domingo, 23 de julio de 2023

Villa Rosalía (Librilla, Murcia)

 La conocida popularmente como Villa Rosalía –no confundir con la casa donde un padre asesinó a su mujer delante de su hija pequeña en 1977, en la ciudad Alicantina de Elda– es una de las mansiones más impactantes de la Región de Murcia por su consagrado estilo modernista. Residencia del Andrés Méndez Ruiz, éste la dejó en herencia a su hijo José, pintor y profesor de dibujo muy conocido y arraigado en Librilla. El nombre de Villa Rosalía le viene porque en 1933 era un hotel de con esta denominación. Se trata de una construcción de principios del siglo XX -1920– con clara inspiración neoclásica que alberga en su interior un reguero de historias relacionadas con el más allá, encontrándose dentro de los itinerarios relacionados con el misterio y la investigación paranormal.

En su interior los vecinos hablan de que se escuchan ruidos, portazos, y gritos. Además, lo que más ha practicado en su interior ha sido la ouija: sesiones y sesiones de este instrumento que supuestamente nos conecta con el lado oculto de la existencia y del que perdemos el control del mismo desde el momento en el que se inicia la sesión.

Uno de los casos que hemos podido documentar está protagonizado por tres niñas que en los años 90 realizaron una sesión de la que nunca se van a olvidar. Al parecer, contactaron con un antepasado de una de ellas y tuvieron que dejar la sesión a medias porque esta entidad estaba jugando con ellas. Las insultaba y les mandaba mensajes obscenos que ni ellas mismas llegaban a comprender, pero que desde luego les transmitían auténtico temor. A los pocos días una de ellas tuvo un accidente en el coche de su padre, otra entró en pánico sin motivo aparente, dejando lo que estuviera haciendo y quedándose petrificada por las voces que escuchaba en su mente. La tercera niña llegó a afirmar que estuvo varios días sin dormir porque le daba miedo entrar en sus sueños, ya que veía una sombra que constantemente la perseguía, despertándose justo en el momento en el que esa sombra estaba a punto de cogerla. Por suerte y tras ayuda psicológica pudieron enfrentarse a sus miedos y superarlos.

El barranco del infierno (Librilla, Murcia)

 Cuenta una de sus leyendas que un pastor iba con un cordero recién nacido en sus hombros y que, al pasar por él, sus sonidos cambiaron, sus patas se volvieron negras y de pezuñas profundas, y el pastor soltó el cordero y marchó corriendo”.

No en vano la Casa Méndez, el cauce del río Orón (o Lymbralla para los antiguos musulmanes)  conocido como el barranco de los espectros y el antiguo cementerio de Librilla, que data de mediados del siglo XVII, forman una tríada perfecta desde el punto de vista sobrenatural. Cientos de apariciones, muertos que son vistos por ese barranco, niñas vestidas de comunión, cientos de suicidios y asesinatos en la zona son los testimonios que podemos traer en una zona donde esta construcción es testigo de excepción tanto del paso del tiempo como del acceso abierto entre nuestro mundo y el más allá.

No en vano este barranco es conocido por los fantasmas que campan a sus anchas en noches de luna llena. Al parecer todo comienza con una leyenda recogida en el siglo XVI, según la cual un pastor iba por ese desfiladero con su grupo de oveja cuando de repente una de ellas se lastima y no puede seguir caminando. Este hombre se percata de lo sucedido gracias a su perro, que se mostraba muy intranquilo, y no se explica cómo el animal tenía las patas traseras tan ensangrentadas, como si hubiera sido atacada por otro animal. Se acercaba la noche y se podían apreciar ya los primeros rayos de luna llena por lo que decide cogerla y llevarla en sus hombros hasta su casa. De repente empezaron a escuchar unos alaridos y a ver sombras que se movían de un lado a otro de la rambla; con mucho miedo comenzó a acelerar el paso con el deseo de llegar pronto a su granja y encerrarse allí, pues tenía la sensación que esas sombras le estaban persiguiendo. En esa carrera contrarreloj se percató de que las patas de la oveja que portaba sobre sí mismo se habían vuelto totalmente oscuras, prácticamente negras.

Asustado soltó al animal y en ese momento se dio cuenta de que esa oveja herida se había convertido en un macho cabrío y estaba intentando morderle. Recordado como el símbolo del diablo, el pastor salió corriendo dejando a ese ser a su suerte. Al parecer, este hecho hizo que brujas y hadas hicieran de este lugar su fortín, en donde según la tradición se realizaban aquelarres invocando a duendes y diablos. 

Desde entonces esta rambla es conocida por la cantidad de suicidios documentados a lo largo de toda su historia, amén de ser un lugar donde los ajustadores de cuentas o los sanitarios se deshacían de cadáveres, los primeros a consecuencia de no cumplir los pactos acordados con los señores de la ciudad y los segundos debido a las enfermedades que azotaron a Librilla en el siglo XIX como el brote de cólera de 1830 a 1835 conocido como la peste amarilla o cólera-morbo-asiática, que llevó al colapso de los lugares de enterramiento como los antiguos camposantos. Desde entonces en Librilla se eligió la antigua ermita de San Sebastián para ubicar allí un cementerio por su tradición de lugar santo y salubridad, según José Antonio Rubio en su libro Mencionando Librilla. Referencias Histórico-Religiosas (SS. XV-XIX).

La cueva del fraile (Jumilla, Murcia)

 Este monasterio jumillano encierra varias leyendas como la de fray Bernardo. Este joven fraile se enamoró de una muchacha del pueblo a la que confesó una vez. Empiezan a verse a escondidas, pero nunca mantuvieron relaciones íntimas. Su amor era casto y puro. Al verse descubierto por el abad del monasterio, fray Bernardo fue expulsado del santo lugar.

Cuenta la leyenda que años después de su partida, un pastor que buscaba cobijo en las cuevas de la sierra, encontró el cuerpo incorrupto de fray Bernardo y junto a él, una carta que explicaba su historia de amor. Desde entonces esta gruta es conocida como la cueva del fraile.