en
la cueva habitó un curioso personaje (Juan de Vivar) que, sin embargo, era
conocido como hermano Diego. Recaló en esta cueva tras un duelo en el que hirió
de muerte a un caballero. Aquel episodio tuvo lugar al pie del crucero que hay,
junto al río, a las afueras de Quintanilla de Arriba (al otro lado del
Duero).Crucero que ahora se conoce, precisamente, como del hermano Diego (por
cierto, muy interesante).
Tras
aquel suceso, acaecido en el siglo XVI, Juan de Vivar pidió amparo a los monjes
de San Bernardo, que le ofrecieron la cueva en la que tendría inmunidad por
estar dentro de su jurisdicción.
Aquel
hombre se convirtió en ermitaño, y gracias a sus estudios de medicina fue
consuelo de males y de enfermedades tanto de las ovejas como de los pastores de
la comarca. Su cultura y sabiduría le llevó también a ser mediador en los
litigios que se sustanciaban entre los habitantes del entorno.
Solo
los monjes conocían la verdadera identidad y las causas del retiro del hermano
Diego, al que algunas gentes atribuían comportamientos de santidad,
mientras que para otras, se trataba de un personaje de oscuros antecedentes. Es
el caso que todo el mundo consideraba que allí estaba cumpliendo alguna
penitencia o llorando amargos desengaños.
Sobre
esta leyenda hay un interesantísimo artículo de José Luis Velasco (que fue
párroco de San Bernardo) publicado en la Revista de Folklore (Fundación
Joaquín Díaz) perfectamente accesible a través de internet.
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