En
Almonacid del Marquesado se ha mantenido desde tiempo inmemorial una tradición
oral que narra el origen de la Endiablada, tanto para la Virgen de las Candelas
como para San Blas. Lo realmente curioso es que existen dos relatos totalmente
distintos para cada uno, atribuyendo al origen de la endiablada dos
explicaciones totalmente dispares.
En
el caso de la Virgen Candelaria se cuenta que, al nacer Jesús, la Virgen debió
cumplir con el precepto judío y presentar al niño en el templo a los cuarenta
días de su nacimiento (en el calendario litúrgico católico desde el día 25 de
diciembre hasta el 2 de febrero). Esta obligación provocó gran inquietud y
vergüenza en la Virgen, pues, según el relato bíblico, no conocía varón, y, por
tanto, recelaba del comportamiento de las gentes que pudieran observarla en
este acto. Aquí es donde encuentran su lugar los diablos, un grupo de hombres
con vestimentas llamativas, burdas, estrafalarias, y con unos ruidosos
cencerros, los cuales tendrían como objetivo desviar la atención del público
para que la Virgen pudiese cumplir con el precepto sin vergüenza y sin sufrir
miradas maliciosas.
Para
San Blas se da otra explicación muy distinta. Aquí no nos remontamos a la
infancia de Jesucristo, sino que nos ubicaremos en las cercanías de Almonacid,
en un paraje denominado los Majanares, despoblado de San Clemente o, también,
Fuente Vieja, el cual se sitúa entre los términos de Almonacid del Marquesado y
Puebla de Almenara. En este lugar, según narra la leyenda, un pastor de
Almonacid encontró enterrada la imagen de San Blas. Enterados los habitantes de
Puebla de Almenara reclamaron para sí la imagen del santo, surgiendo una
disputa por la posesión del mismo. Los del vecino pueblo intentaron llevarlo
con unos lustrosos bueyes, los cuales fueron incapaces de mover la imagen; los
de Almonacid, que sólo habían llevado unas escuálidas mulillas, se maravillaron
cuando éstas trotaron hacia el pueblo, interpretándose como un hecho milagroso,
además de atribuir al santo la voluntad de quedarse en este pueblo. Como había
sido descubierto por pastores, éstos, en su alegría, comenzaron a hacer sonar
los cencerros de sus ganados, dando así comienzo la Endiablada. Los pastores
lavaron la imagen, que estaba cubierta de tierra, con aguardiente, único
líquido que tenían a mano, hecho que se recuerda cada año en el lavatorio del
santo el día 2 de febrero por la tarde.
Un
breve comentario de ambos relatos obliga a hacer notar que el primero no es más
que una explicación para dar sentido a las extrañas danzas de los diablos,
mientras que el segundo contiene datos mucho más específicos en cuanto a
lugares y, de modo indirecto, sobre fechas e inicio del culto del santo. Hubo,
en efecto, una aldea situada en el lugar en el que la leyenda ubica el
descubrimiento de la imagen, llamada Fuente de Domingo Pérez, la cual quedó
despoblada a finales de la Edad Media. Además, en el relato, si lo despojamos
de hechos más o menos accesorios, parece subyacer una cierta rivalidad entre
dos pueblos por la prevalencia del culto a San Blas, cuyo origen parece estar
en el citado despoblado de Fuente de Domingo Pérez. Quizá los habitantes de
este antiguo pueblo llevaron su devoción a San Blas a Almonacid y a Puebla de
Almenara al abandonar su lugar de nacimiento. El hecho es que en Puebla de
Almenara la devoción a San Blas ha sido evidente hasta la actualidad, siendo
numerosos los habitantes de este pueblo hermano los que se acercan el día 3 de
febrero a Almonacid.
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