Según cuenta la
tradición es el olmo en el que quedó atado el burro que transportaba a
Francisca de la Cruz, la moza sobre la que la virgen obró el milagro, llegó
allí sin poder andar y salió por su propio pie, allá por el 1562.
Sobre las nueve de la
mañana del día 11 de marzo de 1562, había ingresado en el hospital una moza
tullida, Francisca de la Cruz, que tenía las pantorrillas pegadas a los
calcañares y no podía andar sino a gatas. Venía echada de bruces sobre un
borriquillo con dos costales de paja atados a lo largo de los lados del lomo.
Era acompañada del hospitalero de Torrejón de Velasco, Pedro Marcos y su mujer
Mari Rodríguez, e iba camino de Toledo, dónde ingresaría en el Hospital de los
Incurables.
Ella había oído hablar
de las mercedes de la Virgen de la Caridad, y recién llegada, la hospitalera le
recomienda acuda a la Sra. a suplicar salud. Se hallaba en el patio del
Hospital echada al sol y andando a gatas se llegó hasta cerca de la entrada a
la capilla. Había muchos testigos, y abiertas las puertas, comenzó a hacer
oración rogando a la Sra. le diera salud en sus piernas o la llevase de esta
vida.
Luego le vino un sudor
con desmayo que no sabía si era a causa de no haber comido. Siguió
arrastrándose hasta las gradas del altar y sentada en ellas y la hospitalera
que la vio se arrimó a ella con un báculo, pero Francisca sin ayuda alguna se
incorporó y salió por sus pies andando por todas las salas del hospital,
proclamando a voces el milagro y también salió por las calles del pueblo.
Serían como las dos de la tarde”.
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