miércoles, 26 de febrero de 2020

Los Judas (Velez de Benaudalla, Granada)

Una costumbre ya desaparecida, era que al despertar el día del Domingo de Resurrección, aparecían colgadas de balcones, árboles y calles, diversas figuras llamadas “Judas”, algunas de ellas realizadas con ropas viejas y rellenas de paja, al estilo de espantapájaros, representaban fielmente la figura del personaje bíblico, Judas el Escariote. Otras evolutivas del ingenio e imaginativa popular presentaban diversas escenas sarcásticas, e incluso obscenas con uno o varios personajes. Esta tradición popular dejo de realizarse sobre 1.980, sin que se diera ninguna circunstancia concretas.

El Chorro de San Antonio (Velez de Benaudalla, Granada)

El Chorro de San Antonio es una fuente situada en un lateral de la Iglesia, de la cual emanan tres chorros. Cuentan que la tradición es que las mozuelas que deseen encontrar novio beban del chorro del medio.

Anudar el cordón de San Antonio (Velez de Benaudalla, Granada)

Se dice y está extendida en la cultura popular que las mozas solteras y sin novio, especialmente en el Día de la Festividad del Patrón, proceden de forma discreta, a anudar el cordón del hábito del Santo, expuesto en la Iglesia de la localidad, con el fin de que se le conceda “la gracia” de encontrar novio.

Cariad (Velez de Benaudalla, Granada)

Se cuenta que a principio del S. XIX, cuando las Tropas Francesas dirigidas por Napoleón invadieron España, en Vélez de Benaudalla, aparece un bandolero, llamado Juan Fernández Cañas, apodado el “El Cariad”, con gran fama la comarca. Este atacaba a las tropas francesas causándole grandes daños. Este bandolero estaba muy unido a Vélez, aunque nadie sabia exactamente donde vivía, aunque si bien se cuenta que en se encontraba en una de las cuevas del Paraje de las Torcas de esta localidad. Incluso se habla de que su novia era veleña, y aunque todos los veleños lo conocían, ni uno sólo lo delató.

Un pasadizo secreto (Velez de Benaudalla, Granada)

Una de las creencias con más resonancia en la localidad, era y es (todavía por algunos) la existencia de un túnel subterráneo que comunicaba el Jardín Nazarí con el Castillo. Este supuestamente fue construido en tiempos del asentamiento árabe, y su finalidad no era otra que la de pasadizo para escapar tanto del Castillo como de la Casa Nazarí, en el caso de que alguna fuera sitiada.
Generaciones de niños y menos niños exploraron las cuevas del Jardín, intentando encontrar el ansiado pasadizo..

Origen Virgen de la Cabeza (Valle del Zalabí, Granada)

Sobre el origen de la romería debemos hacer constar las dos versiones que tenemos; una proviene de Jérez del Marquesado y la otra de Exfiliana.
Según la familia X, de la zona del Marquesado, hace cuatro generaciones (nuestra informante es la persona más anciana de la familia, de unos ochenta años), unos pastores que cuidaban los rebaños de ovejas de la familia, en los pagos del Zalabí, encontraron una imagen chiquita de la Virgen, que les encomendó que allí, en el mismo lugar del hallazgo, levantasen una ermita en su honor. Los pastores, desconcertados, corrieron a comunicar la noticia a sus dueños, que decidieron cumplir la voluntad de la Virgen de la Cabeza. El último domingo del mes de abril, desde aquel entonces, honran a la Virgen de la Cabeza, aunque lo pongan difícil el tiempo u otras calamidades.
La familia X, de generación en generación, celebra la romería.
Jérez, como los otros pueblos del Marquesado, prometieron cumplir el voto y honrar a la Virgen y, si por cualquier causa no cumplen el voto algún año, pierden el derecho, como pueblo, a participar en los actos de la romería. Algunos pueblos lo han perdido, v. gr. Lanteira.
En el pueblo de Exfiliana nos contaron la siguiente versión: un pastor de Jérez, cuidando sus ovejas en el Valle del Zalabí, se encontró una especie de muñeca que guardó y pensó llevar a su hija como regalo, pero al ir a entregársela, ante su sorpresa, vio que no estaba. Al día siguiente, volvió al mismo lugar para comprobar si estaba allí, volviéndola a encontrar; ¡ahora sí que no te vas a escapar!, se dijo. La envolvió y ató con la servilleta, pero al ir a dársela a la niña, había desaparecido de nuevo. El tercer día y en el mismo lugar que los anteriores, encontró la imagen, que de nuevo guardó, pero con los mismos resultados obtenidos anteriormente. Extrañado, el buen señor pasó por el mismo lugar y encontró la imagen, a la que preguntó que quién era y qué quería. La imagen respondió que era la Virgen de la Cabeza y que deseaba le construyeran una ermita en el lugar de la aparición, para culto y en su honor. La ermita se edificó, pero un poco más allá del lugar de la aparición, derrumbándose por dos veces. Por fin se realizó en el sitio de la aparición y así existe hasta nuestros días.
Son veneradas distintas imágenes. La imagen de la Virgen de la Cabeza que se apareció al pastor es la que se conserva en la ermita situada en el casco urbano de Jérez. La ermita, como la imagen, son propiedad de la familia X. Esta imagen es diminuta, de diez o doce centímetros de altura, metida y portada en una pequeña hornacina.
La imagen que portan los vecinos de Exfiliana desde la parroquia a la ermita, el día de la romería, es nueva (la anterior imagen fue quemada en la guerra), de un metro de altura aproximadamente, de pie, y porta un niño en los brazos.
Nos encontramos, por tanto, con tres imágenes de la Virgen de la Cabeza, si contamos la que existe en la propia ermita, que tienen como referente la misma advocación.
Nueve días antes de la romería, en Exfiliana se hace una novena en honor de la Virgen de la Cabeza, con asistencia de los vecinos del pueblo.
En Jérez, en la diminuta ermita, es velada por los distintos pueblos que tienen derecho a participar en los actos de la romería. Cada pueblo tenía asignado un día de velatorio durante las veinticuatro horas. Costumbre que se ha ido perdiendo.
La imagen que portan los vecinos de Exfiliana en la romería permanece, durante ocho días, en la ermita de la Virgen del Zalabí. Al domingo siguiente, el primer domingo de mayo, devuelven la imagen a la parroquia, portándola en andas desde la ermita hasta el pueblo. Durante estos ocho días son constantes las visitas de los vecinos de Exfiliana a la ermita del Zalabí.

El pueblo "Asqueroso" (Valderrubio, Granada)

Está muy cerca de la que fue la cuna de Federico García Lorca, Fuente Vaqueros, y a su vez es también uno de los municipios donde el poeta granadino pasó gran parte de su infancia. Hablamos de Asquerosa, uno de los lugares más queridos de la Vega de Granada. Principalmente porque su vida rural íntimamente relacionada con las plantaciones agrícolas le hacen ser uno de esos reductos de zonas tradicionales que quedan ya en España.
Pero no se asusten, es Asquerosa pero no es asqueroso ni ya se llama así. Estamos describiendo a Valderrubio. Ahora sí les suena ¿verdad? Mucha gente desconoce que desde el siglo XVI hasta mediados del pasado XX este municipio granadino se llamó Asquerosa. Si bien nada tiene que ver el significado que todos le dan hoy con el que en un origen parece tener para algunos historiadores.
Asquerosa fue la derivación de otros términos mucho más afables como “agua de Rosas” o “Acuarosa” pero el tiempo y el uso acabó convirtiéndolo en este curioso adjetivo. Debido al cual se decidió en la década de 1940 cambiarle el nombre hacia su actual Valderrubio porque justo en este lugar había importantes plantaciones de tabaco, o lo que es lo mismo, recibía el nombre de “valle del tabaco rubio”.

