Hace mucho tiempo,
estando unos pastores construyendo una cabaña para sus ovejas, encontraron
restos humanos, y entre ellos estaba una Virgen. Sorprendidos por este
descubrimiento, corrieron a dar la noticia a sus vecinos de Valverde del
Majano. Ante esta gran noticia, con gran alegría, todos los vecinos del pueblo
decidieron construir una ermita en su honor, más abajo del cerro donde fue
hallada la Virgen. Pero los vecinos no salían de su asombro cuando después del
trabajo de cada día para levantar la ermita descubrían que durante la noche era
destruido y aparecían en el suelo. Sólo después de mucho pensar, decidieron
construir la ermita en lo alto del cerro y lo consiguieron sin contratiempos. Y
allí es venerada actualmente.
Este hecho también conmovió a Segovia cuando conocieron los acontecimientos vividos. Entonces algunas segovianas pensaron que esa Virgen podría pertenecer a Segovia y que habría sido enterrada allí para esconderla de las hordas sarracenas. Entonces estas segovianas decidieron llevarse durante la noche a la Virgen a Segovia. Llegaron a la ermita y la cargaron en una carreta tirada por dos bueyes. Todas vieron que los bueyes no se movían de la ermita por más que les jaleaban. Engancharon, entonces, una segunda pareja; pero todo resultó en vano. Perplejas por lo que estaban viendo, decidieron bajar de la carreta a la Virgen y dejarla en el pedestal que ocupa y ocupará a través de los tiempos.
El día 27 de noviembre de 1623 a las diez de la mañana, siendo Rey de España Felipe IV y Papa Urbano VIII se produce el descubrimiento del sepulcro en el que se guardaba la imagen de nuestra señora la Virgen de la Aparecida. El obispo de Segovia era Fray Iñigo de Brizuela, dominico, el párroco de Valverde D. Antonio García Vela y el mayordomo de la Magdalena Pablo Lucía. Mazuelos era un despoblado de la jurisdicción de Valverde y la ermita de la Magdalena que se conservaba era la iglesia de ese lugar, la pradera eran las eras de la citada aldea.
Juan López, carpintero, estaba haciendo unos colgadizos por orden de Antonio García Vela pegados a la ermita, para seguro de pastores y labradores, pues de no hacerlo dejaban sus aperos en la ermita. Tiró unos paredones y se encontró con el sepulcro de piedra blanca dividido en dos apartados, el más pequeño cubierto con pizarra, servia para acoger a la Virgen y al niño.
La noticia corre como la pólvora y es comunicada al cura, al obispo, y al gobernador eclesiástico, el segoviano Dr. Arias Dávila, que mandó compareciesen ante él los cincos testigos presénciales del acontecimiento, quienes lo hicieron el 11 de mayo de 1624. Este año el obispo Brizuela dio permiso para la celebración de la primera romería celebrada el 27 de mayo siendo llevada en procesión alrededor de la ermita y hasta la Cruz que descollaba en el camino real o calzado que iba desde Segovia a Valverde. Ya en esta romería se encontraron ensalzando a la señora, gentes de Segovia, de Valverde y de los pueblos del entorno. Pronto llegan los milagros, dos de ellos recogidos en dos de los cuadros que adornan la ermita. Muchos de los documentos del archivo parroquial y del municipio desaparecieron en la revolución de 1868 y con ellos muchos datos sobre el pueblo y la Virgen.
Hasta 1630 la ermita siguió llamándose de la Magdalena y a partir de entonces cambia su nombre por el de nuestra señora del Sepulcro. En 1631 y 1632 se nombra indistintamente con ese nombre y con el de Santuario de Nuestra Señora de la Aparecida y a partir de la última fecha con el de La Aparecida que es el que se ha conservado hasta hoy.
