miércoles, 27 de febrero de 2019

El morisco (Cómpeta, Málaga)

Cuenta la leyenda que por abril de 1.569, llegó un morisco camino de Canillas de Aceituno, a rescatar a su mujer, esclava de un cristiano viejo. En Cómpeta informó del éxito del levantamiento en las Alpujarras y de la ayuda que esperaban del exterior, se levantaron en rebelión animados por el competeño Martín Alguacil, a los que se le unieron los moriscos de la sierra de Bentomiz. Aparentemente, Martin Alguacil manifestaba ser leal a la corona y excelente converso, por lo que gozaba de buena reputación ante las autoridades de Vélez.
Por ello el Corregidor Arévalo de Zuazo le mandó llamar para pedirle mantuviera en calma a los pueblos de Bentomiz. Pero aquél, pensando que era para prenderle y luego matarle, se negó a ir. Reunió en la Plaza de Cómpeta a los sublevados de la Sierra de Bentomiz y les animó a luchar con una emocionante arenga en torno a la libertad y al amor a la tierra. Animados por ella, nombraron soberano de Bentomiz, a Martín Alguacil.
Había en Cómpeta por esas fechas 143 vecinos moriscos (unos 572 habitantes) y 3 cristianos viejos. Estos últimos se habían refugiado en la torre de la Iglesia al ver entrar en el pueblo a gente forastera armada. Martin Alguacil hizo desfilar a la gente ante la torre varias veces seguidas a cada uno, pero con ropas y armas diferentes cada vez, a fin de hacer creer a los refugiados que el número de los sublevados era muy superior al real.

El olivo de las ánimas (Almogía, Málaga)

Cuando Almogía fue repoblada por los cristianos viejos que habitaban el reino de Granada, aproximadamente en el siglo XVI, uno de estos cristianos o alguno de sus descendientes, decidió plantar olivos en las tierras que se le habían asignado. Después de hacerlo, al poco tiempo, observó que todas las estacas estaban prendidas salvo una, de aspecto seco.
Comentándole la situación a su mujer, muy devota de las Benditas Ánimas del Purgatorio, le recomendó que a la estaca que quedaba le confiase el crecimiento de ese olivo así como la producción del aceite.
Cuál fue su sorpresa que al poco tiempo de hacerlo, esa estaca estaba más frondosa que nunca. Desde entonces, a ese olivo se lo conoce como “El Olivo de las Ánimas” y, aún hoy día parece despuntar sobre el resto, como si su verdor fuese más intenso.
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martes, 26 de febrero de 2019

Braveheart (Teba, Málaga)

