jueves, 29 de octubre de 2020

Sanatorio de Tubercolosos (Alhama de Murcia, Murcia)

 Este año se cumplen dos décadas desde que se retiró definitivamente la vigilancia del Antiguo Sanatorio de Tuberculosos de Sierra Espuña, un edificio en ruinas, propiedad de la Comunidad, que no tiene visos de 'resucitar'.

Entre los años 1917 y 1962, este inmueble de El Berro (población de Alhama de Murcia) hacía las veces de hospital para personas enfermas de tuberculosis y de lepra. Cerró cuando dejó de ser rentable. Y ahí empezó su periplo. Qué hacer con el edificio.

En los años 80 se planteó darle un nuevo uso. Faltó dinero y solamente se arregló una parte, en la cual se hizo un albergue. Como las ruinas de lo que era el impopular hospital seguían allí, no es que acudiesen muchos usuarios. Cerró. Aunque la vigilancia se mantuvo, hasta 1997.

Allá por 2008 se volvía a poner sobre la mesa una propuesta para recuperar el inmueble. En aquel momento se estudió la posibilidad de construir allí un gran complejo hotelero con 200 habitaciones, aunque se descartó por ser dentro del parque natural. Luego se habló de, directamente, demolerlo. También se descartó. Al final, se acordó vallar el perímetro para evitar que la gente entrase: el edificio está en mal estado, puede derrumbarse y ser peligroso.

Ahora, en 2017, para el Ejecutivo autonómico no es una prioridad pensar qué hace con este sitio. «Para el parque (de Sierra Espuña) no tiene interés», señalan fuentes de la junta que lleva este entorno natural. Aunque admiten que es «un edificio histórico», recuerdan que se halla «en estado de ruina», vallado y con carteles que indican esta prohibición.

Por su parte, desde el Ayuntamiento de Alhama de Murcia apuntaron que el inmueble «está en muy mal estado, acordonado para no poder entrar». Recordaron que la antigua clínica tuvo en tiempos «mucha vinculación con el pueblo», puesto que «daba trabajo a muchas familias» de allí.

El alcalde de Alhama, Diego Conesa, también puso el acento en «los pocos recursos que se asignan al Parque de Sierra Espuña», ya que «las aportaciones son mínimas», no hay dinero y «no se contempla una actuación» en un sanatorio que no se libra de ser escenario de leyendas.

Torre del Obispo (Alguazas, Murcia)

 Es tradicional en muchas localidades suponer que han existido comunicaciones subte-rráneas con fortalezas o castillos. Molina a este respecto no podía ser menos.

De siempre ha sido habladuría y comentario que el viejo castillo molinense, del que solo quedan retazos sueltos de sus murallas, tuvo allá por el tiempo medieval, un túnel que le unía con la llamada Casa de los Moros de Alguazas.

Su comunicación justificaba la huida de los huertanos hacia un lugar más seguro y el escape de los cercados en la fortaleza. Circunstancia, una y otra, que nunca se dio. Justificaba su presencia algo que era cierto, la presencia de bandas armadas de ladro-nes de almacenes de granos o ganados, muchos de ellos pretextando rencores de gue-rras aunque éstas fuesen encuentros a garrotazos.

La imaginación nos invita a soñar con comunicaciones rápidas y seguras. La realidad nos habla de la inestabilidad de los pueblos y lugares a la orilla del río Segura durante muchos años, cuando tenían necesidad de hermanarse para la defensa común de sus intereses (prisioneros, ganados y cosechas). La imaginación y la leyenda buscan un punto de unión entre miedo y fortaleza. Para ello hacía falta una torre resistente capaz de guardar ganado, cosechas y hasta pastores y labradores. Más la Torre de Alguazas, para el diario quehacer, y como plaza fuerte para eludir a peligrosos asaltantes, era sufi-ciente. Los años de reconquista ya habían pasado.

La leyenda habla de la insuficiencia de la Torre y la necesidad de contactar con alguna fortaleza. En la proximidad estaba Molina. Solo faltaba la unión segura entre ambos, o sea, un túnel.

