No hay más que desplazarse a la parte más baja del Castillo, bajo los muros en la zona este de la fortaleza, para hallar una balsa cuadrada. Cuenta la leyenda que se encuentra encantada por una bella princesa mora. Dicen, que al nacer la madrugada de San Juan, la joven aparece sentada al borde de la balsa y narra su historia al mortal que se aproxima.
Esta joven princesa no es otra que Halewa, «que muestra la hermosura de las hadas», la misma que cautivó con sus ojos negros al noble caballero Meruan. Así lo recoge el relato del libro «Escritos y estudios de un cronista de Lorca», del presbítero José María Campoy García, quien además asegura que fue la propia princesa quien, en una noche de San Juan, le relató la «triste historia».
Ella, hija del rey Abu Muhamad. Él, protagonista de numerosas hazañas contra las tropas del Rey Alfonso y del Cid, pero quiso el destino que un día se separaran, por las batallas que entonces se libraban.
Según el relato, Meruan consiguió ganar todas batallas que disputaba. Tal fueron sus hazañas, que el rey le nombró capitán de caballería, pero otro hombre se disputaba el amor de la bella princesa, Abu Hassam ben Elisa, que poseía el afecto y la confianza del padre.
La muerte del rey lorquino no tardó en llegar en una batalla en Almería, y fue cuando Hassam vio más cerca que nunca su oportunidad de casarse con la princesa. Su único obstáculo era Meruan al que una noche citó haciéndose pasar por la enamorada y, en mitad del camino, a la altura del Cejo de los Enamorados, le prepararon una emboscada. La lucha fue encarnizada y Meruan, estando a punto de morir, decidió arrojarse por el precipicio. A lo lejos llegaba la joven, que oyó su último grito. Allí, sólo quedaba Hassam que le pidió amor, pero la princesa se negó, lo que provocó la ira de Hassam y la amenazó con convertirla en esclava. Justo en ese instante, Halewa vio al borde del precipicio un objeto de su amado cubierto de sangre y se arrojó junto a él.
Un mago que acompañaba a Hassam, queriendo adular a su amo, evocó con un conjuro a las furias infernales y pidió que la joven vagara errante por el Castillo, permaneciendo encantado hasta la muerte del último de los descendientes de Hassam.
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