Esta leyenda de época medieval, que recogen textos árabes, refiere que con frecuencia aparecían en los campos de cereales de Lorca plagas que arruinaban las cosechas a su paso. Los habitantes de la ciudad cuentan que había en el interior de una iglesia una langosta de oro, a modo de talismán, y no habían conocido estas plagas, hasta que fue robada. A partir de aquel año no han dejado de aparecer estas plagas en los campos de Lorca, con los consiguientes perjuicios para la economía lorquina.
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