Pozo de la Virgen (Ugíjar, Granada)

Para conocer como llegó la imagen de la Virgen al pozo, hay que poner en marcha de nuevo, nuestra particular máquina del tiempo, y llegar hasta finales del año 1568.
En las Navidades de 1568, los moriscos de la Alpujarra se levantaron en armas, por segunda vez, contra los cristianos. Recordemos que en 1501, los moriscos se sublevaron ante el poder establecido por los Reyes Católicos. Esta sublevación se pudo frenar y tuvo como consecuencia la conversión forzosa al cristianismo de todos los musulmanes de la época. Para ello las mezquitas y los morabitos pasaron a erigirse como iglesias y ermitas, para el culto cristiano. 
La segunda rebelión de los moriscos fue urdida en Cádiar por el alguacil Aben Jahuar el Zaguer, personaje de gran influencia de la época, y que propuso a Aben Humeya como rey de los moriscos. Está sublevación estuvo sincronizada en toda la Alpujarra. 
PORTADA - POZO DE LA VIRGEN

Cuando los moriscos de Ugíjar se sublevaron, cercaron la iglesia con la intención de matar a todos los cristianos y hacerse de nuevo con la población. Desde el 24 de diciembre de 1568 hasta el 8 de enero de 1569, los musulmanes que se habían apoderado del pueblo, hicieron todo tipo de tropelías, asesinando a más de 300 personas en la Plaza de los Mártires de la Alpujarra, hoy conocida como Plaza de las Flores.

Una historia muy interesante (Torre Cardela, Granada)

Los musulmanes granadinos organizaron una importante línea defensiva, con varias fortalezas entre las que podemos destacar los castillos de Moclín, Iznalloz, Montejícar, Píñar y Guadix enlazados entre sí por numerosas torres vigías.
Torre Cardela se localiza en el norte de la provincia de Granada, dentro de la comarca de los Montes Orientales. Con una altitud de 1.218 metros, fue un paso natural utilizado por los romanos, ya que la vía comunicaba Aurgi (Jaén) y Cástulo (Linares) con Acci ( Guadix) y Urci (Huércal de Almería). Los árabes lo hicieron llamar Hisn Cardaira, “Castillo de Cardaira” y jugó un importante rol en la época por ser frontera entre Granada y Jaén, sufriendo el hostigamiento cristiano desde épocas tempranas. Conquistada en 1412 por el marqués de Cádiz, poco después fue vuelta a tomar por los nazaríes. Posteriormente pasó a ser Señorío de los Girones al ser reconquistada por los Reyes Católicos.
La visita a este pueblo la hice con la complicidad de dos de sus vecinos, Antonio Sastre y Juan Ferrer, quienes me descubrieron un lugar cargado de historia y con apasionantes episodios. Es bien sabido que, frente al territorio de la Corona de Castilla, los musulmanes granadinos organizaron una importante línea defensiva, con varias fortalezas entre las que podemos destacar los castillos de Moclín, Iznalloz, Montejícar, Píñar y Guadix enlazados entre sí por numerosas torres vigías o atalayas, de cuyo conjunto formaría parte la construcción originaria del hoy maltrecho y casi derruido Torreón de Torre Cardela, del que cuenta la leyenda que…
La razia que esa mañana estaba sufriendo la torre vigía de Cardaira por parte de las tropas del Condestable de Castilla, Don Miguel Lucas de Iranzo, era tremenda. La pequeña guarnición nazarita aguantaba como podía el ataque de los castellanos, quienes tras saquear los pueblos de los alrededores y llevarse de regreso a Jaén esclavos y animales, idearon arrasar la pequeña fortificación.
-¡Que no quede piedra sobre piedra de ese baluarte enemigo! Gritaba el Condestable. ¡Esa torre debe de caer con toda su guarnición!
Los venablos de las ballestas y arcos surcaban el cielo buscando los cuerpos de los sarracenos, pero estos no se acobardaban y después de dar aviso a los castillos limítrofes para que corrieran en su ayuda, se hicieron fuertes en la torre esperando la llegada de los refuerzos.
En medio de aquella batalla, Usama se situó entre la saetera buscando el ángulo mejor para disparar su ballesta. Los recuerdos se le agolpaban mientras cargaba con un venablo el arma. Su hijo Hafis había sido trasladado unos meses antes al castillo de Montejícar como ballestero al servicio de la guardia personal del alcaide de la fortaleza, al ser uno de los mejores y con más puntería de los hombres encargados de defender aquella tierra de nadie. Único hijo, no tuvo más remedio que seguir la carrera de las armas al vivir en el límite del Reino, donde las escaramuzas eran cotidianas. Los hombres y mujeres de esos pueblos no solo tenían que saber de azadas y amocafres, sino también de espadas, lanzas y ballestas.
Usama buscó la espalda cubierta de uno de los jinetes, donde la malla metálica dejaba ver un hueco por debajo del brazo e hizo un disparo con tal precisión que el venablo entró por la axila y atravesó el corazón del guerrero en un tiro impecable. Pero a pesar de las bajas que estaban sufriendo los castellanos, estos arremetían con más saña y si no llegaba pronto ayuda para socorrerles las cosas se les iban a poner muy feas.
Usama recordó que siendo solo un niño su hijo Hafis tenía ya un don especial en el manejo de la ballesta y que un día, cuando lo entrenaba en pleno olivar, vieron una bandada de zorzales que como flechas cruzaban el campo. La mirada de Hafis a su padre lo dijo todo. Quería probar su puntería con los pájaros.
Usama miró sonriente a su hijo, que cargó con rapidez la ballesta y apuntó hacia donde estos pájaros hacen vuelo rasante entre los olivos. Sostuvo la respiración unos segundos y descargó la ballesta, alcanzando su objetivo. En ese momento Usama supo que su hijo sería uno de los mejores en el arte de la ballesta.
Mientras tanto, el Condestable no podía creer que una simple torre le opusiese tanta resistencia. De inmediato, un grupo de soldados cogió el ariete y con otros sujetando los escudos por encima de sus cabezas para evitar que los de arriba los acribillaran, empezaron a lanzar el madero contra la puerta de la torre.
Usama escuchó el ruido de las maderas al resquebrajarse y supo que era el fin, pero no cogerían su preciosa ballesta de marfil y bronce, así que buscó en el muro de la torre el hueco que estaba disimulado por una escalera de madera y que él solo conocía e introdujo allí su arma. Así nadie daría con ella.
Espada en mano se dejó caer como sus compañeros hacia la puerta, pero a él nunca se le dio bien la espada y en el primer envite cayó de rodillas con un tremendo corte en el cuello.
Cuando las tropas nazaríes del castillo de Montejícar llegaron a la zona, el Condestable de Castilla había huido con todo su botín a su refugio en Jaén.
El joven Hafis confiaba que su padre hubiera salvado la vida, pero cuando vio la masacre, su esperanza de encontrarlo vivo se desvaneció.
Los ritos mortuorios se hicieron con rapidez y con la misma diligencia comenzaron las obras para volver a poner en valor Torre Cardaria, una fortaleza esencial para la defensa de la frontera. Y en ello se encontraba Hafis cuando, junto a otro compañero, mientras intentaban quitar los restos de una escalera de madera que había sido incendiada, vieron el hueco camuflado en la piedra. A Hafis le pareció ver algo dentro y tras meter la mano en el hueco encontró la ballesta con las incrustaciones de marfil y bronce en la cureña (cuerpo de la ballesta) que desde pequeño había admirado en el arma de su padre y que relucían más que nunca. Cogió la ballesta como el que coge a un bebé y con la tranquilidad de quien conoce todos los secretos del instrumento, la armó. Tiró del disparador o nuez, tensó al máximo el arco, colocó uno de sus venablos y disparó al cielo, mostrando así su respeto al arma de su padre. Pero lo más intrigante fue cuando Hafis y su compañero, al bajar, observaron como el venablo que minutos antes había lanzado al aire sin rumbo definido, se clavó entre sus pies con tal fuerza que algunas piedras saltaron tras el impacto. Hafis entendió que aquello era una señal de su padre.
Meses más tarde cuando el Condestable de Castilla, Don Miguel Lucas de Iranzo, se encontraba rezando en la Iglesia Mayor de Santa María de Jaén junto a su mujer, un venablo disparado desde mucha distancia atravesaba su cuerpo, hiriéndole de muerte.
Dicen las malas lenguas que fue una conspiración de la nobleza castellana y que las cabezas pensantes del asesinato fueron el marqués de Villena y su hermano Pedro Girón, maestre de la orden militar de Calatrava. Otros culparon a los judíos, pero lo cierto es que nadie supo a ciencia cierta quien fue el asesino del Condestable. O eso al menos hicieron creer al rey Enrique IV.

