Las leyendas que los viejos transmitieron de generación en generación y en las que los duendes son protagonistas. La angosta Calle de la Paz conocida entre los vecinos como el Callejón del Duende es el marco de una de las leyendas.
Cuentan éstas que una noche, un hombre que caminaba por el pueblo se acercó a pedir fuego al tipo que fumaba en la esquina. Éste a cambio le enseñó unos dientes largos y afilados. Aturdido por lo que acababa de ver, salió corriendo y en la Calle de la Paz halló a otro individuo al que fue a contarle la historia. "¿Eran como estos dientes?" preguntó el desconocido y con el estrépito de una carcajada, asomaron en su rostro unos incisivos largos y afilados.
También se dice que había duendes buenos y duendes malos y los buenos, como el que se decía que habitaba en el Molino de los Puentes de la plaza baja, cuando la mujer de la casa entraba de la calle, se encontraba que le habían hecho las faenas.
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