jueves, 27 de diciembre de 2018

El niño que juega eternamente (Sevilla)

El Hogar Virgen de los Reyes de Sevilla, en el Barrio de La Macarena, es el escenario de una de las pocas leyendas de Sevilla protagonizadas por un niño. En el pasado, este edificio cumplía la función de hospicio y hospital y ahora es un centro de ocio. Sin embargo, son muchos los trabajadores que dicen ver presencias del más allá y las luces encendiéndose solas.
Todos ellos sospechan que el fantasma del centro es un niño que habitaba aquí cuando el edificio era un orfanato y se pasaba los días jugando con un palo y golpeando las ventanas. Tampoco se descarta que el espectro sea el de una monja.

El fantasma atormentado (Sevilla)

En la Casa de la Sirenas de la Alameda de Hércules vivía la familia Portilla, cuyo descendiente era homosexual y se cree que la familia lo tenía recluido entre las paredes del palacio para que el pecado no saliera a la luz.
Algunos creen que esta reclusión pudo ser voluntaria como un castigo auto-impuesto por su condición sexual, mientras que otros mantienen que eran los propios familiares los que lo tienen encadenado. De lo que no cabe duda es que la Casa de las Sirenas es un lugar encantado y el alma del hijo de los Portilla sigue rondando por el palacio.
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La tragedia del Modelo Santiago (Sevilla)

Solo con todas las leyendas que salen de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla se podría hacer una saga andaluza de Expediente Warren. Probablemente, hay más fantasmas que artistas, siendo uno de los más destacables el modelo Santiago.
Este joven trabajaba en la facultad como modelo y, con el tiempo, formó parte del personal de mantenimiento del edificio. Una noche murió en su casa de un ataque al corazón y, tras su fallecimiento, las limpiadoras fueron testigos de sucesos inexplicables como puertas y grifos que se abrían y cerraban solos. El temor por este espíritu fue tan lejos que la Universidad de Sevilla tuvo que abrir por primera vez en su historia una investigación paranormal.
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La señora cinéfila (Sevilla)

En el número 100 de la calle Pagés del Corro se ubicaba una de las salas de cine más conocidas de Triana: el Fantasio. Más allá de su programación, este cine pasó a la fama por uno de sus espectadores de ultratumba que nunca abandonó la sala.
Se dice que este fantasma era una anciana que no quiso abandonar su corral de vecinos cuando este fue destruido en el mismo emplazamiento del cine. Además, esta leyenda de Sevilla cobró fuerza cuando se incendió la marquesina del Fantasio.
Cine Fantasio

La Monja del Hospital de las Cinco LLagas (Sevilla)

Se dice que en los lugares que son testigos de cientos de muertes acaban sucediendo fenómenos paranormales y en el caso del Parlamento de Andalucía, antiguo Hospital de las Cinco Llagas, esto se cumple. Según numerosos testimonios, aquí reside el espíritu de Sor Úrsula, una monja del siglo XVII que trabajó como enfermera y falleció a causa de la peste.
Cuenta la leyenda que era una mujer huraña, despreciable y malvada y disfrutaba provocando dolor ajeno. Son muchas las personas que dicen haberla visto de noche por los pasillos vestida con su hábito y con un manojo de llaves. No seremos nosotros quienes pasemos una noche en el Parlamento para comprobarlo.
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El Yiyo (Salteras, Sevilla)

