“Un señor mayor me contó que, allá por 1950, un niño se subió a una estructura de la Catedral para ver salir a Nuestro Padre Jesús, resbaló y cayó al suelo, lo que le produjo la muerte. ¿Tendrá esto algo que ver con el resumen que hago del siguiente relato?
Alguien decidió quedarse a dormir en la Catedral para poder contemplarla al amanecer sin nadie que le estorbase, pero, de repente, se cruzó en sus sueños la imagen de un niño. Despertó sobresaltado y miró a su alrededor: no había nada. Parecía tan real... Instantes después escuchó un llanto que parecía provenir del coro. Volvió a mirar. Tosió y el llanto no cesaba. Esperó un poco, cogió una vela de la capilla y se acercó al coro. Allí no había nadie; se sentó en un banco; apagó la vela y esperó. Pasaron las horas, eran cerca de las cuatro cuando volvió a escuchar el llanto, primero más lejano, luego muy cerca de él. Al cabo de un rato decidió hablar. ¡Quién anda ahí! En ese momento, cesó el llanto y notó una ráfaga de aire frío por la espalda. No se atrevió a moverse. Lo volvió a notar por todo el cuerpo. Se giró y vio la silueta de un niño, como una áurea blanca, dirigiéndose hacia la Sacristía. Al acercarse a la puerta desapareció.
Los primeros rayos del sol entraban por las vidrieras. Ahora no podía contemplar la Catedral, no se quitaba al niño de la cabeza. Esperó a que se abran las puertas. Lo hicieron temprano. Buscó al capellán y le preguntó si alguien había visto alguna vez un fantasma. Le contó que había rumores de gente que afirmaba haber visto a un niño corriendo por las naves de la Catedral, pero concluyó diciendo que eran habladurías”.
Se trata de un niño de 10 a 12 años que se ve correteando por la Catedral, con unos pantalones cortos, con tirantes y en cualquier época del año. El niño ha sido visto por trabajadores en las obras de reparación, o por el propio sacristán, que al ir a cerrar las puertas y ver al niño corriendo, fue tras él para hacerlo salir y, al doblar el crucero, se encontró con que había desaparecido. Esta entidad tiene cierta atracción por la Virgen de las Angustias. En tal sentido, cuando se ha ido tras de él en Semana Santa, han visto cómo se mete bajo el trono de esta Virgen y, al levantar los faldones, el niño no estaba.
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