Puerto de Pitres (La Taha, Granada)

Bárbaros(1) de Pitres
¿Qué quereis?
- Puerto de mar
- Concedío lo teneis
     Según la leyenda popular un cierto diputado haciendo campaña por La Alpujarra preguntó a la gente de Pitres que querían para su pueblo. Ellos pidieron un imposible tal vez, desconfiando de los políticos que no siempre cumplen sus promesas. Pero el diputado hábilmente salió del aprieto "concediendo" la petición.

(1) "Bárbaros" es el apelativo dado a las gentes de Pitres, probablemente por el valor demostrado en la rebelión de los moriscos en el siglo XVI.

miércoles, 19 de febrero de 2020

Cueva del Ojo de la Bruja (Soportújar, Granada)

La Cueva del Ojo de la Bruja se encuentra a menos de un kilómetro de llegar al pueblo. Esta cueva da nombre al barranco adyacente. Estuvo habitada por familias pobres durante el siglo pasado. Es un lugar venerado y visitado tanto por los soportujanos como por los foráneos.
Según la tradición oral de Soportújar y la de las aldeas vecinas, trasmitida degeneración en generación, esta cueva asistió como testigo a supuestas prácticas de brujería por parte de los vecinos de la localidad. Existen muchas leyendas asociadas a las brujas, ánimas, duendes y sucesos ocurridos en ella. La más popular decía que la grieta del fondo de la cueva comunicaba con otros mundos. Se creía que por ella entraban y salían las ánimas, y era un pasadizo hacia el purgatorio para aquellas almas que todavía debían “pagar” su penitencia.
La consideración de esta cueva como lugar de rituales mágicos se debió posiblemente a la necesidad de asustar a los chiquillos del pueblo, para que no se alejasen. Por aquí pasa el Antiguo Camino Real de Pampaneira, lugar de paso de los caminantes que se adentraban en La Alpujarra. De este modo, atribuyendo a la cueva la existencia de brujas, los mayores lograban que sus hijos no se alejasen del pueblo.
En la Cueva del Ojo de la Bruja el visitante hace una petición a la hechicera, lanzando una moneda dentro de la cueva para pagar por sus favores. A la Bruja que preside la cueva no le falta detalle para poder crear sus hechizos. Cuenta con pociones, escobas, velas, libros de hechizos, fogones, huesos de animales, hasta un esqueleto de un pobre cautivo. Un jabalí, es lo más curioso que nos encontramos, representaría una de las formas que tenían las herejes de tener acceso carnal con el demonio, que se les aparecía en forma de cochino.
Si quieres pasar unos días llenos de magia y misterio, te aconsejamos visitar Soportújar durante la Feria del Embrujo, que se celebra en la segunda semana de agosto. Durante la Feria del Embrujo el pueblo, de apenas 300 habitantes, se vuelca en satisfacer a los más de 20.000 visitantes que llegan. Aparte de desfiles de brujas con sus escobas, durante la Feria, se evocan y recrean algunos de los rituales que supuestamente celebraban las brujas de la localidad. El día principal se realiza un aquelarre en la plaza del Ayuntamiento, que da paso a una queimada y la degustación de productos típicos alpujarreños.

Moro Tarfe y Garcilarso de la Vega (Santa Fe, Granada)

La popularmente conocida como la “Cruz del Ave María”, que se encuentra al final de la calle del mismo nombre, fue erigida en recuerdo del ya mencionado duelo que tuvo lugar entre el Moro Tarfe y Garcilaso de la Vega en el campo de Santa Fe, señalando el lugar exacto donde se localizaría el momento en el que Tarfe clama venganza y reta al Rey Fernando y a los caballeros cristianos. La Cruz está situada en una recatada placeta a las afueras de la Ciudad, rodeada de las humildes casas de su arrabal y se eleva, pulcramente enjabegada, sobre una truncada pirámide cuadrangular de ladrillos pintados de rojo.
Sin embargo, esta no es la única alusión que existe en Santa Fe que haga referencia a esta conocidísima leyenda. El arte también ha querido representar el lance, a su manera, en la cornisa superior de la fachada principal de la Iglesia Colegial de Santa Fe. En ella se reproduce el triunfo del Ave María con la cabeza del Moro Tarfe reclinada con una pica hincada sujetando la cartela del AVE MARÍA y sendas palmas laterales enmarcando la escena en forma de “V” de victoria. La cornisa se completa con cuatro antorchas cerradas y ceñidas por sendas coronas.

Cuando Salobreña era una isla (Salobreña, Granada)

Granada tiene playa. Es más, tiene un clima costero que es conocido por ser tropical. El mar que baña la provincia granadina es un fenomenal lugar para ir a visitar no solo en verano sino también en invierno para relajarse con temperaturas más suaves que las que tiene por ejemplo la capital. Pero la playa granadina guarda muchos secretos que no todos conocen.

En el de hoy nos detenemos directamente en Salobreña. El bello pueblo costero que se levanta sobre un cerro tan alto como pequeño en extensión que sin embargo ha dado para construir un castillo y la parte más antigua de esta población. Pero ¿te has preguntado alguna vez por qué esa distribución geográfica?
Hace miles de años Salobreña no era lo que es hoy. Además de porque no había asentamiento fijo en esa zona de los humanos que habitaban la Tierra por entonces, no era lo que es hoy porque era una isla. Lo que rodeaba al cerro y al peñón que hoy todos conocemos era el mar. Es decir, que ni la playa de la Caleta ni el Portichuelo existían porque estaban sumergidas bajo las aguas del Mediterráneo.
Con el paso de los años, el río Guadalfeo fue erosionando el terreno por el que bajaba produciendo que lo que rodeaba al cerro y al peñón poco a poco fuese elevándose “construyendo” de manera natural la vega que hoy lo rodea y que está en peligro por los edificios que en los últimos tiempos se han construido. Pero antes de eso, el peñón llegó a ser un islote, algo más alto que en la actualidad, y al que solo se podía ir a nado o en barcaza.
El cerro sobre el que se asienta Salobreña llegó a ser una península y el entorno no tenía nada que ver con lo que es hoy. Por entonces lo que ahora conocemos estaba bajo el mar o apostado en las montañas por las que el Guadalfeo sigue su curso. Un trozo más de historia de nuestra tierra que seguro habría quienes no lo conocían.