Antonio “el Yiyo” es una de esas personas que perdurarán para siempre. Su enorme talento le llevó a ser uno de los trompetas más conocidos de la zona. Contaba tan solo con 12 años cuando ingresó en la que fue su banda toda su vida, “El Carmen de Salteras”. En ella pasó 38 años de los 51 que llegó a cumplir y no fueron en vanos porque la huella que dejó marcada en el seno de la formación saltereña es más que reseñable.
Saltereño de nacimiento pero olivareño de adopción, muy joven se iría a lo vecina localidad del aljarafe sevillano tras casarse con Trinidad. Una mujer con la que tuvo tres hijos, Antonio, Manuel e Isabel. Otros tres corazones que arrancaron de su padre el bello amor que se extrae de la música. Yiyo lo obtuvo de “José Salas”, su padre, con el que aparece en una fotografía de la banda el año de su fundación, 1928.
“Yiyo” fue trompeta. Pero trompeta de los buenos, de esos que no te cansas de escuchar aunque esté ensayando en el patio de su casa. Sus vecinos así lo corroboran. Antonio se pasaba las horas junto a su trompeta mejorando y puliendo su calidad musical. No sabía de música pero no era una excusa para superarse y mejorar su rendimiento. Una mejora constante que no pasó desapercibida. Su hijo Manuel nos cuenta cómo se aprendía las canciones que le gustaban. Un buen ejemplo de ello fue “La Ramona”, una canción muy popular que se escuchaba mucho en la radio y que pidió a su otro hijo, Antonio, que estuviera pendiente durante la mañana para grabarla si la escuchaba en la radio. Así lo hizo, y Yiyo que se dedicaba  a las labores del campo como buena parte de los hombres por aquel entonces, no dudó en recoger la cinta con la grabación de “La Ramona” y sentarse en el patio de su casa a escucharla una y otra vez y darle forma con su trompeta. Sin ni siquiera el nombre de una nota ni una sola partitura por delante, este genio de la música, acabó el día con la canción aprendida para deleite de todos los que le escuchaban. Para sus hijos era un verdadero fuera de serie. Una persona sin estudios pero con un afinadísimo oído y era capaz de tener esa virtuosidad y ese sonido que agradaba a todos.
Antonio “el Yiyo” tocaba en varias charangas. Una en su pueblo de Salteras, que la componía con otros compañeros de la banda como Horacio, Escamilla, el Moreno, o Antonio Santos. Otra en Olivares con la que participaba en la Fiesta de las Cruces. Pero sin duda, la que mayores recuerdos les traerá será la de “Los Algabeños”, un grupo que tenía actuaciones cada fin de semana en un Mesón de La Algaba llamado, “El Quejío”. También participó con la Banda de las Nieves de Olivares en la película que se rodó en la misma localidad, “María La Santa” donde aparece Antonio tocando su trompeta en varias escenas.
Se encargó de trasladar la afición a sus hijos, y el primero de ellos, Antonio, no tardó mucho en incorporarse a la Banda del Carmen. Tan solo le bastó contar con 10 años para tocar el clarinete, aunque nos cuenta que no era muy de su gusto y terminó por escoger el fliscorno, un instrumento que le acompañó todo el tiempo que perduró en la banda.  Nos cuenta que su base principal de aprendizaje estaba en Salteras junto a Rafael “El del Horno”, quien le impartía el método, pero que otra parte de su avance musical fue gracias a su padre que le ayudaba en casa a mejorar cada día. Fueron varios años los que coincidió con él, a su vera, y lo cuenta emocionado. Algo que quedará siempre grabado en su memoria y que lo llevará con tremendo orgullo. También hay que nombrar a Manuel, su hijo menor que fue componente durante 14 años. Ingresó en la banda en el año 1988 con la corneta pasando luego por el bombo. Una gran familia de músicos que han sido cautivados por esta hermosa afición. Incluso su nieta, María Oliva, le gustaría aprender música, señal de la gran herencia que ha dejado Yiyo en esta vida.
En tiempos del “Yiyo”, hay que hacer reseña obligada a la uniformidad de la banda que era diferente entre verano e invierno.  En el tiempo estival, el uniforme contaba con el pantalón azul y la chaqueta blanca mientras que en invierno era completamente azul y con gorra de plato. La coincidencia entre ambos fue la larga botonadura dorada. Desde entonces como bien hemos vivido, el uniforme fue cambiando hasta llegar al actual, muy similar a este intentando recordarlo.
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Antonio “el Yiyo” ha pasado por muchos salones de ensayo y el primero que pisó fue un salón que estaba al lado de donde vive el niño de Antonio Camión. De allí se trasladaron hasta la Calle Real y más tarde al lugar donde la “Hermandad de los Blancos” guardaban los pasos después de la Semana Santa. Finalmente, Yiyo conoció el salón de la “Calle Hornos”que estaba insonorizada con cartones de huevos. Estando allí, nos apunta Antonio, se compró el solar -donde actualmente está la academia- gracias a la aportación económica de componentes como Horacio, Benjamín o Joaquín el Moreno, entre otros.
En el caso de las cofradías, Trinidad, nos recuerda aquel largo tiempo que se pasaban fuera de casa cuando salían el Jueves Santo para tocar a la Virgen de los Ángeles de la Hermandad de los Negritos y que continuaban sin descanso con La Macarena y la Virgen de la O. Sus hijos también recuerdan hermandades como el Baratillo y la Hiniesta, al igual que procesiones en la provincia en las localidades de Utrera, Dos Hermanas o Castilleja de la Cuesta.
Isabel, su única hija, se le iluminan los ojos cuando se le nombra a su padre, nos confiesa que era su ojito derecho, al igual que ella para él y recordar la afición musical de su padre es algo emocionante por el amor que le dispensaba a su trompeta y a todas las interpretaciones que hacía.
De interpretaciones queremos hablar y destacan la evolución musical que ha sufrido la banda en cuanto a calidad de sonido y de ejecución de las marchas procesionales. Se enumeraban con los dedos de las manos los componentes que en la época de su padre contaban con algunos estudios, reseñando al Niño Camión, su hijo y Toscano. Actualmente, el que más y el que menos cuenta con varios años de conservatorio y eso se nota bastante.
Los compañeros más cercanos a Antonio “Yiyo” fueron Benjamín, que se encargaba de recogerlo para cada ensayo y actuación ya que no tenía coche. Horacio, Antonio Camión, Antonio el de la Perica, Fernández, Joaquín el Moreno, Antonio el lechón, entre otros son los recordados por sus hijos. La cuerda de trompeta, en un principio la componían él y Alfonsito “el Cosario”, hasta que este último se retiró y entraron a formar parte de la banda, “Toscano” y “Ambrosio”.
Una persona entrañable y llena de música. Un ejemplo de constancia y dedicación a una afición. Un hombre que se mostraría orgulloso de ver la continuidad y la evolución de la banda. Alguien que no dudaría en acompañar a su “Banda del Carmen” allá donde fuese. Un músico, que como expresan sus hijos, solo tendría el deseo para todos los que hoy componen “El Carmen de Salteras” de invitarles a luchar por esta formación casi centenaria, ya que la grandeza que hoy la ilumina viene del esfuerzo de todos los que pasaron por ella en sus 85 años de vida.