Robert I Bruce, el eterno Rey de Escocia conocido por ser el vencedor de la guerra de independencia contra la corona británica del Rey Edward, unificó a los pueblos del norte y se erigió como monarca independiente en el siglo XIV. 'Braveheart', la famosa película de 1995 dirigida y protagonizada por Mel Gibson tiene varias incorrecciones históricas, aunque la más grave es una que realmente nunca se llega a mencionar en el fim: William Wallace (a quien interpreta Gibson) fue, efectivamente, un astuto soldado que lideró a su pueblo en varias batallas y fue ejecutado por traicionar al rey inglés, pero él no fue Corazón Valiente (Brave Heart, en inglés). Este término corresponde a Robert Bruce y se terminó de consolidar en Teba, concretamente en el río Guadalteba, frente al Castillo de la Estrella, en 1330. Sir James Douglas es el protagonista de dicho fenómeno.
Douglas fue caballero de la corte de Robert I Bruce, y le fue encomendada una misión con la que cumplir el último deseo de su rey: viajar a Tierra Santa, como los grandes monarcas europeos, a combatir a los infieles. Robert I no pudo hacer ninguna cruzada antes de morir, ya que pasó su vida combatiendo a los ingleses. Por ello, en su lecho de muerte, pidió a sus hombres más fieles que le extrajeran el corazón del pecho y lo enterrasen en la Iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén. Sir James Douglas aceptó la empresa, que lideró tras ser elegido por sus compañeros como el más indicado para dirigir la expedición por su cercanía con el rey. Así comenzó el camino, con el corazón embalsamado de su monarca colgado del cuello en un pequeño cofre de plata, hacia oriente. El monarca español, tal y como relata Otero, juega un papel decisivo en esta historia. «En la primavera del año 1330, James había reunido a su alrededor en el castillo de Douglas a veinte de los más buenos escuderos, pronto se deberían unir seis de los más valientes caballeros de Escocia», explica. Tras hacer una parada en Flandes, siguieron el canal inglés, costearon Galicia, Portugal y finalmente llegaron a Castilla. A las puertas del Mediterráneo, decidieron subir el Guadalquivir hasta Sevilla.
Los autores difieren con respecto a los motivos de este desvío: algunos defienden que se tomó en busca de aprovisionamiento; otros porque ya conocían la guerra entre cristianos y musulmanes en la península. En cualquier caso, es ahí cuando aparece Alfonso XI. En ese momento, los castellanos habían puesto el punto de mira en la ciudad mora de Teba para seguir con su avance hacia el sur. Teba está situada sobre una colina empinada y en aquella época ya estaba fuertemente protegida por un recinto amurallado, un castillo (actual Castillo de la Estrella) con vistas hacia Ardales y el valle del río Guadalteba. Alfonso XI convenció a los caballeros del norte de que la Guerra Santa también se estaba librando en el sur de la península Ibérica, diciéndoles que la batalla contra los infieles requería de su ayuda. «La pequeña escuadra de escoceses se enroló con los castellanos bajo el mando del joven rey Alfonso XI y los granadinos bajo el mando del general Osmín», relata Otero.
En el campo de batalla se mezclaron dos disciplinas de combate muy distintas. Los escoceses llevaban años luchando contra los ingleses en enfrentamientos sobre campo abierto, rudimentarios y lineales, basados en las porciones de territorio. La lucha por Al-Ándalus, sin embargo, había llevado a las facciones castellanas y nazaríes a desarrollar mecanismos más complejos, basados en la inteligencia de sus comandantes. Los escoceses fueron mandados a repeler al enemigo en la ribera del río. Durante el fragor de la batalla, Sir James Douglas contempló cómo los adversarios se batían en retirada, por lo que decidió cargar contra ellos, persiguiéndolos, sin saber que iba directo a una vieja trampa nazarí: «Le hicieron una maniobra envolvente, conocida como 'torna fugit', basada en fingir la huida de una parte de las facciones para hacer una emboscada al perseguidor», comenta Otero. Los castellanos ya conocían de sobra este movimiento, pero los nazaríes decidieron probar suerte contra los extranjeros, y salió bien. El 25 de agosto de 1330, Sir James Douglas cae muerto a manos de los nazaríes, pero la leyenda acababa de nacer. Según el mito, antes de morir, exclamó: «Adelante, bravo corazón (brave heart) donde tú vayas has de vencer, Douglas te seguirá o morirá». Así, el corazón del rey tocó una vez más el suelo de la Guerra Santa. «Los hombres de Douglas buscaban por el campo de batalla a su dirigente y al final encontraron su cuerpo rodeado por un círculo de musulmanes muertos, perforado por cinco heridas mortales. Lo llevaron respetuosamente a su tienda de campaña. Más tarde, conforme a las costumbres establecidas, separaron la carne de los huesos. La carne quedaría en España, sería santificada y enterrada en suelo santo. Los huesos encontrarían después su última morada en la iglesia de San Bride, en el valle de Douglas», relata Otero. El corazón del rey fue retornado por el resto de la comitiva, que decidió volver a Escocia tras el fracaso en Teba. Fue enterrado en la Abadía de Melrose.

El mayor experto en esta historia es el malagueño Isidoro Otero Cabrera. El profesor e historiador publicó con la Editorial Aljibe en 2015, el libro 'James Douglas, la cruzada de Brave Heart'. Entre sus páginas se esconden los secretos de este suceso, muy conocido en por los responsables de patrimonio del Ayuntamiento de Teba, vecinos y turistas curiosos, aunque no para el gran público español.
El escritor explica a SUR que el episodio es «apasionante» y que tiene muchos puntos interesantes. Para las páginas de su novela, Otero ha viajado a Escocia, visitado los lugares clave y revisado toda la documentación y literatura relativa a estos hechos históricos, incluidas las memorias de Alfonso XI de Castilla.