El castillo de Salobreña (Salobreña, Granada)

Este Castillo se conoce como fortaleza desde el siglo X. Ya antes la zona estuvo habitada por fenicios y romanos pero fueron los árabes los que construyeron el castillo como tal. Al principio se construyo con fines defensivos, situado estratégica mente sobre una alta roca, desde él se divisa el mar, la vega y hasta Sierra Nevada. Sin embargo, durante el reino nazarí, se convirtió en palacio de recreo de los reyes, según cuentan, en su interior había jardines, fuentes y lujosos palacios famosos en su época, habitados por los mas importantes reyes nazaríes. Estos reyes, en sus luchas internas en dominar el territorio acabaron convirtiéndolo en prisión real y muchos de ellos acabaron cautivos entre sus muros e incluso ejecutados allí. Cuenta una leyenda que existió un rey llamado Muhammed IX, (Hayzari) el zurdo, unos dicen que le llamaban así por su gran destreza en manejar con esta mano la cimitarra, y otros porque todo le salía al revés, fue destituido tres veces, estuvo preso en el castillo varias veces, pero luego siempre conseguía recuperar su trono. El caso es, que este rey tuvo tres hijas trillizas, aunque hubiera preferido varones, se contentó al ver lo bonitas que eran y pidió a sus astrólogos que les hicieran su horóscopo como era costumbre. Fue entonces cuando estos le avisaron de que las guardara muy bien, ya que cuando alcanzaran la edad núbil se las podían robar. Al poco tiempo, el rey quedó viudo, y teniendo presente la predicción de los astrólogos, mandó criar a las niñas en el Castillo de Salobreña, que ya era una gran fortaleza inexpugnable y además contaba con todas las comodidades de un palacio real. Las niñas crecieron allí felices rodeadas de flores, frutas exóticas, fuentes, baños y todo un batallón de sirvientes. Pronto se convirtieron en tres hermosísimas jóvenes con caracteres muy distintos. La mayor Zaida, muy curiosa y de espíritu intrépido. Zoraida, obsesionada con la belleza y las cosas bonitas como las joyas y adornos. Zorahaida, la última en nacer, la mas asustadiza, la mas tímida y sensible. Un día, vieron como llegaba a la playa una embarcación llena de esclavos cristianos, entre ellos iban tres caballeros jóvenes y bien vestidos con capas y relucientes armaduras. Se notaba claramente que eran de alta cuna ya que andaban como si estuvieran rodeados de siervos aun cargados de cadenas como iban. Las tres princesas que solo habían visto esclavos y sirvientes en su corta vida, se enamoraron de ellos. Alguien avisó al rey de que ya las princesas eran jovencitas, y esté las hizo regresar a Granada para vigilarlas mas de cerca. Pero por casualidades de la vida, se encontraron que a los tres caballeros presos los habían llevado a trabajar a la Alhambra. En los ratos de descanso se sentaban a tocar la guitarra y a entonar canciones cristianas. Las princesas, aprovecharon esta situación para comunicarse con ellos con canciones y laudes, y entre las flores y fuentes de la Alhambra se conocieron sin que nadie lo advirtiera. Pronto se declararon su amor por medio de símbolos de flores y mensajes secretos. Hasta tal punto se enamoraron que decidieron huir. Todo se planeó con mucho cuidado, además los caballeros contaban con la ayuda de sus familiares cristianos que les querían rescatar. Una noche escaparon los caballeros cristianos con veloces caballos, fueron hasta la torre de las princesas para huir con ellas. Las dos mayores bajaron rápidamente, pero la pequeña demasiado asustadiza dudó y se quedó en la torre, perdiendo así la oportunidad de huir con su caballero. Zaida y Zoraida llegaron sanas y salvas a territorio cristiano, donde abrazaron su fe y se casaron con sus caballeros. Pero la pequeña Zorahaida quedó en la torre, murió de pena muy joven, y según la leyenda, todavía se oye bajo la Torre de la Cautiva, en las noches de luna llena, una triste canción y el sonido de un laúd que llama a su caballero.

Corina (Salar, Granada)

Cuenta la leyenda que cuando subió al trono el Emperador Trajano, los senadores hispanos celebraron con efusión esa victoria, ya que en la Roma Imperial nadie que no hubiera nacido en Roma podría llegar a ser emperador. Pero Marco Ulpio Trajano, nacido en Itálica, Santiponce, cerca de la actual Sevilla, se había ganado a pulso el nombramiento, pues fue uno de los generales más valorados por sus campañas en las fronteras del imperio.
Uno de esos viejos senadores había viajado hasta Roma para estar en la entronización de su paisano hispano y, de paso, contraer matrimonio con una bella muchacha familia patricia que había caído en desgracia y que con ese matrimonio pactado desde hacía tiempo les devolvería a su antiguo prestigio, pues en Roma todo eran apariencias. Cuando decidió volver a sus tierras cerca de Lacibis (Loja), lugar donde poseía una rica villa agrícola que le reportaba suculentos beneficios, su nueva y bella esposa se negó en redondo a abandonar la ciudad del imperio donde estaba el centro del mundo. El viejo senador Plauto Cornelio impuso sus deseos ante la posibilidad de repudiar a la bella Corina y dejar a su familia en la miseria. Ante la amenaza, la bella romana hizo de tripas corazón y aceptó acompañar a su viejo esposo a la lejana Bética.
La domus (villa) de Plauto se encontraba cerca de las vías de comunicación más importantes de la provincia, las que unía los municipios de Ilberis e Ilurco con Anticaria. La llegada de la joven patricia a la casa fue decepcionante pues la austeridad y simpleza de aquella domus no tenía nada que ver con las de los ricos romanos de su tierra natal. Con las armas de mujer bella engatusó a su viejo marido para hacer que aquella villa fuese un referente de buen gusto y refinamiento, similar a las de los patricios de Pompeya.
De este modo, lo primero que hizo fue traer de Roma un arquitecto amigo de la familia para realizar las reformas oportunas dentro de la vivienda. El ninfeo o santuario consagrado a las Ninfas fue realizado sobre un manantial de agua en forma de U aprovechando el agua que surtía la villa que junto al triclinium, comedor principal de la casa, y una decoración repleta de esculturas daban ese aire imperial que tanto le gustaba. Aún así, algo faltaba a la decoración para que pareciera que estaba en el mismo centro de Roma. Y eran los famosos pavimentos musivos que estaban tan de moda en las villas adineradas de la corte imperial.
El arquitecto le habló de un joven y famoso artista que hacia verdaderas obras de arte, Lucio Castor. Este fue llamado para ornamentar el pavimento con un mosaico policromado de carácter geométrico en el ninfeo-triclinium y de camino encandilar a la joven esposa del senador hispano con el que comenzó una apasionada aventura a espaldas del marido cornudo. Terminado el triclinium o comedor principal a gusto de la señora de la casa, le encargó que hiciera el de ambularco, sala cubierta que comunicaba el atrio con el triclinium y así, a la vez, alargaba la estancia del joven artista en la villa.
En este nuevo trabajo representó en toda la superficie la escena mitológica del cortejo de Poseidón conocido como Thiasos Marino. Los días pasaban y el trabajo de Lucio estaba siendo recompensado en parte con su elevado sueldo y con otros favores que la bella Corina se encargaba de prestar con gran interés y ahínco, mientras su pobre marido, ajeno a todo, pagaba las elevadísimas facturas. Una tarde llegó a la domus un alto militar de Roma amigo de la familia de Plauto, el cual fue recibido con favores y honores por parte del viejo senador. En la cena encandiló a todos con los relatos de sus batallas contra el rey Decébalo de la Dacia, cuestión que agradó enormemente a la bella dama que nunca antes había tenido a un héroe militar tan cerca. Como pueden comprender, aquella noche el joven militar subió al Olimpo de los Dioses en manos de la bella Corina, sin que el astado pariente se percatara de nada.
En los siguientes días, las bromas y guiños entre el militar y Corina no pasaron desapercibidos para el joven artista que, en un ataque de celos, tramó su venganza despechada.
Las obras de la villa terminaron, el militar se fue con sus legiones, el artista a otro trabajo en Córdoba y todo volvió a la normalidad. Bueno todo no, porque el senador cuando vio la maravilla que el joven Lucio había realizado en el mosaico del ambulacro se quedó pasmado de tanta belleza pues ahí estaba Nereida con la cara de su amada Corina montada sobre un monstruo marino rodeada de delfines, angulas, salmonetes y hasta el mero tenía su representación en aquel magnífico policromado mosaico. Pero… ¿qué hace una leona jugando con una pelota? se preguntó Plauto intrigado por aquella figura en el fondo marino. Un pergamino en su despacho firmado por el joven artista al despedirse despejó la misteriosa figura de la leona.
Al día siguiente, la joven mujer salió hacia Roma en un carromato viejo y destartalado con una carta lacrada para su padre donde decía: "Le envió a su hija que tiene más futuro como fornicatriz que como ama de casa". Plauto dejó allí el mosaico de la leona para que quedara testimonio de cómo habían jugado con sus sentimientos.
Como decía el filósofo, "a quien se casa viejo, los cuernos lleva por aparejo".

