Dos son las leyendas o historias que relatan el patrogazgo del obispo y confesor galo San Hilario de Poitiers (315-368) por los comareños. La primera narra la sublevación de un grupo de mozárabes en enero de 1442 por la explotación a que estaban sometidos bajo las leyes musulmanas. Dado que los hechos coincidieron con la festividad de San Hilario, y el enfrentamiento se llevó a cabo por sus pagos, se le concedió el título de patrono en memoria de aquellos cristianos comareños que en su nombre salieron a la lucha por la defensa de sus derechos.
La otra versión cuenta que en los tiempos en que el pueblo temía la llegada de una epidemia de peste que ya estaba afectando a los pueblos colindantes, se pidió ayuda y protección al santo, y al responder impidiendo la entrada de la epidemia, el pueblo, agradecido, le otorgó el título de protector y patrono.
Como en otros tantos lugares de la comarca, también hay una leyenda de creencia popular en Comares queacredita la creación de la capilla del Rosario (hoy del Sagrario) a un marinero que, a punto de naufragar frente a las costas de Torre del Mar, prometió, si se salvaba y salía de aquel trance, levantar una capilla en la primera iglesia que vieran sus ojos, siendo la iglesia de Comares la primera que vio a pesar de su lejanía. Una vez el marinero en tierra y agradecido por la acción misericordiosa, se dispuso presto a sufragar los costes de dicha capilla.
Las tradiciones se repiten y como en otros pueblos de la comarca, especialmente el ya citado de Alfarnatejo, también en Comares existía la tradición de lavar la lana.
Los novios que estaban a punto de contraer matrimonio llevaban los vellones a lavar al río de la Cueva para que quedasen sueltos. Los días que seguían a esta labor eran el pretexto perfecto para reunirse y pasar buenos ratos cantando canciones y contando chistes en los que abundaban las segundas intenciones.
Una tradición con referencias históricas cuenta que al rendirse esta villa morisca al rey Fernando, muchas familias musulmanas decidieron huir por temor a represalias. Ante la despoblación de la villa, se decidió la repoblación con familias venidas del interior de la península en 1.490. Las treinta familias moriscas que quedaron, con el fin de evitar males mayores, decidieron convertirse al cristianismo, recibiendo el bautismo y con ello el perdón, en la esquina de la calle conocida, en recuerdo de este acontecimiento, como la calle del Perdón. Desde entonces, en conmemoración de este hecho, a continuación de los tres toques de campana con los que se anuncia la celebración de la misa, se repiten otros treinta en memoria de aquellas familias bautizadas que alcanzaron el perdón. Hoy aún se repite esta tradición el primer domingo de diciembre en recuerdo de aquella antigua tradición.
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