Parrito (Casares, Málaga)

Por el escalón rocoso que forma la caliza bajo la cruz fue despeñado el 17 de Enero de 1875 un individuo llamado “Parrito”. Formaba parte de una secta de iluminados religioso-sexuales que oyeron una voz del “más allá” en la que se les pedía un “sacrificio”. Decidieron inmolarse varios de ellos desde la Camorra, pero la mayoría de los comprometidos se echaron para atrás y sólo quedó “Parrito” que intenta también al final no suicidarse pero es empujado y muere.

La Princesa de Casares (Casares, Málaga)

Existía un palacio en los alrededores de Alechipe, el antiguo Lacipo Romano (Casares) que tenía una fuente que aún perdura. Las aguas de la fuente regaban el jardín de aquel palacio y no todos sabían de donde provenían.
Según la leyenda la fuente fue construida por un hombre enamorado de la princesa que vivía en el palacio y a la que pidió matrimonio. La princesa, a la que después se le conoció como la princesa de las flores, solo le pidió a su enamorado, que vivía al otro lado de la sierra, que como condición para casarse con ella, debía hacer que las aguas del Genal regaran su jardín. Ello suponía un gran reto para el enamorado, pero no se arredró. El joven se dispuso a buscar bajadas y terrenos propicios, pasando por el puerto de Ronda para lograr llevar aquellas aguas hasta el jardín de su amada.
Existen restos de una conducción muy antigua que nos hacen creer que aquella antigua leyenda pudo ser una historia verdadera.

El vestido de la Virgen del Rocío (Málaga)

Existe una leyenda que cuenta que la hija de una marquesa de Málaga estaba prometida con un apuesto militar. Cuando iba acercándose la fecha de la boda, la marquesa y su hija tenían todos los preparativos de la ceremonia listos para convertirlo en uno de los grandes eventos de la ciudad. Un día la joven recibió una carta del amado con una trágica noticia para ella: se enamoró de otra muchacha y se esposaría con ella. La joven con la triste noticia no pudo aguantar ese dolor, enfermó y murió de amor.
En 1940, la Virgen del Rocío ya era muy conocida en la Semana Santa por sus vestimentas blancas e impolutas que lucía antes de la guerra. Al no dar tiempo a vestirla para procesionarla, quisieron suspender su peregrinación ese año. Pero apareció la marquesa con el vestido de su hija que nunca llegó a usar y lo donó para que lo luciese la Virgen.
Ésta es una de las muchas leyendas que rodean la Virgen del Rocío.
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viernes, 22 de febrero de 2019

El castaño (Benahavís, Málaga)