Pero hay que considerar la imposibilidad de construir un túnel tan largo. Demasiados metros de separación. Necesidad de una ventilación acorde, cosa imposible a todas lu-ces por el cruce subterráneo del rio y sus niveles freáticos.

Justificarlos con la presencia del pozo profundo existente en la fortaleza molinenses, no encaja. La misión de este era simplemente servir agua al alcázar desde el nivel freático.

Ello no deja que aún hoy muchos sean los que sueño con ese pasadizo, añorando un tiempo pasado lleno de zozobras, temores y valentías. Leyendas y novelas al fin.

La realidad viene a decirnos otra cosa. La “Casa de los Moros” alguaceña no pudo ser construida en tiempos en que los musulmanes ocuparon estas tierras ya que fue empe-ño del obispo Pedro de Peñaranda para almacenar el grano de los diezmos (la décima parte de la cosecha) que recibía de sus feligreses. Y concluyéndola Alonso de Vagas. Eran los años de 1350 y tantos cuando los islamitas ya hacia un siglo que habían firma-do sus acuerdos de claudicación con los castellanos.

Con el obispo Comontes, 1442, había en la Torre bombardas, ballestas, lanzas y escu-dos para proteger la recaudación y, a veces, cumplir como cárcel eclesiástica.

También, y más importante, servía de atalaya de alarma tañendo una campana de cobre que se oía en toda la huerta, avisando del peligro de inundaciones.

Esto no quita, o acaso fortalece, que los alarifes de la construcción de la casa-torre huertana, fueran mudéjares, residentes en la localidad y sabedores del buen arte de la construcción, como significan las dos plantas inferiores.

Los pelegrinos (Alguazas, Murcia)

Cuenta la leyenda que, cerca de la ermita, un hombre cuya identidad se desconoce, raptaba y asesinaba a pelegrinos y ciudadanos que iban solos a rezar. Por eso, la gente actualmente hace su viaje a la ermita acompañado o en grupos.

Calle de las velas (Aledo, Murcia)

 El verdadero encanto de esta noche es sin duda pasear por las calles de Aledo bajo otra luz. Desde que se pone el pie en el municipio hasta que llegamos al castillo se vive una experiencia mágica que sólo se puede disfrutar una vez al año, pues ver la Plaza de la Diputación, Plaza Fuente o Plaza Ollerías iluminadas por el leve titileo de las más de 15.000 velas repartidas por la zona es algo que se impregna en cualquiera. Llegar a la Torre del homenaje, donde la leyenda cuenta la historia del amor imposible entre la damisela y el soldado es sobrecogedor, y tal vez inspirado por esta historia fue por lo que Ángel, un vecino de Lorca, decidió pedir la mano de su novia Rita ante las miradas de otros visitantes. Ella dijo que sí.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Santa Inquisición (Alcantarilla, Murcia)

 No se suele reconocer como La Casa del Santo Oficio, ya que entre las gentes del pueblo es más conocida como Las Cayitas, nombre que se le da por las últimas propietarias del edificio, que lo habitaron entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, Doña Caya Arias Castellanos, y después su hija Doña Caya López Arias.

Está ubicada en la calle Cartagena y fue construida en el siglo XVIII, albergando durante largo tiempo el Tribunal Comarcal de La Inquisición. En la fachada principal vemos el escudo con los símbolos de su heráldica: La Cruz, flanqueada por la espada y el laurel. En 1982 fue declarada Monumento Histórico Artístico de carácter nacional y restaurada por la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia y el Ayuntamiento de Alcantarilla.

Aquí se congregaban para celebrar los juicios sumarísimos de la España inquisitorial a prostitutas, homosexuales, brujas... por eso a la localidad de Alcantarilla, se la conoce con el sobrenombre de 'pueblo de las brujas', ya que, por aquella época, abundaban en esta plaza, o por lo menos eso cuenta la historia negra.

En dicha casa, o caserón, ahora rehabilitado y convertido en Biblioteca Municipal, aún se conservan las mazmorras donde se encerraba a los condenados, a la espera de la celebración del juicio, para posteriormente trasladarlos en carros, hasta Toledo, a fin de ejecutarlos en la hoguera o al garrote vil.

