A mediados del siglo XIX, en la zona del Teatro Romea se ubicaba un antiguo cementerio que utilizaban los frailes de Santo Domingo. Cuando a estos frailes les fueron expropiados los terrenos, gracia precisamente no les hizo, por ello lanzaron una profecía: Tres incendios se producirían en el teatro cuando el aforo esté completo… En el primer incendio no morirá nadie, en el segundo fallecerá una persona y en el tercero, nadie saldrá vivo…
En un principio, nadie hizo caso a este mal augurio, sin embargo, en 1877 se produjo el primero, que acabó sin tener que lamentar víctimas mortales. El segundo llegó dos décadas después, en 1899 y murió una persona, tal y como contaba la profecía… El tercero aún no se ha producido, se dice que debido a la leyenda negra que se respira por los pasillos del Romea, en todos los eventos se dejan sin vender una o dos entradas para que el aforo del teatro nunca esté completo.
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