La Curva del Ahorcado (La Rinconada, Sevilla)

 Nos trasladamos a la localidad de La Rinconada, allí encontraremos uno de esos lugares marcados por la leyenda… Es conocido por ser un denominado “punto negro” y  esta a mitad de camino entre estos dos municipios (San José de la Rinconada y La Rinconada). Es la conocida por los rinconeros como “la curva del ahorcado”.
Su denominación se debe a que en aquella misma curva existía, en otro tiempo,  una casilla abandonada y un hombre, en su desesperación, puso fin a su ahorcándose de una de sus vigas. Desde ese mismo momento se habla de una extraña aparición que se aparece en aquel mismo lugar, un alma en pena que manifiesta su pesar a los atónitos conductores… Allí, en aquella misma curva se le ha escapado la vida a mucha gente en accidentes de trafico y en sus cercanía se registra la inquietante aparición de unos niños oscuros y sombríos con faz de persona mayor, casi anciana…

Virgen de los Remedios (El Real de la Jara, Sevilla)

Existe una leyenda local por la que en el siglo XVIII Carmen Marcos, quien cuidaba de la ermita, fue testigo de un milagro de la Virgen, pudiendo comprobar cómo se hallaba empapada de agua de mar su ropaje. Días después vendrían marineros a agradecer a la imagen su intercesión para salvarles la vida durante una tormenta, según el relato en la fecha en que estuvo mojada.

El galán de la rosa roja (La Puebla de Cazalla, Sevilla)

En el pueblo de Puebla de Cazalla en verano se solían dejar las ventanas sin rejas abiertas para que entrará el aire fresco de la noche pues allí suelen haber altas temperaturas en verano…. Una noche de esas, una joven, dejo su ventana abierta y se echo a dormir… sobre las 3 ó 4 de la mañana sintió que alguien o algo le acariciaba las piernas y entreabrió los ojos haciéndose la dormida para ver qué o quién la estaba tocando y descubrió que a sus pies había un hombre, alto delgado, pero ésta por temor a que al gritar éste le hiciera daño se quedo quieta y espero a ver que hacia… efectivamente no le hizo nada solo acariciarla las piernas y después se marchó por el balcón tal y como había entrado… ella extrañada, pero tranquila pensando que no volvería, siguió durmiendo hasta la mañana siguiente, cuando despertó encontró con asombro que ese galán le dejó una rosa roja encima de la mesita de noche.
Por la tarde había quedado con las amigas para tomar café y hablando con ellas les comentó lo ocurrido aquella noche, 2 ó 3 de ellas afirmaron haber vivido lo mismo, pero ninguna se había atrevido a comentarlo a nadie por temor a que las tomaran por locas (hay que aclarar que todas las jovenes tenían entre 18 y 26 años) el caso es que no fueron las únicas, si no que con el paso de los años fueron apareciendo mas chicas a las cuales les había sucedido lo mismo.
Con el tiempo la experiencia nocturna, se convirtió en leyenda apodando al hombre como “EL GALÁN DE LA ROSA ROJA”… y a día de hoy aunque han pasado muchos años y quedan pocas jóvenes en el pueblo, algunas sigue afirmando vivir esa experiencia tan bonita dando como prueba la rosa roja.

miércoles, 26 de diciembre de 2018

El crimen de Pruna (Pruna, Sevilla)

