Uno de esos veranos de pandilla de colegas y playa, en los que la aventura nos llamaba diariamente y en los que, algunos como yo, soñábamos con ser el Doctor Jones que habíamos visto en la gran pantalla en la saga de Indiana Jones, nos llevó la casualidad o el destino a la playa de la Caleta de Cádiz. Allí tras varios días de tirarnos del Puente de Hierro o del Canal, me acordé de uno de esos recuerdos vagos que se tienen aún de más pequeño, en los que escuché hablar de un Cristo en una cueva entre las piedras, pero del que no tenía la más remota idea de su procedencia y lugar exacto, eso sí, recordaba a mi padre decirme que allí había un Cristo, que hacía unos años él lo había visto.
Se lo comenté a mis más valientes amigos y cada uno hizo una pequeña indagación con sus otros amigos más cercanos, algunos ya viñeros, aunque muy pocos sabían la historia del Cristo, muchos si sabían que estaba allí, y hablaban de él como el verdadero arca de la alianza o algo así por el estilo. Conseguimos con el paso de los días descubrir que el cristo se hallaba cerca del "Aculaero", que nosotros no teníamos la más remota idea de donde se encontraba en ese momento. Preguntándole a los más viejos del lugar, expertos en la denominación de cada una de las piedras y partes de la caleta, pues son clave para situarse a la hora de mariscar, entrar con el barco, etc., conseguimos dar con la zona, y así preparamos nuestra expedición.
Se lo comenté a mis más valientes amigos y cada uno hizo una pequeña indagación con sus otros amigos más cercanos, algunos ya viñeros, aunque muy pocos sabían la historia del Cristo, muchos si sabían que estaba allí, y hablaban de él como el verdadero arca de la alianza o algo así por el estilo. Conseguimos con el paso de los días descubrir que el cristo se hallaba cerca del "Aculaero", que nosotros no teníamos la más remota idea de donde se encontraba en ese momento. Preguntándole a los más viejos del lugar, expertos en la denominación de cada una de las piedras y partes de la caleta, pues son clave para situarse a la hora de mariscar, entrar con el barco, etc., conseguimos dar con la zona, y así preparamos nuestra expedición.
Gafas de bucear con su tubo de las que vendian en Cobreros o en HiperCádiz y unas aletas más antiguas que la humedad, ese era el equipo de los que se disponían a buscar al Cristo. Yo, que debajo del agua me manejo peor que Belén Esteban a los mandos de un avión, decidí supervisar la operación aunque no lo viera (el miedo me podía). Se introdujeron en el agua en la zona indicada y a unos tres metros de profundidad encontraron el Cristo. La cara de mis compañeros era la del triunfo, como aquellos que han descubierto la Atlántida nos dispusimos a volver a casa y contar nuestra aventura a nuestros amigos y familiares. En mi casa al menos, no se sabía con exactitud el origen del Cristo porque quizás quien lo supiera, mi padre, ya había fallecido. Ahí quedó la historia, hasta que con unos años más, comprendí el origen del cristo y el por qué de su ubicación en ese lugar, y que quizás los submarinistas más expertos que me estén leyendo, lo conozcan.
El cristo de "el Aculaero" está situado allí justo desde 1971. Es un Sagrado Corazón con los brazos abiertos, en memoria del deportista gaditano Raul Calvo Clavero que murió en un accidente ese mismo año, y luego en memoria también de todos los buceadores fallecidos en las aguas gaditanas.
En su elaboración se utilizaron todas las pastillas de plomo del cinturón de lastre de Raúl y una pastilla de plomo de cada uno de sus compañeros, recolección que llevó a cabo el autor de la iniciativa, Paco Janeiro, campeón de pesca submarina y amigo de Raul. El cristo, fue obra de Ricardo Curia e Ignacio Ardila, también submarinistas, creándose en San José. Con un peso de 100 kilos y colocado en una base de hormigón a unos 3 metros en una cueva, a la que se puede llegar a pulmón libre, existió la tradición durante unos años de depositar unas flore en aquel lugar.
Ahí queda la historia de este cristo del s.XX que a unos niños como nosotros nos llevó a la aventura y a imaginarnos recorriendo el mundo en busca de tesoros y enigmas perdidos, cuando queríamos y soñábamos con ser pequeños arqueólogos como los que veíamos en la tele.
El cristo de "el Aculaero" está situado allí justo desde 1971. Es un Sagrado Corazón con los brazos abiertos, en memoria del deportista gaditano Raul Calvo Clavero que murió en un accidente ese mismo año, y luego en memoria también de todos los buceadores fallecidos en las aguas gaditanas.
En su elaboración se utilizaron todas las pastillas de plomo del cinturón de lastre de Raúl y una pastilla de plomo de cada uno de sus compañeros, recolección que llevó a cabo el autor de la iniciativa, Paco Janeiro, campeón de pesca submarina y amigo de Raul. El cristo, fue obra de Ricardo Curia e Ignacio Ardila, también submarinistas, creándose en San José. Con un peso de 100 kilos y colocado en una base de hormigón a unos 3 metros en una cueva, a la que se puede llegar a pulmón libre, existió la tradición durante unos años de depositar unas flore en aquel lugar.
Ahí queda la historia de este cristo del s.XX que a unos niños como nosotros nos llevó a la aventura y a imaginarnos recorriendo el mundo en busca de tesoros y enigmas perdidos, cuando queríamos y soñábamos con ser pequeños arqueólogos como los que veíamos en la tele.
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