Los Guenos (Rubite, Granada)

Cuentan Fuensanta Esteban Cervilla, Marino González Dueñas y Enrique Moreno Puerta que a los vecinos del municipio alpujarreño de Rubite les llaman de toda la vida 'Los Güenos'. «Algunas veces cuando se pregunta a los rubiteños ¿de donde es usted?, y contestan de Rubite. Te responden con un tono especial: ¡de 'Los Güenos' de Rubite! De pronto, nos quedamos parados sin saber responder, más tarde nos preguntamos… ¿a que vendrá eso?, pues la repuesta está en una leyenda que data de la Guerra de la Independencia. El origen hay que buscarlo en un hecho acontecido a principios del siglo XIX. En Rubite existía por aquel entonces una familia apellidada Bueno», relatan.
«Esta familia –según Fuensanta, Marino y Enrique- se estableció en Rubite a principios del siglo XVIII como beneficiarios de repartos de tierras. Aquí nacieron sus hijos María y Francisco. Este se casó con Manuela Melero de cuyo matrimonio nacieron cuatro hijos: José María, Antonio y Ramón. Además tenían a su cargo una sobrina llamada María Melero, y dos criados, Juan Díaz y Luis Martín. Los tres hijos varones de este último matrimonio poseían ciertas tierras en el pago de 'La Escarihuela' y otros pagos próximos dedicados al cultivo de la vid. Además de un corti

viernes, 14 de febrero de 2020

El olivo milagroso (Puebla de Don Fadrique, Granada)

La existencia del olivo milagroso relacionado con el eremita o santo mozárabe trascendió y fue recogida por la literatura cristiana a partir del Renacimiento. No obstante, ya en el siglo X Ibrāhīm ibn Yaʿqūb o Abraham ben Yacov era un judío de Torsosa que se dedicó al comercio por tierras musulmanas y cristianas de Europa. Vivió a finales del siglo X. Hacia 960 llegó al Sacro Imperio Germánico y, por orden del califa Abderramán III, hizo de embajador ante la corte de Otón el Grande. Coincidió en sus embajadas a Centroeuropa con el obispo Recemundo de Ilíberis, es decir, el obispo de Granada, que también efectuó trabajos palaciegos en Medina Azahara. Recemundo (en árabe, rabí Ibn Zyad al-U(s)quf al-Qurtubi),  es autor del famoso Calendario Mozárabe. No sabemos por boca de cuál de ellos dos, si del comerciante o del obispo, llegó a oídos del Papa Juan XII la noticia de los milagros que obraban las aceitunas plantadas sobre el cadáver de un santo varón de la Iglesia. El resultado fue que el Príncipe de la Iglesia envió una embajada a Córdoba a solicitar que le fuesen entregadas las reliquias del santo bajo el olivo milagroso. El fin era sacarlas de tierra de infieles y adorarlas en Roma.
Esta embajada papal a Medina Azahara está documentada en el año 961, aunque cuando los emisarios llegaron a la capital del Califato ya había fallecido el último Abderramán y le sucedía Alhaken II. El santo varón que buscaban no era otro que San Torcuato y el lugar mencionado por las crónicas estaría próximo a Baza. Pero para aquella fecha los restos de San Torcuato ya no estaban en Al-Andalus, ya que en el 777 fueron exhumados y llevados a Santa Comba (Orense) y posteriormente a Celanova, donde se encuentra la mayoría de sus huesos.

El Bosque Encantado (Polícar, Granada)

Según dicen en Lugros, un padre y un hijo entraron en el bosque remontando por la orilla del río. Pero en algún momento el niño se perdió y nunca fue encontrado su cuerpo.
Cuentan que aún vaga por las umbrías sin saber que ha muerto, llorando y llamando a su padre. Algunos pastores y senderistas aseguran haber escuchado los lamentos. Quién sabe, toda la Provincia de Granada es muy rica en leyendas y ya se sabe que aquí, todo es posible.

Un río de emociones (Pinos Genil, Granada)

