HERCULES que persiguió
con su honda al asesino de la Mujer Muerta La leyenda surge de los
amores entre una esbelta joven y dos pastores El viajero que llega hasta estos
lugares se queda prendado de una colosal silueta que está adherida a la
gigantesca sierra carpetana que como una serpiente se alarga interminablemente
por diversas provincias. Vista desde lejos esta sierra se ven innumerables
figuras recortadas en el horizonte pero quedase uno con especial fijeza mirando
a una esbelta mujer tumbada que resalta por su belleza en toda su lejanía del
horizonte. Seguramente será la
sierra mas emblemática de toda la provincia de Segovia. Viéndola
desde la zona de Santa María parece como una esbelta mujer en edad de desbravar
que está tomando el sol en un paraje agreste. Viéndose desde la zona donde
ocurrió la pelea de esta leyenda, parece como si esa joven hubiera envejecido un
poco de tantos siglos de llevar en esa postura sepulcral, pues la historia
sucedió hace cientos de años, cuando toda esta zona estaba habitada por
gigantes, cuando nuestros ancestros eran personas corpulentas y descomunales, y
utilizaban enseres enormes propios de titanes. La historia de este gigante
Hércules, sucedió aquí en terrenos de Ortigosa del Monte, donde existen unos monumentales y enormes cantos,
que fueron los que utilizó el titán para hacer huir a un pretendiente asesino
de su amada, la desde entonces siempre conocida por la Mujer Muerta.
Pastaban los rebaños de dos pastores por
estos frondosos lugares y entre cánticos y lanzamientos con honda vivían
felices sin importarles mas. Pero comenzaron a fijarse los carnereros en una
elegante joven de sonrisa imantada y adolescente mirar. Oficio este de pastor
de mucho prestigio en aquella época de gigantes, e intentaron los hatajeros
mostrar lo mejor de ellos y lo mejor de los rebaños ante tan juvenil y
atractiva muchacha para conseguir sus amores. Presentábanse como mayoral o
mansero insinuando que el otro adversario era un zagal o rabadán o mozo de
andar bregando con ganado de otro por esta zona meseteña. Descalificábanse
llamándose machorreros para así ganarse la mirada complacida de la joven. Y la joven se decidió por el mayoral Hércules,
y así, cuando éste cerraba el hatajo en su redil y ponía la última telera, se
reunía con la esbelta adolescente a pasar hermosos ratos de amor y bucólicas
frases, pastoril mirada y suaves roces culminaban la tarde. La felicidad de
este mansero hizo que crecieran sus rebaños de forma rápida y buena calidad en
sus ganados. Así se decía: “carnero castellano, vaca gallega y arroz
valenciano.
Pero llegaron los celos al
otro ovejero que había sido despreciado por la muchacha de mirar alegre y
pensó: “Ni para mí ni para nadie”. Y una noche estando la
esbelta joven dormida en su postura supina la mató de una puñalada en el
costado, manando al instante borbotones de sangre y donde hoy en día nace un
río que se ve brillar en los amaneceres del verano. Cuando a la mañana
siguiente vio Hércules tal desgracia, rugió de dolor y rabia y enfurecido sacó
su honda, que ya se sabe que “gente de montaña es gente de maña” y
fue a buscar al criminal que había matado a su amada. Le encontró mas abajo,
con su rebaño y comenzó a lanzarle piedras con la honda de tal tamaño y a tal
velocidad que silbaban en el amanecer con un sonido originalísimo al penetrar
en el aire. Comenzó a correr el homicida por temor a una descalabradura en la
crisma y los cantos que lanzaba Hércules le perseguían con una brutal
ferocidad, que mas de uno le dio en las espaldas, haciéndole tambalear al
gigantesco y monumental pastor. Todos sabemos queHércules fue luego a fundar
Segovia y la Mujer Muerta permanece en postura supina desde
tiempo desmemoriado, llamándose a la testa cerro de la Pinareja con 2194
metros de altitud, al vientre cerro del Oso, que no peña, que es otra y a los
pies alto de Pasapán, donde se juntan cuatro coteras.Pero pocos
saben que los cantos que lanzara el titán al perseguir al rehalero aún están
hoy en su forma y medida original en Ortigosa del Monte y algunos a modo de
menhir o dolmen que serán de altos como cuatro personas, descomunales pedruscos
con formas redondeadas propios para la munición de la honda.
A
estos cantos se les llama peñas por su tamaño y las
mas grandes tienen su nombre como: peña Campanario, Cama la liebre,
Matarrubias, peña el Gato o peña Redonda. Hay un pedrusco que llama
poderosamente la atención, pues con su gigantesco tamaño de plomizo granito
berroqueño que al menos pesará cuarenta toneladas y esta sujeto de manera tan
curiosa que una sola persona, tan solo una, consigue moverle. A donde fueron a
parar muchas de estas peñas se llama el paraje El Berrocal, para calificar la
clase de piedras que utilizó el gigante en sus disparos. Y hay un cerro en esa
zona que recordando época tan pastoril se llama cerro de la Cachiporra. También
recuerda épocas ovejeras de inmensa riqueza una ancha cañada que
bordea el cuerpo inerte y de postura sepulcral de la joven asesinada y se llama
a esa cañada de “la Vera de la Sierra” o cañada Real y por ella pasaron en la
antigüedad mayorales con sus descomunales rebaños, zagales y rabadanes con sus
hatos o manadas y el resto de animales como mastines o acémilas y achiperres
que movía esta ganadería.
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