Se cuenta que en el año 611, justo un siglo antes de la invasión musulmana, el rey visigodo Gundemaro tuvo una visión a raíz de la muerte repentina de su esposa, la reina Hildoara, de quien estaba profundamente enamorado. Tras algunos meses de reclusión voluntaria en su castillo de Toledo, un buen día Gundemaro emprendió el camino hacia la ciudad de Assidona (la actual Medina Sidonia) en compañía de un sabio judío al que tenía en muy alta estima. Una vez que llegó a la ciudad asidonense, ordenó construir una torre al pie del castillo que corona la población, a la que hoy llaman Torre de Doña Blanca. Dirigidas por el sabio judío, al que en algunos textos llaman Leví, las obras se terminaron en un plazo inusualmente breve -apenas unos meses- si tenemos en cuenta la envergadura de la construcción y los escasos medios técnicos de la época. Una vez acabada la torre, el rey Gundemaro ordenó poner un recio candado en la puerta, prohibiendo terminantemente la entrada a todos los mortales (subditos o no), y dejó por escrito poco antes de morir algunas semanas más tarde que cada uno de sus sucesores añadiera un nuevo candado, vaticinando incontables desgracias para el rey que desobedeciera su testamento y osara profanar la torre. Así lo hicieron los sucesores de Gundemaro y que fueron Sisebuto, Recaredo II, Suínthila, Sisenando, Khíntila, Tulga, Chindasvinto, Recesvinto, Wamba, Ervigio, Egica y Witiza. De este modo, la puerta de la torre llegó a tener hasta 13 candados.
Pero el último rey visigodo, Rodrigo, decidió averiguar el secreto de la torre, e hizo que la abrieran forzando los 13 candados. En su interior había, pintadas en la paredes, figuras de caballeros árabes, y en el medio de la sala una mesa ricamente labrada (hay quien dice que se trataba de la mesa del rey Salomón) encima de la cual había un arca con un pergamino en su interior que decía: "Si se viola esta cámara y se rompe el encantamiento contenido en este arca, las gentes que aparecen adornando estas paredes invadirán España, derrocarán a sus reyes y someterán a todo el país". Y así sucedió aquel mismo año 711, en el que Tariq ibn Ziyad, no se sabe muy dien si cumpliendo ordenes de Musa ibn Nusayr (gobernador de Ifriqiya, dependiente del walí de Egipto) o por propia iniciativa, desembarcó con el inicio de la primavera, en la bahía de Algeciras (llamada entonces Iulia Traducta), con un ejército de unos 7.000 hombres fundamentalmente bereberes (sólo recientemente sometidos), e incluso cristianos del norte de África. Las fechas encajan, porque el rey Gundemaro reinó entre el 610 y el 612, y lo de la muerte de su mujer Hildoara también aparece en los manuales de Historia. Y también es cierto que después de Gundemaro hubo 13 reyes godos más. Pero el resto tiene toda la pinta de leyenda fantasiosa. Pero es bonita, que es lo que importa de una leyenda.
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