viernes, 22 de diciembre de 2017

La Cueva del Beso (Navalcarnero, Madrid)

La historia nos cuenta que el rey Felipe V llega a Navalcarnero el día 6 de octubre de 1649, para esperar a su sobrina Doña María Ana de Austria, que viene de Nápoles aquella tarde para casarse con él. La ceremonia se celebra al día siguiente, en la capilla de la Concepción de la Iglesia, acto que celebra y bendice el Cardenal Primado don Baltasar de Moscoso y Sandoval, presente en la Corte Real.
Después de la ceremonia matrimonial, los monarcas son invitados por el Padre Superior de los Jesuitas a visitar la Cueva del Seminario y a degustar los ricos jamones colgados y curados en la casa, los sabrosos quesos que elaboraba el padre Zacarías y los buenos vinos solera de la tierra.
Los reyes desposados aceptaron la ofrenda y bajaron a la cueva, una bodega bien adornada y alumbrada. con grandes candilejas. Se dejaron acompañar por la Comunidad de Jesuitas, por el Cardenal de Toledo y por algunos grandes de la Corte. Cataron las buenas viandas y se entretuvieron tanto en los vinos rancios que al rey se le subieron los colores tanto que, cuenta la leyenda, cogió en brazos a su sobrina carnal, ya reina y esposa y la dio un beso tan fuerte, prolongado y silencioso que el Padre Superior de los Jesuitas exclamó "Jesús, María y José" y se bajó la capucha al igual que el Cardenal Primado. Hasta las llamas de los candiles se inclinaron para ver tal muestra de amor ¡Qué beso, Dios mío, que hasta la reina se desmayó!

Cuenta la leyenda que aquel beso dejó un cierto aroma en la Cueva y que a pesar de los siglos, todavía sigue en el ambiente. Las jóvenes monjas que conocían la historia bajaban a hurtadillas y se extasiaban con el recuerdo y con el olor del célebre beso.

cueva del beso en Navalcarnero

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