Cuenta la leyenda que aquella cerrada noche de julio de 1940, un tremendo relámpago cruzó el cielo de Pinos Genil. La tormenta de verano estaba haciendo de las suyas sierra arriba. No había ni un alma en las calles del pueblo, la lluvia caía con fuerza y el río bajaba como un potro desbocado. De repente, un terrorífico rayo cayó sobre el álamo negro vigilante frente a la iglesia, abriéndolo por la mitad. Un extraño personaje salió de su interior con cara tiznada, cuernos en la cabeza y un rabo largo con la punta en forma de flecha. Allí estaba el mismísimo diablo con un asunto por resolver.
Su misión era demostrar que Dolores 'la de Salvador' no había sido todo lo buena que San Pedro decía. Pues aquella noche había fallecido y su alma estaba esperando en el purgatorio el veredicto final. Contaba con toda la noche para inclinar la balanza hacia sus intereses y acomodarla en el infierno. San Pedro impuso una condición: tenía que interrogar a un niño, un adulto y una persona mayor, cumpliendo así con el viejo rito de la edad del hombre.
El tiempo apremiaba y la noche no ayudaba. Abusando de sus poderes, despejó las nubes y dejó que una gran luna llena apareciera sobre un cielo estrellado. Con un soplo de su aliento, el calor regresó a las calles de Pinos Genil. No tardaron los vecinos en salir con las sillas a tomar el fresco y en menos de lo que canta un gallo el diablo cambio su forma apareciendo como un angelical muchacho de refinadas formas. Al primer objetivo lo vio cazando ranas en la orilla del río.
-¿Se da bien la caza? -preguntó interesado.
-Muy bien, pues tras la tormenta están saliendo a montones.
-¿Tú conoces a Dolores 'la de Salvador'?
-Claro que la conozco, fue mi madrina y la que me bautizó. No solo a mí sino que a casi todos los niños pobres del pueblo.
El diablo se retiró disimuladamente con el primer fracaso. Visitó el barrio viejo buscando su segunda oportunidad. Ahí estaba con un grupo de mujeres sentadas en sillas de anea tomando el fresco.
-Buenas noches señoras.
-Buenas noches joven.
-¿Ustedes conocieron a Dolores 'la de Salvador'?
-¡La mujer más buena del mundo! -dijo la que llevaba la voz cantante-, gracias a ella pude recuperarme de un parto complicado y me ayudó a criar a mis tres hijos.
-¡Esa mujer se merece el cielo, esté donde esté! -dijeron todas a coro.
"Pues aquí no voy a sacar tajada" -pensó el diablo, "seguro que los hombres tendrán una visión diferente".
La taberna estaba a rebosar, el mosto corría de vaso en vaso y las tertulias estaban en el punto donde la lengua se desata. El diablo se fijó en uno de aquellos hombres.
-Le invito a un mosto caballero, expuso.
-¿Y eso por qué? Exclamó el otro.
-Era a usted a quien buscaba.
El hombre con la cara surcada de arrugas lo miro de arriba abajo.
-Pues usted dirá…
-Vengo preguntando por la mujer de un ex guardia civil, una tal Dolores que traicionó a muchos de este pueblo entregándolos a los militares sublevados.
-¿No se estará refiriendo a Dolores 'la de Salvador'?
-"Por fin encontré al que necesitaba" -pensó el diablo.
-¡La misma, esa pérfida mujer que tenía engañado a todo el pueblo!
El viejo lo miro y con la rapidez de una víbora de la sierra sacó una navaja chotera y se la puso en el cuello.
-¡Nadie que yo deje vivir faltará a esa mujer! Gracias a ella estoy aquí.
-Explíquese -dijo confuso.
-Esa mujer regentaba esta bodega durante la guerra, estaba casada con un ex guardia civil, por eso los guardias eran asiduos al establecimiento. Y en la confianza que tenían entre compañeros, hablaban de las detenciones que iban a practicar al día siguiente. Gracias a ella, muchos del pueblo salvamos el pellejo. Y con un movimiento de cabeza le indicó al diablo donde estaba la puerta.
Terminó la noche sin conseguir que nadie del pueblo hablara mal de Dolores Morenilla. Amanecía ya cuando penosamente y frustrado, regresó al tronco donde apareció y con el fin de vengarse del pueblo, invocó una gran tormenta para que desatara toda su furia en el río y arrasar el pueblo, pero solo consiguió destruir el puente.
Moraleja: Con el diablo ya se sabe, si no te la da a la entrada, te la da a la salida.

Al-Mandari (El Pinar, Granada)

El aire rugía con la fuerza de un León en lo más alto del cerro con la silueta majestuosa del castillo. En una de sus torres defensivas se recorta una esbelta figura, con su túnica vibrante al cielo y sus ojos puestos al infinito. ¡Cuántas batallas han visto sus heridas, cuantas victorias su corazón! Ahora el espíritu  de combate ha dado paso al desaliento y la frustración. Las luchas internas dentro del reino de Granada están dando sus frutos. Su rey Boabdil, prisionero de los Católicos; el zagal, tío de este, acosando todas las fortalezas que son partidarias de su sobrino y en medio de  toda esta locura , el pueblo… ese eterno pueblo que sufre en silencio la ambiciones de los poderosos.
El frío está llegando con la noche y allá abajo, a menos de cuatrocientas varas, el pueblo de Piñar con las casas y sus moradores atizando el fuego, ajenos a la política del reino
” No seré yo el que sacrifique sus vidas en una causa perdida. Cualquiera de mis hombres vale más que esos príncipes ambiciosos de poder. Los guerreros están cansados, son muchos años de batallas y conquistas de uno y otro bando, pero ahora son los propios granadinos los que se devoran entre sí…Para qué luchar. ¿Por qué he de sacrificar a mis hombres”,—Reflexiona en silencio Al-Mandari.
La gran fortaleza se yergue altiva encima del cerro rocoso, son muchas las batallas que han sufrido sus murallas y sus paredes se han reforzado a lo largo del tiempo en dos y hasta en  tres muros adosados unos a otros  para darle  mayor consistencia. Cuantos valientes soldados para defenderla, cuantas lágrimas derramadas, cuantos gritos de dolor han visto estas murallas que durante siglos ha sufrido asedios y celebrado victorias. Ahora esta fortaleza es anhelada por el enemigo. ¿Qué puede hacer un simple alcaide en el límite de la última frontera? ¿Luchar, defender, resistir a cambio de muchas vidas para mantener a una nobleza corrupta?

Unos de los guardias de la fortaleza le lleva un cuenco con algo caliente, pero él lo rechaza, su estómago está revuelto y su ánimo por los suelos. El fuego arde cerca dando a su cara un resplandor fantasmagórico. El soldado se retira con una reverencia y deja a su señor en la meditación interrumpida, mientras el viento sigue aullando por las almenas como alma en pena.
Otea el horizonte buscando una señal, pero Ala se ha olvidado de aquel reducto fronterizo: Fernando el Católico está cercando cada vez más a los granadinos y por si esto fuera poco el Zagal ha declarado la guerra a su sobrino.

” Mi señor Boabdil, que en una cabalgada sin sentido ha caído prisionero de los Reyes Católicos y me temo que de esto no saldrá nada bueno para mi pueblo”.
“No me gusta cómo se está desarrollando esta guerra, las intrigas palaciegas son en este tiempo las que marcan el futuro de una nación, el valor y el honor han caído en desuso y ya no rige el código del guerrero, sino las palabras de los inmorales. Son los acuerdos de los poderosos los que venden  y compran las vidas del pueblo que los mantiene”.
Desde el castillo de Piñar como cada noche, Al-Mandari  podía ver el fuego de Torrecardela que controlaba la zona del río Fardes y la Hoya de Guadix a través de las atalayas de Pedro Martínez. Este espacio fronterizo de Barylat (Los Montes), estuvo constantemente puesto a prueba ante los cada vez más frecuentes ataques castellanos.
“Pero  esta noche será la última guardia del Castillo de Piñar en manos de árabes, Ala así los ha querido y por la mañana partiré con algunos de mis mejores y más fieles guerreros nazaríes rumbo al exilio en tierras africanas. El abandono de esta fortaleza lo hago voluntario. No seré un títere más dentro de este circo de codicia y cobardía. El destino del Castillo, la historia lo escribirá, pero mi destino lo escribiré yo con pulso firme en otras tierras”.
 Abúl Hassan Áli Al-Mandari Al-Garnati, conocido como Sidi Al- Mandari o simplemente Al-Mandari, fue poco después el fundador de Tetuán en Marruecos, pero ésta amigo lector, será otra Leyenda.



