Cuentan
que un pastor, en época remota medieval, que vivía en Estremera, encontró una
talla de mujer sedente encima de una muela de molino abandonada en el campo. La
cogió con presteza y se la llevó a su hija, para que jugara con ella, creyendo
que era una muñeca. A la mañana siguiente, la talla no estaba en casa del
pastor y en la niña se produjo la correspondiente desilusión. Al día siguiente,
caminando por el mismo entorno, volvió a ver la talla sobre el mismo pedestal
pétreo. Cogióla de nuevo, metióla en su zurrón y partióse a su casa. Pero al
llegar, no estaba ya la talla dentro.
Contado
el caso a sus vecinos, estos vieron que era claro: la talla era de la Virgen
María, y esta quería expresar, con ese lenguaje de “voy y vengo” su deseo de
permanecer en algún lugar concreto. A la cuarta vez que la vió, bajo la talla
aparecía una cinta en que se leía (en castellano antiguo, se supone): “Soy
María de la Muela, patrona de la villa de Driebes”. Con tan claras palabras
quedó para siempre como patrona del pueblo, que la venera en su ermita y la
festeja en Septiembre.
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