La vanidad puede ser peligrosa. Si nos referimos a la misma en una historia con final oscuro, podríamos hacerlo sin temor a equivocarnos a una leyenda que tiene su origen en Granada. Concretamente en el norte de la provincia en plena Sierra de Baza. Allí, la vanidad y el misterio se dan la mano para contar un relato que sobrecoge.
Al parecer, según cuentan de boca en boca durante varias generaciones, en una de las peñas que contiene un gran número de casas cueva, algo extraordinario sucedió hace tiempo. En cada San Juan, una bellísima dama se aparecía dentro de una de las cuevas asomándose por algún ventanal para ser vista desde fuera.
El ritual, que se repetía cada año, sobrecogía a los testigos por la belleza y timidez de la dama que estaba tras los cristales. Hasta que un día de San Juan en una fecha indeterminada, la mujer volvió a aparecer de una manera diferente. Esta vez lo hizo dejándose ver y hablando directamente a uno de los hombres que la observaba.
Ella, que portaba en sus manos una daga y un peine, le preguntó al hombre que qué prefería. Si la daga, el peine o la dama, que era ella misma. A lo que el hombre le respondió que la daga. Provocando con su respuesta que el drama cobrase vida porque la mujer supo en ese momento que el hechizo que la hacía permanecer allí cada San Juan, se mantendría eternamente al ver que había sido rechazada pese a su belleza. Por lo que su espíritu sigue vagando por la zona a la espera de que alguien la desee.
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