Cuenta la leyenda que bajo las ramas del Castaño Santo, en la Sierra Real de Istán, se celebraron misas con más de 100 asistentes. Su envergadura en medio del bosque de la sierra malagueña es un atractivo para fotógrafos, senderistas, ciclistas y demás amantes de la naturaleza. El castaño, que mide más de 15 metros de perímetro y 25 de alto, dispone al visitante una gran sombra para arrojarse a las historias que circulan sobre el paraje. Entre ellas la que asegura que fue bajo el Castaño Santo y encomendado a sus creencias religiosas más profundas donde Fernando «El Católico» encontró la fórmula de la victoria en la batalla por Marbella.
La historia popular cuenta que el Rey Fernando, tras hacerse con Ronda, se marcó como objetivo la conquista de Marbella. Los reinos de Castilla y Aragón pretendían la ensenada de la ciudad, ya que ésta podía servir de estación naval para las galeras y fustas castellanas que arribaran para la guerra contra los árabes. Finalmente el 11 de junio de 1485 Marbella se rindió a la corona española. Las capitulaciones de aquella conquista se firmaron en Cruz del Humilladero, donde el Rey Fernando recibió del alcaide de la de fortaleza marbellí, Muhammad Abuneza, las llaves de la ciudad y el gobierno de Benahavís, Daidín, castillo de Montemayor, fortaleza de Cortes, Oxen, Arboto, Almáchar, Tramores y fuerte de Calalvi en Sierra Bermeja.
La leyenda en torno al Castaño Santo completa la historia y la llena de misticismo ya que, según explica la cultura popular, el Rey Fernando «El Católico», antes de dirigirse a la batalla por Marbella desde Ronda, paró bajo las ramas de este castaño milenario. Junto a su séquito y a las tropas decidió ofrecer una misa para pedir por el retraso del crepúsculo y que, de este modo, el ejército llegase a la ciudad sin ser visto y favorecer la victoria en la contienda.
Este enclave del Hoyo del Bote es un lugar donde pesa la historia y donde las leyendas se suceden. En uno de estos relatos se cuenta cómo tras la rebelión de los moriscos de Istán en diciembre de 1568 y, tras dos años de guerra, en septiembre de 1570 el duque de Arcos, Luis Ponce de León, acabó con la sublevación. Tras la victoria se cuenta que bajo las ramas del Castaño Santo Ponce de León ofreció una misa de acción de gracias por la victoria que se le había concedido.
Esta parte de la Sierra de la Nieves fue, durante mucho tiempo, zona de refugio y escaramuzas de bandoleros. Ronda, muy cerca del Castaño Santo, es tierra insigne de esta parte de la historia de España. Se cuenta que muchos de estos hombres echados al monte descansaron bajo la sombra de este castaño. Relata el mito que la sierra que acuna a este árbol, protegido por la Junta de Andalucía como monumento natural, fue donde la Guardia Civil abatió a los bandoleros Francisco Flores Arocha y Pasos Largos ya en pleno siglo XX. 

La ciudad que pudo llamarse Tazgona (Archidona, Málaga)

El pasado mes de octubre se clausuró la décima edición de Archidona Cinema, el festival de cine andaluz y del Mediterráneo que puso en escena cintas de extraordinaria calidad y trajo hasta esta ciudad del interior de Málaga, aquí donde no llegan las brisas de la mar, a actores, realizadores y productores que tienen su mirada puesta en el Sur.
El festival dejó claro que esta es una ciudad que mira hacia mediodía. Las crónicas de la historia ya lo apuntaban cuando los romanos la llamaron Arcis Domina o Señora de las Alturas. No hay nombre más apropiado para nombrar una ciudad que durante siglos se creyó inexpugnable. En tiempo de los árabes -conocida entonces con el nombre de Arjiduna- alcanzó a ser capital de la cora de Rayya, que es tanto como decir lo que hoy constituye, kilómetro más kilómetro menos, la provincia de Málaga.
Muy pocas ciudades pueden alardear de haber sido testigo de historias como la que acaeció mediado el año 756, cuando Abd al-Rahman I, aquel príncipe omeya huido tras la matanza de su familia por los abbasíes, fue nombrado junto a la muralla de la villa emir independiente del nuevo al-Andalus. Siglos después, Archidona volvería a protagonizar episodios trascendentales para su historia cuando fue cabeza de las revueltas contra el poder califal de Córdoba, encabezadas por el rebelde Omar ben Hafsun.
Y es en su caída cuando Archidona se hace memorable para la historia. Se sabe que la ciudad cayó en manos cristianas la tarde del 28 de julio de 1462. Cuentan que tras dos meses de asedio las tropas castellanas entraron en la villa al mano de don Pedro Téllez Girón, gran maestre de Calatrava. Ibrahín, wali del castillo moro, al ver su ciudad tomada y viéndose derrotado se arrojó al vacío desde el tajo en un último gesto de heroicidad. No fue para menos.
Con su muerte Ibrahín puso fin a una derrota que meses antes había vivido ya en la privacidad de su propia familia. Verdad y leyenda se entrecruzan en esos meses previos a la caída de la ciudad en manos cristianas, cuando los cronistas relatan la huída de la joven Tazgona -hija de Ibrahín- con su amado, el apuesto Muhammad. Ante la intransigencia del wali que la había prometido al gobernador de Alhama, los jóvenes huyeron hacia Antequera. Viéndose alcanzados se armaron de fuerzas para trepar a una peña y arrojarse al vacío tomados de la mano. Narra la leyenda que a partir de esos trágicos sucesos, Ibrahín se tornó cruel e irascible y que su muerte puso fin a una vida de pesadillas y odios.
El lugar desde el que Tazgona y Muhammad se arrojaron lleva el nombre de peña de los Enamorados, está a un lado de la autovía, entre un paisaje de llanuras y corredores, y cuentan que en noches de luna llena el monte se cubre de sombras oscuras, nubes y cerrazones como espectros de los dos jóvenes sin vida.
De la ciudad andalusí, de la villa alta, de aquella que da nombre al pueblo, sólo quedan osamentas, fragmentos, lienzos desvencijados y perímetros equívocos. La ciudad creció tras la conquista cristiana murallas afuera, y el nuevo casal acabó esparciéndose a los pies del cerro de Gracia, donde hoy se ensanchan las calles, las avenidas y las plazas de originales plantas. Cuando el diplomático estadounidense la visitó camino de Granada escribió en su libreta de viajes: «Archidona está situada en la ladera de una elevada colina con las ruinas de una fortaleza árabe y una montaña de tres picos a su espalda».

