Situémosnos en el contexto de 1596, concretamente en el 16 de Julio. Lo primero que nos conviene analizar es la mentalidad de la época, donde la fe cristiana se impone a todo lo demás y la sociedad se nos presenta profundamente confesional. La vida está regida no sólo por estamentos laicos, sino también directamente por los eclesiásticos, y la obra divina es algo común en cada hecho, en cada caso, todo aquello que se escapa un poco de lo común, si es positivo, se afirma como obra de la Virgen, o de Nuestro Señor Jesucristo.
Con esto, volvamos al día de actos. 16 de Julio de 1596; las tropas del Conde de Essex, con bandera anglo-holandesa, están saqueando la ciudad, ensañándose con los objetos religiosos. Así, tomaron la Virgen del Rosario de la Hermandad del Rosario y la condujeron arrastras hasta la explanada de Santo Domingo, tirotearon el cuadro de la Virgen del Populo que estaba en la entrada de la Villa, y acuchillaron el de la Santisíma Trinidad (que aún se conserva). En total hay seiscientas ochenta y cinco casas destruidas o deterioradas, además de la Catedral, y varios templos y edificios notables.
Se cuenta, que en uno de esos actos contra la religión católica de ese día, sacaron los soldados ingleses del Convento de la Candelaria a la Virgen para arrojarla a una hoguera. Un vecino de Cádiz, extrayendo de las llamas dicha imagen, la ocultó disimuladamente.
Pasaron unos meses cuando ocurren los hechos que nos llevan a la elaboración de este artículo. En una casa colindante del Convento, un chiquillo cae a un pozo y casi todos se temían lo peor. Los padres lloraban desconsoladamente ante la imposibilidad de sacar al niño del siniestro agujero que daba agua a la comunidad de vecinos. De repente el nivel del agua de dentro del pozo subió y con ella el despistado niño que había caído, sano y salvo y con una sonrisa en la cara.
Con esto, volvamos al día de actos. 16 de Julio de 1596; las tropas del Conde de Essex, con bandera anglo-holandesa, están saqueando la ciudad, ensañándose con los objetos religiosos. Así, tomaron la Virgen del Rosario de la Hermandad del Rosario y la condujeron arrastras hasta la explanada de Santo Domingo, tirotearon el cuadro de la Virgen del Populo que estaba en la entrada de la Villa, y acuchillaron el de la Santisíma Trinidad (que aún se conserva). En total hay seiscientas ochenta y cinco casas destruidas o deterioradas, además de la Catedral, y varios templos y edificios notables.
Se cuenta, que en uno de esos actos contra la religión católica de ese día, sacaron los soldados ingleses del Convento de la Candelaria a la Virgen para arrojarla a una hoguera. Un vecino de Cádiz, extrayendo de las llamas dicha imagen, la ocultó disimuladamente.
Pasaron unos meses cuando ocurren los hechos que nos llevan a la elaboración de este artículo. En una casa colindante del Convento, un chiquillo cae a un pozo y casi todos se temían lo peor. Los padres lloraban desconsoladamente ante la imposibilidad de sacar al niño del siniestro agujero que daba agua a la comunidad de vecinos. De repente el nivel del agua de dentro del pozo subió y con ella el despistado niño que había caído, sano y salvo y con una sonrisa en la cara.
Respondiendo a las primeras preguntas, el niño respondía que una hermosa Señora que estaba en el fondo lo había recogido en sus brazos y lo había elevado hasta fuera del peligro.
Examinada seguidamente la cisterna del pozo, encontraron la imagen de la Candelaria, que fue rescatada por aquel vecino que no quería que la quemaran.
Si es una leyenda fruto de la desorbitada fé católica de una población que necesitaba el amparo divino, y sobre todo después de los actos que estaban aconteciento, o si por el contrario, hubo realmente una intervención divina o sobrenatural, quedará a juicio del estimado lector.
Examinada seguidamente la cisterna del pozo, encontraron la imagen de la Candelaria, que fue rescatada por aquel vecino que no quería que la quemaran.
Si es una leyenda fruto de la desorbitada fé católica de una población que necesitaba el amparo divino, y sobre todo después de los actos que estaban aconteciento, o si por el contrario, hubo realmente una intervención divina o sobrenatural, quedará a juicio del estimado lector.
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