Una
tradición tan anclada en el tiempo, que ni se recuerda su origen. Unos dicen
que hasta sus bisabuelos ya hablaban de cuando eran pequeños y asistían a esta
fiesta. Un rito que reúne en torno a una hoguera a cientos de vecinos y que
anuncia el preludio de unas de las fiestas más importantes de la localidad. Los
diablillos, una vez más, han vuelto a anunciar las Fiestas de los Toros de
Sepúlveda con sus juegos, correteos, y escobazos.
No
es fácil, cuentan, fechar una fiesta de la que no se han hallado documentos
escritos, pero si es cierto, que el paso de generación en generación ha hecho
posible que todos los años, el grupo de diablillos que aparecen tras la hoguera
continúen recreando el mito de San Bartolomé. Tanto se encargaron los
sepulvedanos de no olvidar esta fiesta, que incluso en la Guerra Civil se
continuó representando.
Y
así, cada año, el jolgorio popular se ve turbado por la presencia de estos
personajes que, vestidos de rojo, portan únicamente escobas y unas linternas en
la cabeza que alumbran sus frenéticos pasos. Unos seis diablillos aparecen
sobre la escalinata de la iglesia de San Bartolomé detrás de las nerviosas
llamas de una hoguera prendida frente al santo lugar, para echar a correr,
saltar, unos tras otros, molestando a los allí congregados, que no obstante,
los esperan año tras año para continuar con la tradición el mismo día 23 de
agosto, y muy importante, comenzar con las fiestas del último fin de semana de
agosto. Con el encendido del alumbrado público, y una vez los diablillos
vuelven a subir los 26 escalones de la iglesia del Santo, la limonada corre por
la villa entre unos vecinos, que ya esperan la próxima llegada de la Fiesta del
diablillo
No hay comentarios:
Publicar un comentario