Cuenta
esta leyenda, que en 1898, año en donde el agonizante imperio español perdía
sus últimas colonias, un ataúd misterioso, hacía su presencia en el puerto de
Cartagena en la provincia de Murcia (España).
Su
origen era conocido, pertenecía a la antigua Yugoslavia, pero aunque el dueño
confirmó su propiedad, nadie reclamo el féretro, que se quedaría en el puerto
oculto entre los objetos olvidados.
Diecisiete
años mas tarde, sorprendentemente alguien reclamó el ataúd, cuyo destino debía
ser Coruña. Para el que no conozca España, Cartagena y Coruña son los puntos
mas distantes de la geografía española.
Lo
misterioso, es que ese ataúd no fue en línea recta a su destino. Por alguna
extraña razón, fue recorriendo diferentes puntos de España. Entre ellos Alhama,
Almería, Toledo, Borox, Santillana del Mar y Comillas, antes de llegar a su
destino a Coruña.
Pero
lo peor es que en todos esos lugares, se produjeron desapariciones, y anemias
que causaban la muerte en extrañas circunstancias. Fue en el pueblo de Borox
donde dicen que sufrieron mas muertes y personas que se esfumaban
misteriosamente.
Cuando
el féretro llego a Coruña, su interior olía a tierra mojada, como los ataúdes
de Drácula en la novela de Bram Stoker. A pesar de eso, ninguna persona se
atrevió a abrirlo. Como tampoco fue nadie a buscarlo, decidieron devolverlo a
Cartagena, lugar de donde venía.
En
cuanto llegó, un personaje siniestro apareció en escena. Se trataba de un noble
Serbio que se hizo cargo del féretro. Los lugareños estaban atemorizados, ya
que, a ese individuo, sólo se le veía por la noche. Pero por arte de magia, el
aristócrata al igual que llegó, desapareció y el ataúd fue finalmente enterrado
en el cementerio de Cartagena.
Sin
embargo, tras investigaciones posteriores, no se descubrió entrada en 1898 de
ningún ataúd en el puerto de Cartagena, ni registro de enterramiento del
féretro, ni ninguna otra información que le diera credibilidad a la historia.
Las únicas similitudes con el caso, se encuentran en un libro de Alfonso Sastre
titulado “las noches lúgubres”, que en reiteradas ocasiones el autor la definió
como una novela imaginaria.
Para
los románticos del mundo vampírico esto era un duro golpe. De todas formas, no
podemos olvidar que en aquella época, era muy común la tuberculosis. Entonces,
había muchas personas que creían que al beber sangre se curarían. De ahí se
pueden deducir muchas desapariciones y muertes por anemia. En ese contexto
histórico, un asesino en serie, pasaría desapercibido.
Además,
un nuevo investigador dice haber encontrado una tumba extraña en el cementerio
de Cartagena. En donde no aparece la fecha de la muerte del difunto, ni nada
que lo identifique, ni siquiera su nombre, sólo se puede ver tallada en la
piedra, la figura de un murciélago.
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