La Imagen de la Virgen de Aguas Santas, según la leyenda recogida en 1611 por el poeta Alonso Díaz, era propiedad de San Leandro, quien se la regaló a su hermano San Isidoro. Desde entonces fue venerada en la Iglesia Mayor de Sevilla, hasta que, con motivo de la invasión musulmana, la ocultaron unos devotos en las faldas de Sierra Morena ante el temor de que fuese profanada y destruida. Así permaneció desde el siglo VIII hasta que, reconquistado el Reino de Sevilla por los cristianos, se manifestó milagrosamente en el lugar de su ocultación, término de Villaverde, apareciéndosele a un pastor del lugar, llamado Juan Bueno.
Una segunda versión de la leyenda la recoge en 1680 fray Juan Alvarez de Sepúlveda, historiador de la Imagen: Un devoto sevillano muy mayor contó a los frailes haber oído desde niño que la Imagen se le apareció al pastor en tiempos del arzobispo San Isidoro, mandando éste construir la ermita, siendo después la Virgen tabicada en el mismo lugar a la llegada de los mahometanos, para aparecerse de nuevo en época cristiana; esta vez por revelación a un clérigo que la restituyó al culto y le sirvió durante toda su vida en la ermita.
El bello relato nos lo cuentan ambos autores de forma parecida: Pastoreaba Juan Bueno un hato de cabras en estas estribaciones de Sierra Morena con ocasión de una gran sequía en que desaparecieron fuentes y arroyos. Estando durmiendo la siesta, sueña con manantiales y ríos caudalosos cuando le despierta ruido de agua. No acaba de creérselo. Una caudalosa fuente ha brotado bajo una peña y su sediento ganado bebe de ella. Se acerca él también a satisfacer la sed y al cabo del tiempo descubre una pequeña imagen que ha aparecido con la fuente. Creyéndola una muñeca, la guarda en su zurrón. Cuando llega al pueblo al atardecer, entra en la taberna y allí la empeña a cambio de un vaso de vino. La tabernera la guarda bajo llave en el arca para que no la cojan sus hijas y al venir Juan Bueno a la mañana siguiente con dos maravedíes a desempeñarla, la muñeca ha desaparecido del interior del arca. Piensa el pastor que la tabernera quiere quedarse con ella y se va muy enfadado con su rebaño. Al llegar al lugar de la aparición se alegró al ver la fuente, pero más aún cuando descubrió que sobre la peña estaba su muñeca. Se preguntaba cómo habría llegado hasta allí y , tomándola en sus manos, por comprobar de qué materia estaba hecha, la golpeó por tres veces con su cuchillo en la espalda, brotando al instante tres gotas de sangre. Se le abrieron entonces los ojos, y comprendiendo que no era muñeca, sino Imagen de María la Virgen, corrió al pueblo y, contando el milagro, acudió toda la gente al sitio de la aparición, admirándose de la fuente y de la Imagen. El cura y las autoridades dispusieron llevarla en procesión a la Iglesia Parroquial.
Pero al igual que la Imagen había desaparecido del arca de la taberna, también se vuelve aquella noche de la parroquia al lugar de la aparición. La toman entonces y la llevan a Sevilla, narrando el pastor al arzobispo lo sucedido. El prelado envía notarios al lugar de Villaverde y manda guardar la Imagen y el cuchillo de Juan Bueno en un arca de plata dentro del Sagrario. Vueltos los notarios confirmando ser todo cierto, determinó el arzobispo dedicarle a la Imagen una capilla en la Iglesia Mayor; pero al ir a buscarla al Sagrario para trasladarla en solemne procesión, no encuentra en él más que el cuchillo. Manda entonces prender a Juan Bueno y éste asegura no haberla cogido, pero sí saber dónde se encuentra, ya que antes había ocurrido lo mismo otras dos veces. Envía de nuevo el prelado a los notarios al lugar de la aparición, ordenándoles que si hallan a la Imagen allí, no la traigan, pues sería voluntad de la Madre de Dios permanecer en aquel lugar.
Comprobando ser cierto el testimonio del pastor, el arzobispo ordena edificar en el sitio de la aparición una ermita donde sea venerada esta Imagen de la Virgen, que desde entonces es llamada deAGUAS SANTAS.
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