La Laguna Salada (Campillos, Málaga)

Un día de junio, los ganaderos de las fincas de los alrededores de las lagunas de Campillos empezaron a ver a algunos de sus animales con lesiones graves o incluso muertos, entonces lo denunciaron a la policía local. Algunos de ellos dijeron haber visto una pantera negra y como había otra por Mijas, la mitad de el pueblo les creyeron. El rumor duró bastante, vinieron los medios de comunicación y la gente empezó a asustarse, ya nadie quería pasear por las lagunas. Aun hoy hay quien dice haber visto la pantera, otros piensan que eran unos mastines.

Ermita de Fuensanta (Pizarra, Málaga)

egún la leyenda, en 1566, al hundirse un tabique de adobe se encontró una hornacina que alberga una talla de Sta. María de la Concepción. La imagen fue enviada al obispo de Málaga, Don Francisco Blanco Salcedo, el cual conocedor del deseo de los/las lugareños/as de retenerla, la devuelve y manda erigir una ermita en el lugar donde apareció. Esta será levantada sobre la base de una iglesia mozárabe del siglo X allí existente. Durante la construcción brota un manantial de agua que a la nueva ermita la advocación a la Virgen de la Fuente Santa de Pizarra.
Ya en 1588 se conoce el nombre del ermitaño de Nuestra Señora de la Fuensanta, Fray Cristóbal Méndez, al que se alude como “Ermitaño del Peñón” y que sería sucedido por Fray Juan en 1611. El día 10 de Mayo de 1635 D. Fray Antonio Enríquez de Porres, Obispo de Málaga, visita nuestro pueblo y, habiendo escuchado las quejas de los feligreses y del ermitaño Marcos Pérez (quien a sus propias expensas había fabricado en el santuario “una casa y una torre para poner la campana”) contra los mayordomos de la Ermita de Nuestra Señora de la Fuensanta, extramuros de la población (algunos de los vecinos y vecinas de la villa de Álora) por no haber rendido cuentas de su administración desde 1625, decreta que a la mayor brevedad las rindiesen y que en lo sucesivo a la mayordomía de Nuestra Señora no recayese jamás sino en una persona de la Pizarra.
El 19 de Enero de 1918 al conseguir Pizarra la gracia de Villazgo, se establece la Real Feria y se proclama Patrona de la Villa a la Virgen de la Fuensanta, acordándose festejarla el 15 de Agosto. Permanece la Patrona parte del año en su ermita, bajando en procesión a la villa el 14 de Agosto y permaneciendo en la Iglesia de San Pedro Apóstol hasta el mes de Octubre.
Nuestra Ermita está enclavada en un lugar de incalculable belleza, convirtiéndose en un mirador natural sin igual, ofreciéndonos maravillosas vistas de la vega y sus cítricos, los fabulosos puentes sobre el río Guadalhorce o la Sierra de las Nieves.

