Los conocidos como los “Baños del Niño” (Hadman al Walad) del siglo XI se encuentran en los bajos del palacio de Villardompardo que mandó edificar a finales del siglo XVI Fernando de Torres y Portugal, primer conde de Villardompardo y virrey del Perú. Permanecieron ocultos hasta que fueron descubiertos en parte por Enrique Romero de Torres en 1913. Tras declararlos Monumento Nacional se pasó a restaurarlos, labor que realizó el arquitecto Luis Berges Roldán, descubriéndose la mayoría de las salas enterradas y acabando las obras en 1984; su gran trabajo mereció el prestigioso premio “Europa nostra”. Estos baños árabes son los más grandes de España y uno de los mejor conservados, siendo visita ineludible para todos los jiennenses y turistas.
Se supone en la ciudad que fue el rey moro Alí el que construyó estos baños y que murió asesinado en ellos, a pesar de que la biografía de este personaje esté poco clara. Gonzalo Argote de Molina (finales del s. XVI) en “Nobleza de Andalucía” nos relata la historia-leyenda de Alí:
“En los años luego siguientes aunque la Historia General dice en el año 1022, siendo rey en Córdoba Alhatán, cuenta la misma historia que le hizo la guerra un poderoso moro llamado Alí y que habiéndose dado en aquel año la batalla el uno al otro, Alhatán fue vencido y Alí vencedor, fuese a Jaén con todos los suyos donde lo recibieron por señor. El cual reinando quieta y pacíficamente, estándose recreando en unos baños que había hecho, entraron dentro del baño unos eunucos vasallos de Alhatán y lo mataron allí…”
Aunque teniendo en cuenta otras fuentes históricas parece ser que el rey Alí fue en realidad Alí ben Hammud, primer califa no omeya de al-Ándalus, trono al que había llegado por medio de una traición que culminó degollando él mismo al califa omeya Sulaymán al-Musta’in en 1016. Al poco tuvo que enfrentarse con el antes aliado Jayrán por el dominio de Almería y Jaén, y murió asesinado en 1018 en los baños del Alcázar de Córdoba en manos de unos siervos pagados por Jayrán, quizás formando parte de una conspiración de los seguidores de los omeyas.
Como vemos, seguramente la historia real fue al contrario de lo que dice la leyenda, con lo que el rey Alí murió asesinado en unos baños de Córdoba por unos esclavos sobornados por un reyezuelo rival de Jaén.
¿Y cómo murió Alí según la leyenda? Se dice que estaba recreándose en los baños a esto de las doce del mediodía cuando entraron tres enemigos y, mientras uno cerraba las puertas, otro hacía lo mismo con las ventanas del techo (lucernas) clausurando las salidas, mientras que un tercero avivaba el fuego de la caldera, con lo que se dirigía mucho más caudal de aire caliente al entramado de conductos que hay bajo el suelo, de tal modo que la temperatura aumentó tan considerablemente que el pobre Alí se puso a sudar y a sudar hasta que no le quedó gota de sudor, muriendo. Es por eso que su fantasma se siente a esa hora concreta y absorbe la energía de los visitantes.
Otra versión dice que estando en la sala caliente le sorprendieron los eunucos fieles a Alhatán y le dieron unos espadazos que lo dejaron malherido, y, siguiendo una costumbre musulmana, le dijeron donde quería ser rematado para morir, eligiendo Alí una de las columnas de la sala templada contigua, y allí mismo en efecto fue rematado y murió. Hay personas sensibles que dicen que una de las columnas en la bella sala templada emana calor e incluso cierta energía positiva, precisamente la columna junto a la cual la leyenda dice que el rey Alí eligió morir. En cambio, de la sala caliente, la que está junto a las calderas, se considera que emite energía negativa.
Estando de visita por los baños, muchas personas se han sentido mal, con pocas fuerzas y algunas hasta casi se han desvanecido. Se han experimentado bajadas bruscas de temperatura, y además alguna vez, sin motivo aparente, se han descargado baterías de móviles o cámaras, o se han velado películas fotográficas. Es decir, estaríamos ante casos de pérdida de energía en personas y máquinas debido a la presencia de algún/os espíritu/s de bajo nivel o/y por ser un lugar con energía negativa, aunque hay zonas, como la sala templada o por lo menos parte de ella, donde la leyenda relata que murió Alí, que se considera con energía positiva.
