Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo dos jóvenes de clases sociales muy diferentes estaban enamorados perdidamente . La chica vivía en una familia acomodada, pero el chico era un simple campesino. Estos se conocieron en uno de los paseos que hacía la chica, en el cual hubo un amor a primera vista. El chico quedó prendado de su belleza; por eso, esa misma noche averiguó donde vivía y al día siguiente, al alba, se apareció en la ventana de su habitación. La chica, sorprendida, le abrió la ventana y el muchacho le contó que desde el primer momento que la vio se enamoró de ella. Esta le dijo que ella había sentido lo mismo. Entablaron conversación durante horas, pero el joven tuvo que abandonar la habitación porque el padre de ella iba a entrar. Él huyó de la habitación y acordaron verse esa misma noche en la encina. El padre, que había oído esta conversación, advirtió a la chica de que por su bien y el del chico, no fuera a la cita pues un campesino no era digno para una joven como ella. La muchacha le dijo a su padre que no asistiría, pero en el fondo pensaba acudir cuando estuviera durmiendo. Y así lo hizo: cuando cayó la noche y su padre se acostó, la joven se escapó hacia la encina y allí se reunió con el campesino. Los dos pasaron la noche juntos hasta el amanecer, momento en el que la joven tenia que volver a su casa. El padre se creyó que no había ido a la cita y por lo tanto, el asunto quedó olvidado. Estas citas se repitieron durante varias noches, pero por desgracia para la chica, en una de las citas, a medianoche, el padre se despertó y vio que no estaba en su habitación. Inmediatamente, salió a caballo en busca de ella y los encontró a los dos bajo la encina. El padre, enfurecido y lleno de rabia, le disparó y el joven campesino cayó desplomado a los pies de su amada. La chica, al ver esto, llena de dolor le arrebató el arma a su padre y se suicidó ante la mirada de éste. Por esto, se dice que las almas de los dos jóvenes,desde entonces, habitan en la encina, que fue testigo de un amor prohibido.
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