el mapa de las rutas de los túneles, comprobamos que tienen una curiosa coincidencia y quizás encontremos en aquellas importantes construcciones la imágen, el dibujo o el símbolo de un hombre-pez o lo que es lo mismo, el rostro de Francisco de la Vega.
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