PARA LOS MORADORES de la localidad sevillana de Pruna, el 22 de junio de 1916 fue uno de los días más aciagos que contemplan los anales de su historia. Era jueves y se celebraba la festividad del Corpus Christi. Ese día, la normal tranquilidad de que gozaban los vecinos a diario se vio rota por un acontecimiento que nadie esperaba. El hecho que tuvo lugar conmocionó a los lugareños de tal manera que, todavía hoy, casi un siglo después, se sigue recordando como uno de los sucesos más horrendos que pueden ocurrir. Horrendo... Personalmente, no podría yo darle otro calificativo, después de conocer los cruentos pormenores de lo ocurrido por boca de familiares de la víctima. Paso a comentar el suceso a que me refiero.
María López, una pruneña de 19 años, era un encanto de muchacha, según todos los testimonios que he podido recabar. Quiso el destino que fijase en ella su interés y la pretendiese un joven del pueblo cuyo nombre no ha querido nadie decirme, ya sea porque el solo hecho de pronunciarlo les produce escalofríos, ya porque tienen el firme propósito de no evocarlo jamás. Sí me han dicho que le apodaban ‘el Caganíos’.
Desde un comienzo, los padres de María no vieron con buenos ojos que su hija, a la que adoraban por ser una buena chica, saliese ni siquiera en plan de amistad con una persona que tenía fama de violenta, de lo que, incluso, él se jactaba y hacía alardes en sus círculos más próximos. Sin embargo, María le permitió salir en su compañía unos cuantos días. Todos los vecinos han coincidido en afirmar que si la joven salía con tal persona no fue porque le correspondiese sentimentalmente o abrigase la posibilidad de hacerlo, sino quizás por miedo a una explosión de su mal carácter en medio de la calle y a la vista de todos.
A comienzos de junio de ese año, parece ser que ‘el Caganíos’, muy enfurecido, echó en cara a la joven haber conversado unos días antes con otro vecino también joven y soltero. Este acto de celos injustificados propició la ocasión de que María se propusiese un alejamiento de aquel pretendiente. La joven le dejó bien claro que ella no le correspondía en sus sentimientos, por lo que aquellos paseos en compañía debían acabarse por completo, cosa que ‘el Caganíos’ no admitió; es más, le advirtió que no estaba dispuesto a consentir verla ni una sola vez más con aquel otro. Desgraciadamente, la advertencia de aquel pretendiente, que se creía desdeñado y despreciado por otro, escondía una amenaza de muerte.
María salió aquella tarde del jueves en compañía de Josefa Real, una de sus amigas, para darse unas vueltas por el paseo. El ambiente festivo del día invitaba a ello y las calles estaban bastante concurridas. Las demás no quisieron salir posiblemente por no fiarse del despechado joven, cuyas amenazas ya pululaban entre los mozos del pueblo. Sin embargo, ella, confiada, decía en tono jocoso: «Perro ladrador, poco mordedor».
Iba guapísima ese día con su vestido blanco, y, nada más llegar al paseo, se les acercaron dos amigos: uno de ellos era Juan Parra, novio de Josefa, y el otro, el joven con quien María había charlado unos días antes, y los cuatro empezaron a caminar charlando animadamente.
No le faltó detalle al brutal hecho. Incluso he de resaltar la premeditación y la alevosía puestas de manifiesto por la mente criminal de aquella alimaña, al llevar la pistola ya preparada y el comentario que hizo antes a uno de sus amigos al verla vestida de blanco y acompañada de otro chico: «¿Ves aquella paloma blanca? Pues le queda muy poco que volar. Y conste que yo se lo había advertido: como te vea con ... [nombre del acompañante], no la cuentas».
Dicho y hecho. Sin dejar siquiera un mínimo de tiempo para reaccionar al confidente, corrió ‘el Caganíos’ hacia el grupo, se emparejó con ellos a su paso por la calle Muñoz y le dijo a la muchacha: «Ya estoy aquí», a lo que ella respondió: «Pues ya te puedes ir, porque yo me voy para mi casa». No había hecho más que pronunciar la última palabra cuando aquel loco despechado descerrajó un tiro en la nuca de la chica, causándole la muerte de inmediato.
Juan, el novio de la amiga, gritó pidiendo ayuda, pero no acudió nadie. Entonces, llevó el cuerpo sangrante de la joven a casa de la familia Reguera, que quedaba próxima al sitio del suceso. Los Reguera quedaron horrorizados ante el estado que presentaba la joven asesinada. Y como allí no se podía hacer nada, a fin de no perder más tiempo, decidieron llevarla a su casa, adonde la trasladó Juan en brazos. Enseguida llamaron al médico, pero ya era tarde: nada se podía hacer por aquella inocente muchacha.
Cuando las gentes se refieren al juicio que tuvo lugar a consecuencia del suceso, cuentan que el juez se dirigió al padre y le preguntó: «¿Qué quiere usted para el asesino?», y que éste respondió: «¡La muerte!». Pero como el magistrado lo puso sobre aviso de la imposibilidad de su demanda, ya que, por suerte para el criminal, la pena de muerte no estaba establecida, el dolorido anciano le pidió encarecidamente: «Que no vea nunca el sol».
‘El Caganíos’ fue condenado a cadena perpetua y trasladado al penal de Figueras para cumplir la pena. Se dice que, estando allí encarcelado, dio muerte a un recluso. Salvo que no volvió a salir jamás de aquella penitenciaría, donde murió con el paso del tiempo, de esta bestia sanguinaria nada más se supo ni quiso saberse en el pueblo.
Y por Pruna, aún circula entre sus gentes unos versos que bien pudieron haberle servido como epitafio a la desdichada joven:
   