jueves, 21 de febrero de 2019

El Puente de las Ánimas (Torrox, Málaga)

La leyenda del Puente de las Ánimas cuenta que el día de todos los Santos, por el puente árabe que abraza el río, a la entrada del pueblo por el camino de Nerja, aparecen los espíritus en procesión en dirección al convento portando antorchas, allá por la media noche. Argumento más que sobrado para que el puente sea conocido por el Puente de las Ánimas.
Entre la tradición y la leyenda puede que aún se siga practicando un rito para sacar de la duda a tantos enamorados inquietos que esperan respuestas sobre su futuro. Se trata de llenar un recipiente de agua en el que el novio debe arrojar un alfiler, y a continuación, la novia, otro. Habrá que dejar toda la noche los alfileres en el agua y esperar a la mañana para ver si sus extremos se unen, lo que hay que interpretar como los mejores augurios para la pareja, su amor vencerá. Si por el contrario los alfileres amanecen cada uno por un lado, es obvio que no habrá buen final en esa relación. Pero cuidado: los hay avispados tramposos que imantan los alfileres para que el resultado les garantice el éxito. Pero no nos engañemos, no será una respuesta cabal.

Las Golondrinas (Nerja, Málaga)

En California, Estados Unidos, hay una antigua tradición donde las golondrinas hacen de La Misión de San Juan Capistrano su casa. Anualmente, pasan el verano en el norte de Argentina y empiezan su vuelo de unos 10.000 Km. de regreso a California sobre mediados de febrero, volando exclusivamente de día, aprovechan las corrientes de viento para poder volar a velocidades de hasta ciento veinte kilómetros por hora. 
La puntualidad asombra a los miles de visitantes que año tras año se congregan el 19 de marzo día de San José, en la tradicional "Fiesta de las Golondrinas", para observar la culminación de una de las migraciones más largas entre las aves, se trata de la llegada de las golondrinas a la misión de San Juan Capistrano, que con su arribo, tras un viaje de un mes, anuncian la llegada de la primavera. 
El primer desfile de la Fiesta de las Golondrinas, tal como es en la actualidad, se celebró en 1960. Las celebraciones en honor al regreso de las golondrinas comenzaron en la década del año 1930.
Una leyenda cuenta que antes de establecerse en San Juan Capistrano, Las Golondrinas se aposentaban en sus alrededores, hasta que un posadero destruyó sus nidos. Las aves, entonces, pidieron refugio en la misión, donde los monjes las acogieron con afecto y respeto. Hacen sus nidos en las ruinas de la vieja iglesia de la misión, construida en medio de dos ríos y muy cerca del mar, por lo cual el sitio resulta muy atractivo para los pájaros, pues abundan los insectos que componen su alimentación, además, las cornisas y arcos de los edificios (devastados por un terremoto en 1812) les ofrecen recovecos seguros para construir sus nidos, hechos de barro. Generalmente vuelan siempre al lugar que han hecho el nido en la temporada anterior, por lo menos un componente de la pareja.
Las golondrinas se han romantizado con la canción de Rene León, “Cuando las golondrinas vuelven a Capistrano.” canción, escrita como un homenaje a la llegada anual de las golondrinas en la primavera a la misión de San Juan Capistrano. En los últimos años, las golondrinas no han regresado a la Misión, muchos dicen que debido a que los nidos fueron derribados hace una década durante las obras de restauración, algunos escépticos dicen que, el regreso de las aves no fue nunca como se ha descrito en la tradición, pues hay poca evidencia científica de que emigran al mismo lugar año tras año.
Será que las golondrinas se han confundido de Capistrano, y por eso en los últimos años hacen sus nidos en los arcos del patio del centro comercial de El Capistrano Village, en Nerja, Málaga, España. Urbanización que al denominarse “El Capistrano” y a esa vieja tradición, cuenta también con un edificio llamado “Las Golondrinas”.