Las mazmorras están en el sótano y sus ventanitas quedan justo a la altura de los ojos. Alzar la vista hacia el exterior desde ellas, imaginando tiempos pasados, puede llegar a ser estremecedor.

La primera planta cuenta con una puerta principal con arco coronado por el escudo de la Inquisición. Al parecer esta organización de “beatos descarnados” ya se hallaba en Alcantarilla en el siglo XV, y es entonces cuando establecen sus relaciones, no sólo con la villa sino con sus pueblos vecinos como Puebla de Soto, La Ñora, etc. Sin embargo, según Fulgencio Saura Mira  (Cronista Oficial de Alcantarilla)  los datos documentales y concretos de la Inquisición en Alcantarilla (de 1742) son inéditos, y tratan del pleito entre los familiares del Santo Oficio de Alcantarilla y su comisario con el Reverendísimo Obispo de Murcia, por razón de preeminencias, que será resuelto por el mismo monarca Felipe V, en cédula que data del 13 de febrero de 1745:

 '… motivada por la noticia llegada al Consejo de Castilla, de que los inquisidores de la ciudad de Murcia, habían entablado una disputa con el Obispo, con motivo de que el comisario y familiares de la Inquisición de la villa de Alcantarilla habían pretendido, en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, un banquillo privativo y en lugar preeminente a los demás vecinos, la disputa la habían resuelto los mismos inquisidores, y había impuesto censuras y otras penas. Ante tal abuso el rey negó la pretendida preeminencia de asiento y previno al Consejo de la Inquisición que sus ministros delegados en los tribunales de fuera procediesen en lo sucesivo con la debida moderación, absteniéndose de dar principio a semejantes litigios con censuras, prisiones y multas'.

Con un lugar tan cargado de terribles historias y que, sin lugar a dudas, habría visto tras sus muros tanto sufrimiento, no es de extrañar lo que cuentan los vecinos de la zonas más próximas, que se escuchen lamentos al quebrar la media noche.

La Bruja de Alcantarilla (Alcantarilla, Murcia)

 Famosas son en toda la Región de Murcia, las fiestas “de la Bruja” que se celebran en Alcantarilla por el mes de mayo.

¿Qué se celebra exactamente en estas fiestas? ¿Hubo ajusticiamiento público de una bruja en Alcantarilla? Cierto es que en Alcantarilla (como en todos los rincones de nuestra huerta) hubo curanderas, santiguadoras… brujas a fin de cuentas. Esas mujeres sabedoras de ungüentos y remedios, que levantaban el recelo de beatas y autoridades inquisitoriales.

Pero que se tenga constancia histórica, en Alcantarilla no hubo Auto de Fe, ni se quemó a ninguna bruja. De hecho la Inquisición en Alcantarilla, no ajustició ni quemó a ninguna bruja ni hereje que se tenga noticia en las crónicas.

La leyenda narra la quema de una bruja y la celebración de cierto aquelarre. Es posible que esta historia esté alimentada por la presencia de la Inquisición en Alcantarilla, que contaba con un edificio propio y por la imaginación colectiva. También sabemos de donde proviene el nombre de otras localidades murcianas como Llano de Brujas, que más tiene que ver con el río Segura que con la brujería.

Lo que queda claro de momento es que, en Alcantarilla, no hay ni rastro de la bruja.

lunes, 12 de octubre de 2020

Oro (Abarán, Murcia)