«Descansa en paz, María López,
que, por tan horrible muerte,
Dios te llevará con Él
y te lloraremos siempre.»
   

El cerro de mediana estatura (Peñaflor, Sevilla)

El cerro de mediana estatura muestra en si cuatro caras o facetas a semejanza de un gran pucara (Fortaleza Inca) todos estos monumentos naturales tienen gran importancia. La más transitada de estas caras va bordeando el cerro por donde se desplaza el camino que conecta Pelvin, Mallarauco con Talagante, Malloco y Peñaflor formando la misteriosa esquina de la llamada Cruz de fierro la gran curvatura en forma de amplia vuelta que con el paso de los años a denominarse los años este cerro “El cerro de la vuelta o la volta” como lo llamaban los antiguos huasos y campesinos del sector.
También esta esquina se sobresalía a la alta casa patronal del fundo y en la otra esquina del cerro las gigantescas rocas con variadas formas eran derrumbadas por los canteros lo que causo una pequeña avalancha  de estas piedras que dejo un pequeño socavón o túnel en el cerro. 

Se halló en este lugar una curiosa y extraña caja de madera sellada con gruesas latas, la que fue llevada a los patrones del fundo quienes la mantenían en su poder. El túnel fue explorado por las personas mencionadas encontrándose en el centro una caverna y otra salida de lado a lado del cerro 
Los poderes de la oscuridad tenían sus localidades señaladas para realizar sus rituales diabólicos, los patrones eran visitados de noche por un elegante caballero vestido de negro su elegante carruaje y sus negros caballares causaban terror, fueron varias visitas de estos personajes, él les enseño sobre los misterios y el contenido de la misteriosa caja.


La codicia y el afán de más riqueza terminan por convencer a estos señores de participar del gran ritual de las jerarquías de brujas, se les darían muchas facultades ayudadas por rituales malignos y los cuales durarían toda la noche y serian sacrificios y conjuros. 
Paso mucho tiempo y a este personaje de negro se les vio visitar muchas ciudades cercanas, quienes lo vieron relataban que solía transitar de noche en busca de nuevos adeptos a su culto. 
Ayudados por ciertos vapores solidos de la tierra, la fuerza del viento y otras entidades las brujas podían comprimir el aire o espesarlo a su antojo, podían volar en escobas, tridentes y palos arqueados, también fabricaban ciertas cremas mágicas para su elaboración sacaban del sapo un agua verde la cual les hacía convertiste en cuervos, lechuzas y otros seres siniestros. 
Comenzaba la cabalgata nocturna se sentía el galopar en dirección hacia el cerro de brujos de diferentes cofradías, el aquelarre o culto al diablo era espantoso pues negaba la fe a cristo y se entregaban el alma al diablo a cambio de riquezas, salud y poder. 
El pasar de noche por este sector oscuro y tenebroso causaba a quienes transitaban sensación de miedo y angustia pues hay decían solían aparecerse animales de aspecto paranormal y cuerpos deformes. Con el paso del tiempo paso a ser un espectáculo terrorífico de quienes relatan y cuentan su experiencia.

Las fuerzas de la luz y el bien se organizaron para terminar estos rituales las oraciones de fe de los cristianos se convirtieron en diferentes romerías en diferentes iglesias. Se mandó a forjar una gran cruz de fierro y la imagen de nuestra señora del rosario fue instalada en la cima del cerro la cual bendijo los campos estos estaban azotados por plagas y el ganado se enfermaba los campos poco a poco fueron produciendo en abundancia y todo volvió a la normalidad cesando las apariciones los túneles fueron sellados con uso de explosivos. 
De los dueños del fundo fueron un misterio de su paradero, la sobresaliente casa con los años fue destruida por un gran incendio y ardió como una gran hoguera. Como diciendo que fue consumida por el mismo infierno. 

martes, 25 de diciembre de 2018

Aparición Virgen de Fátima (Pedrera, Sevilla)

