Algunas de sus tierras las habían arrendado a los campesinos, a los que extorsionaban y gravaban cada día más con la desorbitadas rentas. Debian pagar asimismo altos tributos para que su ganado pudiera beber en los abrevaderos de que disponían esta familia. Todo ello hacía que los campesinos pasaran grandes estrecheces y penurias. Sucedió que durante varios años se padeció en todo el país una de las mayores sequías que jamás se hayan conocido, quedando muchas fuentes secas y las tierras yermas e improductivas. Los campesinos enfermaban, y muchos de ellos morían ante el alarmante estado de miseria en el que se hallaban.
Sólo de una de todas las fuentes sequía manando agua en abundancia. A esta fuente acudía todos los días una criada negra que llevaba el agua hasta la mesa de sus señores, que eran los dueños de aquéllas. A los campesinos les estaba vetado el uso de la misma, puesto que no disponían del dinero suficiente que se les exigía para utilizar el agua, al haberlo empleado todo en el cargo de las rentas que gravaban el uso de las tierras. La criada de corazón noble y bondadoso habíase apiadado de los campesinos ante su lamentable situación, y todos los días sin que el señorito se apercibiera dejaba grandes cántaros de agua escondidos, de los cuales, surtíanse los campesinos, y gracias a ellos podían ir viviendo.
Después que pasara la sequía, era mucho el agradecimiento y el cariño que la negra había despertado en todo el pueblo. Por ello, llegado el día de su muerte la tristeza llegó hasta todos los corazones, quedando su recuerdo impreso en la memoria de todos para siempre.
Así que hubieron pasado los años, fueron muchos los que aseguraron haber visto sacando agua de la fuente al anochecer a la criada negra.
Se dice, que en recuedo de su memoria se bautizó a la fuente con el nombre de Fuente de la Negra.
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