Las minas de oro en las sierras de Abarán, Cieza y Ricote
Dice un refrán que “cuando el río suena, agua lleva” y eso debieron de pensar los que creían en la posibilidad de encontrar oro, en una sierra con ese mismo nombre. La Sierra del Oro
La Sierra del Oro o del Lloro, está situada entre los pueblos de Abarán, Cieza y Ricote.
El topónimo “Oro”, lo encontramos ya a finales del siglo XVI y el del “Lloro” aparece en muchos documentos del siglo XIX.
Estos nombres vienen, uno por la leyenda que existe sobre el metal precioso en la sierra y el otro por el llanto de los moros al abandonar estas tierras tras la Reconquista, cual Granada se tratase.
Resulta curioso que esta combinación toponímica, también se repite en otros lugares fuera de nuestra Región. Como en el noroeste de Valencia, con la Muela del Oro o del Lloro.
12191918_536330319859455_1169111813498146670_nLa existencia de oro, la atestigua fray Pablo Manuel Ortega, en su obra Chorográphica en el siglo XVIII. Donde también cuenta la existencia de una senda llamada “del oro” que baja del Collado del Portazgo. Cierta o no esta historia del “oro de Abarán”, los vecinos de la localidad se lanzaron en los años 20 a la búsqueda “del dorado”.
La Sociedad Virgen del Carmen, contrató un minero profesional de La Unión, para que abriera una galería en el barranco del Infierno. Más tarde se abrió otra galería, de unos 100 metros, a la que se llamó mina de San Joaquín, la cual aún puede verse. También está el pozo “de los ciezanos” o “el de las Piedras Negras”.
Unas cazoletas talladas en piedra de origen……………también se relacionan con el oro. En ellas se dice, que se picaba la piedra para poder extraer las pepitas de este preciado mineral.
Cuando llegó la Guerra, todo quedó paralizado y olvidado. Pero aún hay vecinos que creen sin lugar a dudas, en la existencia del oro de Abarán.

Santa Cruz (Abanilla, Murcia)

 Las fiestas de Moros y Cristianos de Abanilla vienen celebrándose desde mediamos del siglo XVII. En estas fiestas se rememoran unos curiosos acontecimientos ocurridos durante la Reconquista: la aparición de la Santísima y Vera Cruz de Abanilla.

Durante la Reconquista, los reinos cristianos de Aragón y Castilla, iban ganando terreno a los musulmanes. En estos avances, no era raro que ambos ejércitos cristianos se enfrentaran entre sí, al coincidir sus intereses.

Así ocurrió en Abanilla. En la batalla de la Matanza se enfrentaron sendos ejércitos aragoneses y castellanos, Pedro IV El Ceremonioso rey de Aragón fue derrotado y en su huida acampó en Abanilla, a orillas del río Chícamo.

Según cuenta la tradición, en un huerto de Mahoya junto al río, unos soldados aragoneses dejaron olvidado un estuche en cuyo interior se guardaban dos astillas de la Cruz de Cristo. El relicario pertenecía al arzobispo de Zaragoza, que solía acompañar al rey de Aragón en sus campañas.

La cruz fue encontrada por unos campesinos y la entregaron al cura de Abanilla, el cual la colocó en el altar mayor de la iglesia de San José, para que recibiera culto.

Abanilla Murcia Sierra de Abanilla 300x225 Leyenda de la Santa Cruz de AbanillaMisteriosamente, la cruz desapareció hasta dos veces y era encontrada en el mismo sitio donde los labradores la habían hallado. De este modo se decidió levantar una capilla en ese lugar de Mahoya, junto al río Chícamo. Y este es el origen de la ermita de Mahoya.

Para que la cruz no se “escapara” más hasta este lugar en el río, se iniciaron las romerías de la Santa Cruz de Abanilla que consisten en llevarla desde la iglesia de San José hasta la ermita de Mahoya.

Existe un documento que prueba la existencia de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Abanilla desde el 1564. Los demás archivos y la propia Cruz original, desaparecieron durante los saqueos de la Guerra Civil.

El Lignum Crucis actual, como ocurre también con la Cruz de Caravaca, fue enviado por el Papa Pío XII en el año 1939.

domingo, 11 de octubre de 2020

Marques de Velez (Murcia)

 Cuenta la leyenda, que un mendigo que en realidad era un artista, talló la cadena de la capilla y tal fue la belleza de esta, que el Marqués de los Vélez al verla y cegado por el egoísmo y los celos de que otro pudiese tener una pieza tan bonita en su colección, decidió sacarle los ojos al mendigo y cortarle las manos. Por ello, cuenta la leyenda que aquel que toque la cadena con sus manos, verá como sus dedos caen de las manos como un fruto maduro al caer del árbol que lo sujeta.