El 3 de mayo de 1987 –hace unos días acaban de cumplirse 27 años–,  era la fecha en que se celebraba la fiesta de la Exaltación de la Cruz, y aquella tarde, tres niñas de  entre diez y doce años  –dos hermanas y una amiga–, salieron a pasear a un lugar en el campo no demasiado alejado de la localidad de Pedrera.
El sitio es bonito; se trata de un lugar plantado de verdes olivares, y el paraje donde se desarrolla esta historia, se halla en un pequeño valle por el que discurre el cauce de un arroyuelo, entre las dos laderas algo inclinadas de unos cerros alargados y no muy elevados.
Sería sobre las cinco de la tarde, cuando las niñas disfrutaban de su paseo por el lugar, –y según expresaron luego–, repentinamente vieron una figura de la Virgen posada sobre uno de los olivos.  La imagen que dijeron ver iba vestida de blanco, era de fina piel, y tenía los ojos azules, apareciendo con las palmas de las manos unidas como si estuviese orando.  Días después, las pequeñas declararon que: “Era la Virgen de Fátima y nos dijo que iba a ayudar y proteger a los enfermos”.
Las niñas continuaron varios días más visitando el lugar, y afirmando que seguían viendo a la Virgen manteniendo un contacto visual y un diálogo íntimo con ella. En el sitio cercano a las apariciones, había una roca arenisca de mediano tamaño que –según la Virgen–, estaba bendecida, y en torno a ella se congregaban creyentes y curiosos que rezaban y depositaban ramos de flores, objetos de culto, estampas, etc. Algún tiempo más tarde, con las aportaciones económicas de las personas más allegadas al lugar, e incondicionales fervorosos de las apariciones, alrededor de dicha piedra se construyó una pequeña ermita en cuyo interior, junto a gran cantidad de imágenes donadas por fieles, hay fotos, velas, rosarios, etcétera, y en el centro  se guarda y aún puede verse la mencionada piedra.
Las niñas que dijeron ver las apariciones, no se sabe por qué razón; quizá aconsejadas por la familia, agobiadas por la popularidad o molestadas por la gente, ante la sorpresa de todos, veintiocho días después, el domingo 31 de mayo pusieron fin a sus visitas al lugar de las supuestas apariciones y declararon que: “La Virgen ya no se aparecerá más; hoy será el último día”.

Ermita Santo Cristo de la Sangre (Pedrera, Sevilla)

Según cuenta la leyenda, este Cristo de la Sangre pasaba por el pueblo camino de Antequeraprocedente de Sevilla, en donde había sido hecho en pasta. Al pasar por donde hoy tiene su ermita, la carreta que era transportada por bueyes se «atrancó y tuvimos que hacerle la casa porque no quería irse de este pueblo».
Es del siglo XVI, y aunque no tenga grandes méritos artísticos, tiene una gran devoción por la población. Presenta un perfecto estado de conservación.
Fué reformada en el Siglo XVIII.

Fuente del Cañuelo (Paradas, Sevilla)

Cuenta la leyenda que el elevado cerro donde comenzaba este lugar mirando hacia la antigua Martia (Marchena), conocido hoy como Dehesa de Picota, se llamaba Cerro de la Fuente y en sus orígenes fue una especie de Monte Helicón que servía de inspiración a los poetas y que vertía sus aguas, a través de un costoso acueducto, en un inmenso lago donde -según la tradición mitológica- compartían sus diversiones y placeres las Musas y Héroes de aquel tiempo.
Cierto o no, la Fuente del Cañuelo siempre estuvo ligada a la historia local y su imagen centenaria se mantiene erguida y señorona en el vértice de los pagos El Padrillo y Doña Juana, al pie del camino de Marchena saludando a quienes llegan y despidiendo a los que se marchan de Paradas por la parte oriental.
Esta fuente que hoy se contempla solitaria, aunque remozada, fue durante los dos primeros tercios del siglo veinte uno de los pechos que amamantaron infinidad de cántaros, perrengues, orzas, lebrillos, cubos y calderas de cuantos vecinos de las inmediaciones acudían a su inagotable chorro para el sustento líquido. Lanzaílla, Cañuelo, Barranco, Nueva, Callejuelas, Laguna, Cantareros, Callejón, Larga… gozaron del privilegio del un agua que, si en su textura era algo gorda en comparación con las de sus hermanas Paterna y Birrete, por la estética de su planta y por la historia de su chorro constituyó el orgullo de Paradas y uno de sus rincones más queridos y alabados.
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Origen (Paradas, Sevilla)

Su origen se debe al lugar en que las caravanas hacían las paradas para que los animales abrevaran. La población fue fundada en el año 1460 por D. Juan Ponce de León, marqués de Cádiz. El rey Enrique IV le concede una Carta Puebla para fundar en “Las Paradas” una villa. Fue poblado por cristianos viejos procedentes de Astorga y León. Aún hoy se conservan algunos estilos lingüísticos y apellidos de esta zona.

