La fuente de Albarrá, situada al sur de la población tras la unión de los ríos Salares y Sedella, pronto se transformó en leyenda por la singular característica de que en invierno sus aguas manan calientes y en verano con un frescor estimulante. Esta particularidad hizo concentrar durante el verano a gran parte de los jóvenes que acudían bien a beber sus aguas o a repostar sus cántaros y botijos, lo que propició que se convirtiera en el lugar ideal para iniciar los cortejos.
Entre sus tradiciones se recuerda una de las más ancestrales, que consistía en el sortilegio de la noche de San Juan. La acción requería acudir a las fuentes, especialmente a la de Albarrá ya citada, ríos o arroyos, y antes de que fueran sorprendidos por la salida del sol, lavarse la cara y una vez realizado el rito, las mujeres debían coger una rama de mastranzo planta medicinal y aromática que crece junto a las corrientes de agua y prenderla en su pecho. En consecuencia, el amor y la felicidad estarían protegidos para todo el año. Esta tradición aún sigue siendo practicada por buena parte de la población aficionada a los ritos y costumbres de la mágica noche de San Juan.
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