La Cruz de Pinto (Nerja, Málaga)

En este libro Rojo cita a su vez la obra 'Tradiciones malagueñas', de Diego Vázquez Otero, editado en 1953. «Sucedió que los marineros lograron salvarse y llegar hasta el castillo de Nerja, en cuyo pequeño puerto fondeó la maltrecha galeaza. Ante las sorprendidas autoridades del castillo, que oyeron de sus propios labios la historia del capitán, toda la tripulación subió al monte transportando unos redondos de pino que previamente habían cortado, y allí con ellos construyeron la consabida cruz en agradecimiento por su milagrosa salvación», explica Rojo en su obra. La leyenda cuenta que este monte fue el primero que vio el marinero luso cuando amaneció vivo tras la tormenta.
Lo cierto es que en lo alto del cerro lo que hay desde hace décadas es una pequeña ermita pintada de blanco, en la que los lugareños y visitantes depositan velas y pequeñas imágenes de vírgenes y santos, como muestra de devoción. De hecho, en alguna ocasión se han producido pequeños incendios en la cumbre por la presencia de estos elementos. Sin embargo, el origen de esta toponimia parece estar más relacionado con la estructura de la propiedad de la zona y los repoblamientos que se llevaron a cabo tras la Conquista castellana y la expulsión de los moriscos desde finales del siglo XV. Así, al menos, lo constató Rojo en su libro, en el que cita un documento notarial fechado en 1671 en el que se venden las tierras que circundan este cerro y que habían pertenecido al soldado portugués Francisco Pinto, un texto que está en el Archivo Histórico Provincial de Málaga.
«El entrecomillado del documento no deja demasiadas dudas sobre quién fue el que le dio nombre al cerro de Pinto, y quien fue el que colocó la primera cruz sobre el mismo, suponemos que a raíz de algún tipo de promesa, allá por la mitad del siglo XVII. Estos pormenores no se sabrán nunca. Lo único que queda bastante claro es que jamás existió tal capitán Francisco Pinto, ni tormenta, ni galeaza, ni más zarandajas», escribe el investigador de Frigiliana en su libro 'Historia insólita de Nerja'. «De hecho el apellido Pinto existió en esta zona y aún hay personas que lo llevan en el vecino pueblo de Torrox», apostilla. En todo caso, el autor concluye señalando que «de todos modos este duro golpe de realidad no supone la pérdida de un ápice de encanto, de la historia, y de los valores paisajísticos, ecológicos y religiosos que encierra el redondo cerrillo de Pinto».
Vista panorámica del litoral nerjeño desde la cumbre de la Cruz de Pinto. /E. Cabezas

La fuente de la doncella (Nerja, Málaga)

Una leyenda llamada La Fuente de la Doncella nos cuenta que junto al paraje conocido como el pago de Tetuán, próximo a la playa de Burriana, había una fuente de cuyas aguas solía beber una moza, según se dice porque sentía alivio de una enfermedad que padecía desde sus primeros años. En el ir y venir se cruzaba con un guapo mozo que también acudía a la fuente por el placer de beber sus aguas. El tiempo hizo que entre ellos naciera una amistad de la que pronto surgió el amor, y aunque el apuesto muchacho le propuso el matrimonio, ella, consciente de su enfermedad, no quiso aceptar el compromiso. Esto no fue obstáculo para que el enamorado mozo le permaneciera fiel hasta la muerte, idealizándose la historia en una leyenda de amor puro que arrastra la fuente desde el siglo XVI.
De la Cuesta o Barranco de Melí, entre los términos de Nerja, Frigiliana y Torrox, se cuenta la leyenda del moro Melí, un supuesto musulmán que habitaba en los contornos, allá por el siglo IX. Una de entre las muchas aficiones que practicaba el curioso personaje era la de esconderse por aquellos pagos y, según cuenta la leyenda, dedicarse a asustar a todos los que por allí pasaban, del mismo modo que si de un bandolero incruento se tratase. Entre esta y otras fechorías, el moro Melí, que tenía entretenidos a los habitantes del pueblo, acabó convirtiéndose al cristianismo, y tal fue la presencia del pintoresco personaje en estos parajes, que el barranco o cuesta recuerdan el nombre del moro Melí.
La tradicional celebración de San Antón, patrón de los animales, es una tradición muy extendida por todos los pueblos de la comarca, pero es quizás en Maro, pedanía de Nerja, en donde esta costumbre tomó especial significación. A mediados de enero se festejaba en la citada pedanía las fiestas de San Antón, en cuyo honor, todos los que tenían animales encendían hogueras o lumbres a las doce de la noche para que el santo protegiese a sus animales durante todo el año, de lo contrario enfermarían o morirían.
Hoy estas fiestas, documentadas desde el siglo XVII, se siguen celebrando con las tradicionales fogatas conocidas aquí como lumbres. El día 17 se celebra la misa, y a continuación la actuación de la banda de música y la verbena popular abren la fiesta que invita al baile. Antiguamente, cuatro meses antes, se soltaba por las calles de Maro un guarrillo a San Antón se representa con un marranillo a los pies que era alimentado por todos los vecinos y andaba suelto, pues se sobreentendía que éste era el marranillo de San Antón que llegado el día del patrón se subastaba. De ahí procede el dicho de que cuando una familia tenía un niño que estaba abandonado o todo el día en la calle, se le decía: “anda que pareces el marranillo de San Antón…”.