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lunes, 3 de diciembre de 2018

La Casa de La Loca (Palomares del Río, Sevilla)

La “Casa de la Loca”, o “de Carmela”, es un lugar en un polvoriento camino apartado de la carretera principal de Palomares del Río, un lugar en el que se yergue una abandonada y casi derruida casa de dos plantas, bella en su tiempo, de aspecto solariego y que sin dudas conoció mejores tiempos. Es en esta casa donde se producen una serie de fenómenos que han llamado la atención de otros investigadores locales que durante largo tiempo han dedicado jornadas de investigación en su interior obteniendo meritorias psicofonías quizás relacionadas con el pasado del lugar, cargado de drama y tragedias personales.
En la casa, y a decir de los testigos, se ha podido ver la presencia de una señora mayor que se pasea por la estancia inferior de la vieja casa o que permanece observadora desde una de las ventanas, una mujer que en otras ocasiones adquiere luminosidad y ha sido vista en la segunda planta de una habitación a otra como nos narraba un investigador local: “Yo aquel día me encontraba investigando en la casa, recogiendo audios y tratando de observar lo que de paranormal pudiera haber... ,entonces en una ventana y al caer la noche pude ver como una forma jorobada, una forma humana allí arriba donde es imposible que hubiera nadie por qué primero no hay escaleras para subir y segundo sabía perfectamente que no había nadie en el lugar... No sé lo que era aquella forma pero desde luego verlo lo vi perfectamente”.
Otros testigos han tenido similares encuentros en la casa, en cierta ocasión Manuel F. se encontró con alguien que desde los restos del mirador que lo miraba: “Era una señora mayor, vestida con ropa oscura y pelo canoso que miraba con cara de tristeza... fueron segundos pero al llegar al pueblo pregunté y me dijeron que si había sido en ‘La Casa de la Loca’ había sido el fantasma que habita el lugar”.
Todo quizás está en consonancia o en relación directa con la historia del lugar ya que en esta casa, apartada del pueblo se dice que vivía una mujer recluida en su interior, una señora mayor que sufrió en su persona la incomprensión de los tiempos... Cuentan los más viejos del lugar que una joven de acomodada posición, llamada Carmen, se enamoró perdidamente del hijo del guardes de la finca, un amor imposible que no gozaba con la aprobación del padre... La joven aprovechaba cualquier tiempo libre para ver a su amado. Cuando el padre se enteró de esta relación prohibida pues decidió alejar al muchacho de su atesorada hija la cual al descubrir la marcha del amado perdió la cabeza quedando recluida en la casa por unos padres avergonzados de la locura de su hija. Otros sin embargo ubican la vergüenza familiar en una supuesta enfermedad mental de la hija, mal visto en una fecha en las que la incomprensión hacía determinadas enfermedades era manifiestamente abierto y público. Pero no son más que leyendas sobre esta casa casi derruida.
Curiosamente en la zona se han grabado psicofonías tales que una voz apesadumbrada dice “Estoy muerta” o agitadamente “Te espero en el pozo”... un pozo que está a pocos metros de la casa y cegado por el tiempo sin que nadie se atreva a hurgar en su interior ni drenarlo para ver si más allá de esa afirmación se oculta algo mucho más trágico y mundano dada que son otros vecinos los que afirman que el cadáver de la difunta no apareció jamás y que en ese pozo pudiera estar la clave de todo el misterio... Hoy sabemos que Carmen está enterrada en un cementerio cercano aunque no sabemos si parte de sus sentimientos, amarguras y penas se sigue manifestando en la casa que durante tanto tiempo habitó.
Diego Reinares es un redactor de “El Buscador de Historias” que pudo vivir en su persona el clima de tensión y los fenómenos que allí ocurren, en una noche repleta de sucesos en los que pudo escuchar perfectamente unos pasos originados por un algo invisible que dejó de manifiesto su presencia ante las cámaras o una voz susurrante que no pertenecía a nadie y que lo llamó cuando se encontraba en el jardín interior de la casa... Curiosamente durante aquella investigación en “La Casa de la Loca” se acercaron cuatro jóvenes a curiosear, uno de ellos, Antonio G., sacó varias fotos extrañas en su interior, aquellas fotos fueron enviadas al investigador y experto fotógrafo Josep Guijarro quién certificó ante las cámaras de televisión que había un algo en formación en la instantánea, de carácter fijo, que no era un objeto lanzado y fotografiado sino que se estaba formando y que cuando menos las fotografías eran de un origen extraño e incalificado.
A lo largo del tiempo en este extraño lugar han sido muchos los testimonios de personas que han tenido visiones de la espectral dama o que han tenido algún tipo de experiencia paranormal en la casa o en sus cercanías donde se encuentra la fuente de la Rihuela justo a unos quince metros de la edificación.
Fantasmas, apariciones, psicofonías, leyendas urbanas, seres de luz, objetos voladores no identificados y muchas historias paranormales, a caballo entre la leyenda y la realidad en una ruta por el corazón del misterio de un pueblo, Palomares del Río, en el que conviven en armonía habitantes y esas historias del otro lado que unos prefieren creer a no vivir y otros tienen muy presente sabiendo y siendo conocedores que los misterios que encierra su pueblo son aún mayores que los expuestos en este viaje por los misterios de la pequeña localidad sevillana... Unos creerán en ellos y otros se acercarán curiosos a vivirlos pero lo cierto es que a ninguno dejará indiferente.