Lavadero (El Pinar, Granada)

Viejas leyendas cuentan que en tiempos de moros, en este mismo lugar, venían a verse en secreto dos jóvenes enamorados. El gallardo caballero cristiano y la bella princesa mora. Enteradas ambas familias los quisieron para siempre separar, mas ellos una noche decidieron juntos escapar. Quedaron aquí, donde siempre. Y bajo la luna llena se juraron amor, puro y eterno; el cual al sellarse con un beso…
“hizo brotar este hermoso manantial…”

Origen del nombre (Peligros, Granada)

Muchas personas se sorprenden al caer en la cuenta del nombre que tiene uno de los municipios más cercanos a Granada capital: Peligros. Este municipio del área metropolitana tiene una denominación demasiado castellana y clara que se presta a la leyenda urbana y a algún que otro comentario jocoso acerca de la seguridad del pueblo. Sin embargo, el origen del nombre no va del todo desencaminado.
Porque según algunos historiadores, el término Peligros proviene del latín. En concreto de la palabra “Periculum” que los romanos utilizaban para decir peligro en singular. Y que han sido el paso de las décadas y los siglos los que han ido transformando esa nomenclatura a la actual de Peligros.
Pero hay otra opción que puede explicar por qué se llama así. Esta es también muy posible. Ya que podría deberse a un gran lago que hubiese en la zona también en época de los romanos. “Palus-Paludis” es como se conocería al municipio en aquella época. Significando literalmente lago estancado y peligroso. Nombre del que quizás pudo acabar derivando Peligros al quedarse tan solo con el calificativo del citado lago.

sábado, 8 de febrero de 2020

El Crimen de los Rufinos (Pedro Martínez, Granada)

El hecho que se presenta a continuación ocurrió un aciago 18 de mayo de 1904 en el pequeño pueblo granadino de Pedro Martínez, frontera histórica entre los reinos cristianos y musulmanes que combatieron por el control de la península ibérica durante prácticamente 800 años.
Este suceso transmitido oralmente, ha calado profundamente en la memoria colectiva de los lugareños, y como suele ocurrir, durante todo este tiempo se ha tergiversado la información hasta llegar a nuestros días. Ahora, gracias al historiador granadino Juan Rodríguez Titos, así como a la abundante documentación consultada se ha podido esclarecer que sucedió con la familia que se presenta a continuación.
“Los Rufinos”, apodo por el cual era conocida esta familia, estaba formada por Juan Miguel, natural de Pedro Martínez, viudo, y con un hijo pequeño, el cual se había casado en 1887 con Agustina, una hacendada joven y bien situada, ya que su padre era el administrador de la familia Afán de Ribera. De esta unión nacieron seis hijos: María Francisca, Ramón, Casilda, Encarnación, José y Josefa Feliciana. Vivian bien gracias a las tierras de labranza y ganado que poseían, añadiendo además la tienda de ultramarinos añeja a su domicilio familiar. A pesar de ser unas gentes educadas y alegres, despertaban la envidia de los más pudientes del pueblo, ya que Agustina, rica y de buena familia, además de ser mujer era una forastera.
Se cuenta que, el día de San Isidro, María Francisca, con 16 años recién cumplidos acudió a su primer baile popular. Era una niña muy guapa, de pelo rubio y grandes ojos azules, y a la vez muy tímida. Un grupo de jóvenes de las familias más adineradas del pueblo se le acercó, y uno de los mozos lanzó su sombrero a los pies de la muchacha, lo que en costumbre de la época era una solicitud para bailar con ella. María Francisca hizo caso omiso a aquel gesto, ya fuera por miedo o por timidez debido a su inexperiencia, y dándose media vuelta se marchó de allí sin recoger el sombrero. Los jóvenes estallaron en rabia, y más tratándose de quien era, así que tramaron un plan para desacreditar definitivamente a la muchacha y a su familia. El plan consistía en convencer a un joven de clase pobre para que violara a la muchacha, de esa manera su reputación quedaría manchada y no conseguiría casarse jamás. Antonio, corto de luces, y coaccionado por los señoritos del pueblo aceptó, convirtiéndose en la mano ejecutora de la venganza de un rico.
La tarde del 18 de mayo de 1904 se convirtió en el momento fatídico de la venganza. Aprovechando que la madre había salido a lavar la ropa al lavadero y que tampoco estaba el padre, los señoritos avisaron a Antonio para que ejecutara el plan. Una vecina se pasaba de vez en cuando para vigilar a los niños, pero en un despiste de esta, el joven entró a la casa en busca de María Francisca.
"Algunos Rufinos años antes de la tragedia: María Francisca, Ramón, Casilda y Encarnación".
Allí estaba ella, junto a sus hermanos. Antonio se abalanzo sobre ella intentándola forzar mientras la chica pataleaba e intentaba defenderse como podía. Sus hermanos, armados con palos de escoba y todo lo que podían lanzar defendieron a su hermana con uñas y dientes impidiendo el ultraje sexual. Antonio, frustrado y cegado por el momento, sacó un estilete y apuñaló varias veces a la muchacha en sus partes íntimas y en el vientre mientras los niños luchaban desesperadamente por salvar a su hermana. Una vez huido el agresor, los hermanos de María Francisca la tendieron en una especie de sofá de madera y corrieron a avisar a sus padres. La chica, traumatizada por lo que acababa de suceder se negó a que la viera ningún hombre, y ni tan siquiera el médico pudo hacer nada. Dos días más tarde, el 20 de mayo, con las mismas ropas empapadas en sangre, murió. La mayoría de las gentes del pueblo y parte de la comarca acompañaron y lloraron la muerte de la muchacha en su funeral.
Tras la muerte de María Francisca todo cambió para esta familia, convirtiéndose su día a día en un aliciente más que añadir a la leyenda que quedará sobre ellos. Tras el trágico suceso acabaron enterrándose en vida, lo que provocó muchas rarezas y habladurías entre sus vecinos. Mientras vivieron los padres, la tienda de ultramarinos continuó abierta, aunque resultaba extraño ver a un miembro de los Rufinos fuera de casa. Tan solo las tareas agrícolas les hacían salir de su presidio particular. Los niños dejaron de ir al colegio y comenzaron a instruirse en casa con la ayuda de varios maestros particulares, adquiriendo una buena educación. Al morir el padre, José, el menor de los varones se hizo cargo de la dirección de la casa, poniendo todo su esfuerzo en el ganado que poseían. Aunque siempre vestía un poco desarraigado, al viajar por las ferias de ganado de la localidad, fue el único que se relacionó con relativa normalidad. Ramón, el mayor de los hijos, tomó las riendas de la agricultura, pasando prácticamente todo su tiempo en sus tierras de labranza. Cuando la madre murió, Encarnación se hizo cargo de la casa y de todo el trabajo que eso suponía. Por el contrario, Casilda, muy afectada, no salía nunca de casa, a no ser para ir a misa. Con el transcurrir de los años, la casa y la hacienda fueron degenerando paulatinamente a pesar de poseer tierras, ganado y dinero. La absoluta indiferencia con la que vivían les fue llevando a un estado deplorable. Josefa Feliciana, la menor de los hermanos murió en mayo de 1988, tres meses después que su hermana Casilda. Todos sus bienes se repartieron entre los vecinos del pueblo y el propio ayuntamiento. A pesar de su afección por relacionarse no odiaban a la gente, tan solo asumieron el resto de sus vidas como una larga mortificación.