En cuanto las Romerías desde la celebrada en 1624 hasta la de 1627 inclusive se celebraron en el segundo día de Pascua de Pentecostés, pero desde 1628 se trasladó dicha Romería al 8 de septiembre por entender que era el momento más apropiado al haberse acabado con las faenas agrícolas y en este mes estuvo hasta finales del siglo XVII, 1696 año en el que se celebrará el martes anterior al jueves de la Ascensión y en esta fecha se han estado celebrando las romerías hasta la desaparición de la fiesta de la Ascensión, siendo trasladada primero al martes antes del Corpus y al desaparecer esta también, al segundo o tercer sábado de junio.
Este hecho también conmovió a Segovia cuando conocieron los acontecimientos vividos. Entonces algunas segovianas pensaron que esa Virgen podría pertenecer a Segovia y que habría sido enterrada allí para esconderla de las hordas sarracenas. Entonces estas segovianas decidieron llevarse durante la noche a la Virgen a Segovia. Llegaron a la ermita y la cargaron en una carreta tirada por dos bueyes. Todas vieron que los bueyes no se movían de la ermita por más que les jaleaban. Engancharon, entonces, una segunda pareja; pero todo resultó en vano. Perplejas por lo que estaban viendo, decidieron bajar de la carreta a la Virgen y dejarla en el pedestal que ocupa y ocupará a través de los tiempos.
El día 27 de noviembre de 1623 a las diez de la mañana, siendo Rey de España Felipe IV y Papa Urbano VIII se produce el descubrimiento del sepulcro en el que se guardaba la imagen de nuestra señora la Virgen de la Aparecida. El obispo de Segovia era Fray Iñigo de Brizuela, dominico, el párroco de Valverde D. Antonio García Vela y el mayordomo de la Magdalena Pablo Lucía. Mazuelos era un despoblado de la jurisdicción de Valverde y la ermita de la Magdalena que se conservaba era la iglesia de ese lugar, la pradera eran las eras de la citada aldea.
Juan López, carpintero, estaba haciendo unos colgadizos por orden de Antonio García Vela pegados a la ermita, para seguro de pastores y labradores, pues de no hacerlo dejaban sus aperos en la ermita. Tiró unos paredones y se encontró con el sepulcro de piedra blanca dividido en dos apartados, el más pequeño cubierto con pizarra, servia para acoger a la Virgen y al niño.
La noticia corre como la pólvora y es comunicada al cura, al obispo, y al gobernador eclesiástico, el segoviano Dr. Arias Dávila, que mandó compareciesen ante él los cincos testigos presénciales del acontecimiento, quienes lo hicieron el 11 de mayo de 1624. Este año el obispo Brizuela dio permiso para la celebración de la primera romería celebrada el 27 de mayo siendo llevada en procesión alrededor de la ermita y hasta la Cruz que descollaba en el camino real o calzado que iba desde Segovia a Valverde. Ya en esta romería se encontraron ensalzando a la señora, gentes de Segovia, de Valverde y de los pueblos del entorno. Pronto llegan los milagros, dos de ellos recogidos en dos de los cuadros que adornan la ermita. Muchos de los documentos del archivo parroquial y del municipio desaparecieron en la revolución de 1868 y con ellos muchos datos sobre el pueblo y la Virgen.
Hasta 1630 la ermita siguió llamándose de la Magdalena y a partir de entonces cambia su nombre por el de nuestra señora del Sepulcro. En 1631 y 1632 se nombra indistintamente con ese nombre y con el de Santuario de Nuestra Señora de la Aparecida y a partir de la última fecha con el de La Aparecida que es el que se ha conservado hasta hoy.
En cuanto las Romerías desde la celebrada en 1624 hasta la de 1627 inclusive se celebraron en el segundo día de Pascua de Pentecostés, pero desde 1628 se trasladó dicha Romería al 8 de septiembre por entender que era el momento más apropiado al haberse acabado con las faenas agrícolas y en este mes estuvo hasta finales del siglo XVII, 1696 año en el que se celebrará el martes anterior al jueves de la Ascensión y en esta fecha se han estado celebrando las romerías hasta la desaparición de la fiesta de la Ascensión, siendo trasladada primero al martes antes del Corpus y al desaparecer esta también, al segundo o tercer sábado de junio.
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