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Virgen de las Nieves (Los Palacios y Villafranca, Sevilla)

 Cuenta la leyenda que en esa época vivía en Roma un matrimonio de la alta nobleza, fieles y piadosos católicos, a los que la vida les había negado la posibilidad de tener descendencia. Los nobles esposos, oraban y solicitaban a la virgen María una señal que los iluminase y orientase el mejor uso cristiano para sus bienes. La tradición cristiana cuenta que la Virgen se manifestó, en sueños, indicándoles que donde les señalara, le construyesen una basílica. Y sucedió que la mañana del 5 de agosto, un día caluroso de verano, el sitio donde debía construirse el templo quedó señalado de modo milagroso con una fuerte nevada, apareciendo cubierto de nieve la cima del monte Esquilino (una de las siete colinas de la Antigua Roma). El hecho fue interpretado por el matrimonio como señal y voluntad de la Virgen y así se lo hicieron saber la Papa Liberio. La obra se concluyó un año después, con la financiación de la familia patricia y el apoyo eclesiástico. La iglesia desapareció no mucho tiempo después, y se reconstruyó por el Papa Sixto III (432 a 440), después del Concilio de Éfeso (431), en el que la madre de Jesús fue proclamada Madre de Dios, siendo en la actualidad la Basílica de Santa María la Mayor, la iglesia dedicada a la virgen María más antigua de Occidente.

Origen (Osuna, Sevilla)

 Cuenta la leyenda que su fundación fue en el año 137 después del diluvio universal por decisión de la nieta del rey Hispano, aunque realmente fue bautizada y ocupada por el pueblo turdetano, cultura de la que proceden los famosos "Toros de Osuna", el alto relieve del "Soldado" y los "Relieves de Osuna", estos últimos encontrados en la finca el Garrotal en 1871por Francisco Ocaña, obras cumbres del arte ibérico, que se pueden admirar en el Museo Arqueológico Nacional en Madrid y en el Museo del Louvre en París, ya que actualmente en Osuna se conservan las reproducciones.

La caída del Grande (Osuna, Sevilla)

Aunque Pedro Téllez de Girón, tercer duque de Osuna, fue inquieto y disoluto en su juventud, no bien sentó plaza como soldado en los ejércitos de Flandes dio pruebas de un valor temerario y de una inteligencia poco común. En premio a ello, Felipe III vino en nombrarle virrey de Sicilia, en cuyo cargo, asistido por el gran Francisco de Quevedo, desarrollaría una de las gestiones gubernativas más brillantes y sagaces que registra la historia colonial de aquella isla.

Pero a pretexto, no del todo infundado, de que ejercía una política demasiado desentendida del poder central, con el advenimiento al trono de Felipe IV los envidiosos del duque se apresuraron a indisponerle con el nuevo monarca, acusándole de designios independentis-tas. No precisó más el despótico Conde-Duque de Olivares, arbitro ahora de la política española, para decretar la destitución y apresamiento del virrey.

La oprobiosa acción tuvo lugar el 7 de abril de 1621, día de Miércoles Santo. Cercado de soldados el palacio virreinal,dos altos dignatarios de la corte, don Agustín Mejía y el marqués de Povar, comunicaron así al duque la decisión real:
— Vuestra Excelencia sea preso por orden del Rey Nuestro Señor y de su Consejo de Estado.
Cariacontecido, pero digno, repuso el de Osuna:


— Por cierto, señores, que un portero del Consejo bastara, cuanto más tan grandes caballeros. Vamos donde Vuestras Excelencias tengan orden de llevarme, y pues estoy tan cojo como ven, denme licencia para que baje la escalera en mi silla.


Así fue conducido a España el prepotente Osuna; luego, tras tortuoso proceso, encerrado en la prisión de Alameda. Allí moriría, sin una queja, tres años después, en medio del más frío silencio administrativo. Sólo el valiente Queve-do reivindicaría su memoria en cuatro vibrantes sonetos, uno de los cuales, el más célebre, comienza así:


 Faltar pudo a su patria el gran Osuna, pero no a su defensa sus hazañas; diéron/e muerte y cárcel las Españas, de quien él hizo esclava la fortuna.