El Ojo Oscuro (El Padul, Granada)

Cuentan que en una ocasión un carro de bueyes cayó en sus aguas y se hundió tan profundo que no pudo ser rescatado, pero pasado un tiempo, el carro apareció cubierto de algas en una playa de Motril, a la orilla del mar. Una conexión fruto de leyendas que abundan en misteriosas desapariciones de personas que quisieron bañarse en sus aguas, se sumergieron y nunca más volvieron, lo que hace que los vecinos de este privilegiado espacio natural eviten acercarse demasiado a las orillas del Ojo Oscuro y adentrarse entre sus carrizales. No importa que la hoya de Padul, la totalidad del humedal, sea una cuenca endorreica, lo que significa que no posee salida directa al mar y que sus aguas se consideren someras, es decir poco profundas excepto en puntos concretos como este manantial, o el centro de la turbera, donde las extracciones de carbón orgánico perforaron la tierra en busca de los restos de biodiversidad convertida en combustible fósil, entre el que aparecieron los últimos mamuts del sur de Europa.
Este manantial es el origen del espacio natural conocido como Lagunas de Padul, considerado como uno de los grandes humedales del sureste ibérico, el punto al que acudían científicos y naturalistas para estudiar la evolución de poblaciones de aves acuáticas y anfibios que encontraban en el Ojo oscuro un lugar donde vivir, reproducirse, o descansar en sus migraciones. La importancia científica del pequeño lago de aguas de la sierra, generó un interés creciente en la protección de todo el humedal que hoy forma parte del Parque Natural de Sierra Nevada. 
Entre los carrizos y ramas de sauces, se oye el suave silbar de un martín pescador, que intenta alcanzar pequeños peces, gambusías y alevines de carpas, mientras los juveniles de focha buscan algas y pequeños grupos de ánades azulones detienen su vuelo para descansar sobre las aguas y adormilarse en sus orillas protegidos por el carrizal. 
En el extremo sureste de Padul, junto a la antigua carretera de la Costa, a escasos metros de la alberca de Palmones, donde habitan especies de moluscos únicas en el mundo, el Ojo Oscuro es el centro de un ecosistema que sus pobladores quieren creer que conecta con las profundidades marinas. Quizás sepan que en el amanecer de los tiempos, hace cien millones de años, sus tierras, sus lagos, eran parte del mar.

La Casa Grande (El Padul, Granada)

Hay pueblos y lugares donde las leyendas acampan por doquier, el Padul es uno de esos sitios que desde sus orígenes, uno encuentra fascinantes historias que contar. Esta que os traigo hoy es la de la Casa Grande en el centro de la villa.
Cuenta la leyenda que…José se presentó de madrugada en la Casa Grande para trasladar el ganado a la sierra para pastar, como hacía desde que su madre murió con seis años. A los diez era ya un experto en el manejo de la honda y el callao, lanzando pequeños piedras a las patas de las ovejas con el objetivo de mantenerlas juntas y no se perdiera alguna de las crías.  Su inseparable perra «Blanca» le ayudaba en la tarea y así se ganaba el jornal diario, haciendo que el señor de la casa, Martín Pérez Aróstegui y Aguirre le mantuviera y de vez en cuando hiciera llegar a su padre algún que otro cesto de comida.
Fue el padre de José quien le ofreció al Viejo de Vergara la posibilidad de trabajar con las ovejas y cabras de su propiedad. Este al quedar viudo y tener poca familia en el Padul, se le hacía muy difícil criar al niño y así de esta manera en la Casa Grande se encargaron de mantenerlo quedando recogido en buenas manos para ser criado, ya que el viejo soldado de «Felipe él segundo», era un hombre de palabra y aunque algo rudo tenía buen corazón.
La noche la pasó con su padre en la Laguna, cerca de «Ojo Oscuro» al fuego de una hoguera donde la gente del Padul se juntaba para al amanecer empezar a recoger el cáñamo de la Laguna.
Las habladurías que corrían por el pueblo tenían a la gente en vilo pues los rumores de sublevación en la Alpujarra al mando de un príncipe moro llamado Aben Humeya hacían temer lo peor ya que el Padul era un punto estratégico importante.
Antes de que amaneciera se despidió de su padre y se fue a buscar el ganado a la Casa Grande, pero el día amaneció cargado de malos augurios, la noche había sido calurosa por ser mes de agosto, el Viejo de Vergara no había podido conciliar el sueño en toda la noche desconociendo el motivo pero algo se estaba fraguando en el ambiente.
Escudo de armas de Martín Pérez Aróstegui y Aguirre

El chico se presentó como de costumbre en el corral y empezó a preparar el ganado para salir, cuando la tía Paca ––que así llamaba a la gobernanta de la casa––se presentó con un buen tazón de leche de cabra y un trozo de pan de cebada para que comiera algo antes de salir para la sierra, amén del trozo de tocino que le había envuelto en una hoja de parra para el almuerzo, y de postre se encargaría él de agénciaselo en alguna que otra higuera del camino. Tía Paca lo criaba como si fuese su propio hijo aunque a decir verdad el chaval se había ganado el cariño de todos en la Casa Grande.
El Viejo de Vergara así es como todos lo llamaban en el pueblo no era oriundo del Padul sino de Guipúzcoa y  vino como soldado de fortuna con el ejército del rey, una vez terminadas las contiendas por medio mundo, estableciéndose  en este precioso lugar de paso obligado hacia la costa y la Alpujarra.
Como viejo soldado presentía en su alma, que el día iba a traer sangre y muerte, por eso dio orden de que nadie saliese de los alrededores de la casona hasta que él lo dispusiera, pero buena parte de la gente que tenía a su servicio había partido con la madruga, antes de amanecer, hacia el campo. Solo quedaron en la casa la Tía Paca, sus dos hijos y un  peón que se encargaban del mantenimiento del edificio y José que se había  entretenido con el desayuno. 
Los primeros rayos de luz aparecieron detrás de la sierra y con ellos un zumbido de voces y gritos acompañando a todo un grupo de sublevados moriscos del Valle de Lecrín. Corría el año 1569 cuando la Casa Grande del Padúl fue atacada al amanecer y tan solo seis personas pudieron refugiarse dentro del caserío antes de que los morisco aniquilaran a todo el que se encontraba fuera del recinto.
El ataque fue feroz y por sorpresa, solo dio tiempo a atrancar las puertas a cal y canto reforzandose con maderas y todo tipo de utensilios que sirvieron para soportar el continuo golpeteo de los sublevados.
José aterrorizado se fue detrás de Tía Paca hacia las plantas superiores donde ya se encontraban apostados el Viejo, los hijos y el peón, dando trabucazos a diestro y siniestro desde las ventanas.
El primer envite solo duró lo que el viejo tardó en dejar en la entrada de la casa a tres moros tiesos con la escopeta de caza, pero los enemigos se reorganizaron prestos a un segundo ataque.
Mientras el viejo recorría la casona para comprobar la seguridad del inmueble y da órdenes a los suyos de que recogieran toda la pólvora que exista en el almacén.
–– Vamos a vender caro nuestro pellejo. ––le pregona a los de la casa y mirando a José. ––Chaval mal época has venido al mundo, espero que seas valiente y no tengas miedo.
José le contesta.
 ––Señor… solo temo por mi padre, estaba con otra gente en la laguna. 
––Seguro que ha podido escapar. –– Le tranquiliza el Viejo sabiendo para sus adentros que los moros conocen mejor el terreno que pisan y como en su juventud, esto no hacen prisioneros.
––Pero ahora necesito que tú seas nuestra salvación. Sal por la ventana de atrás que pega a la huerta y vete hasta Alhendín y pide ayuda a los cristianos que viven allí y procura que no te vean.
Dicho y hecho. En un abrir y cerrar de ojos el pequeño José se pierde entre la maleza y desaparece. La mirada de Tía Paca con el Viejo le obligó a dar una breve explicación.
                –– Por lo menos él tiene una oportunidad de escapar ¿no...?
Las miradas se cruzan con tristeza pues saben que aquello es una ratonera y que tarde o temprano serán pasados a cuchillo, pero el Viejo no les va a dar esa satisfacción, no al menos este día.
La tarde estaba llegando a la Casa Grande y los ataques se sucedían en pequeñas escaramuzas. Son ocho los moros abatidos por Don Martín, se defendía bien el viejo León, cuando de pronto se oyeron cascos de caballo al trote. Los gritos de uno de los hijos desde la azotea puso de manifiesto la llegada de ayuda.
Al frente de la expedición y subido detrás de un jinete aparece José con la sonrisa de oreja a oreja. La hacienda estaba salvada por el valor de los moradores y un simple pastorcillo.