Se suele pensar, por tanto, que el fantasma del rey Alí es el que vaga por el edificio, sobre todo por la sala templada de los baños y a la hora del “Ángelus”, las doce del mediodía, cuando la leyenda dice que murió, absorbiendo la energía de sus visitantes, aunque otras veces no han sentido eso los pocos testigos que han podido ver al fantasma… porque sí, se le ha visto, aunque siempre ha sido con tal naturalidad que no se ha sospechado inicialmente que fuera una aparición espectral. Quizás el caso más destacado fue aquel en el que hace unos años unas mujeres veinteañeras que visitaban los baños formando parte de un grupo, estando en la sala caliente vieron como un hombre vestido con una especie de túnica o bata larga hasta los pies pasaba repetidamente por delante de la puerta de esta sala en donde estaban, es decir, que el misterioso hombre estaba en la sala templada, y las miraba vigilante, pero las chicas al cruzar la puerta y asomarse para ver quién era, no veían a nadie, con lo que el miedo empezó a apoderarse de ellas y la inquietud en el resto del grupo con lo que contaban; para rematar el extraño suceso, cuando el grupo ya se disponía a terminar su visita e iban saliendo de la sala templada, de repente se apagaron las luces quedando casi a oscuras, imagínense la escena de pavor, nervios y casi histeria que se originó hasta que el guía que lo acompañaba fue hasta el lugar donde estaban los interruptores y volvió a dar la luz; seguidamente el guía preguntó al personal que trabajaba allí y que estaban en el palacio, encima de los baños, el motivo de apagar las luces, pero todos dijeron y casi juraron que nadie había bajado hasta los baños y menos aún habían apagado las luces en un momento en el que decenas de personas estaban visitándolos… ¿quién fue entonces? Muchos pensaron con un escalofrío que había sido el extraño hombre, quizás era el mismísimo rey Alí, que se había dejado ver por esas chicas mostrando impaciencia, y que fue él quien apagó las luces “invitando” a los visitantes a que abandonaran sus baños cuanto antes.
Sea cual sea la identidad de la presencia fantasmal y aparte de que se hayan dado muy puntualmente casos como el narrado más arriba, lo cierto es que el lugar en general provoca sensaciones extrañas a una significativa proporción de las personas que lo visitan o que trabajan allí aunque no lleguen a ser testigos de un hecho paranormal. Se puede achacar que esas sensaciones son debidas a que los baños son una construcción subterránea, con lo que ello conlleva de humedad, temperatura, etc., pero esas sensaciones van claramente más allá de lo normal… Sentirse observado, incómodo, destemplado, es algo relativamente habitual, a muchos turistas le ha pasado, llegando a casos extremos de desmayos como ya se ha dicho, y a algunos miembros del personal que trabaja allí por supuesto que también, ellos son los que más saben de la extrañeza del edificio pues son los que más tiempo pasan allí. Es una pena que la normal discreción con el asunto se haya convertido más bien en un estúpido tabú debido principalmente a ciertas órdenes de “arriba”; en otras latitudes el tener fama de lugar encantado se considera un valor atractivo y turístico, en cambio aquí, como en tantos otros sitios de nuestro país, parece ser un motivo de descrédito, una mancha que hay que ocultar.
Pues se quiera o no, los fenómenos están ahí, y no se limitan a los baños árabes sino que se extienden por todo el edificio que era el antiguo palacio del conde de Villardompardo, el cual a partir de 1751 se convirtió en el Hospicio, al que se le sumó luego también la Casa Cuna y Maternidad, y que ahora, tras una buena labor de restauración, acoge el Museo de artes y costumbres populares, y el Museo de arte Naif. La casa palaciega es grande, con muchas salas, escaleras y recovecos de sabor antiguo que se disponen alrededor de un bello patio renacentista.
Un susurro por una escalera, un objeto del museo que se mueve levemente en alguno de los salones, una sombra que cruza un pasillo, un rostro que durante un instante se asoma desde una ventana a uno de los pequeños patios… y todo ello sin que haya nadie… los visitantes al palacio son escasos, algunas veces nadie anda por sus viejas habitaciones y solo el vigilante permanece allí...
Como aquella vez que fiel a su trabajo permanecía un vigilante de sala sentado leyendo el periódico esperando la hora del cierre que ya estaba cercano; un hombre vestido con colores oscuros discretamente pasó frente a él con lo que apenas si lo miró; el hombre se había metido en una sala del museo y pronto la hora de las visitas llegó a su fin con lo que el trabajador se dirigió hacia ella para avisar al visitante que tenía que ir abandonando el edificio, pero allí no había nadie… y de la sala solo se podía salir pasando de nuevo por delante del puesto del vigilante. ¿El espectro de Fernando de Torres y Portugal, conde de Villardompardo? ¿Alguno de sus descendientes? La tradición y testimonios actuales no dicen o aclaran nada al respecto, puede ser no uno sino varios los fantasmas que estén en la casona palaciega, han sido tantas las personas que han vivido allí a lo largo de los siglos…
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