martes, 19 de febrero de 2019

El abecerraje y la jarifa (Coín, Málaga)

Cuenta la leyenda que cabalgaba por los campos de Antequera el alcalde de esa ciudad y de Alora, Rodrigo de Narváez, acompañado de un grupo de sus caballeros mas leales.
Habían salido en prevención de algún grupo moro que intentase talar los campos. Como no habían encontrado nada se dirigían a la ciudad, cuando, de pronto, uno de los caballero del Alcalde vio a lo lejos algunos jinetes que, según sus vestiduras, parecían ser musulmanes. El Alcalde y sus caballeros agitaron mas las espuelas de los caballos para dirigirse lo mas rápido contra esos jinetes tan sospechosos.
Cuando se acercaron más pudieron comprobar que en efecto eran moros de Granada, lucharon cristianos contra moros, pero al fin se declararon vencidos por los cristianos y decidieron entregarse prisioneros. Rodeados por los caballeros de Rodrigo de Narváez, fueron llevados hasta la ciudad, Rodrigo observo que de entre los cautivos destacaba uno por elegancia de sus ropas, por la gallardía de su presencia y también por el semblante dolorido que tenía.

El chivo de los callejones (Coín, Málaga)

Hace muchos años iba un hombre en su mula por los callejones de Coín que llevan al cementerio, que eran acantilados de piedra de cantera con cuevas y ramas de higueras, y allí se encontró un chivo.
Pensando en la suerte que había tenido, el hombre montó al chivo a lomos de la mula y siguió su camino, cuando depronto, en el silencio de la oscura noche, escuchó un ruido (¡Gra, gra!) como de algo que se arrastrara por el suelo. en ese momento el hombre se giró para ver de donde provenía ese ruido tan cercano y vio todo aterrorizado que al chivo le habían crecido las patas y las arrastraba por el suelo y que, además, tenía los ojos rojos, ensangrentados.
A la mañana siguiente se encontraron los huesos del hombre con un chivito al lado.
Desde entonces y hasta los años setenta, en el parque de Coín, enfrente del cementerio, los chiquillos se reunían y apostaban a ver quién era el valiente que iba por los callejones en la oscura noche hasta el cementerio y, una vez allí, encender un mixto para comprobar que habían llegado.

lunes, 18 de febrero de 2019

Virgen de Fuensanta (Coín, Málaga)

La tradición cuenta que en el año 1487 la Virgen de la Fuensanta se le apareció a un pastor en el lugar donde hoy se erige la ermita dedicada a su culto, que fue construida con el esfuerzo de todos los vecinos. Los trabajos dieron comienzo en el año 1544 y no se terminaron hasta 1680, aunque parte de la única nave se acabó en 1620.
La imagen de la Virgen de la Fuensanta es obra del siglo XV. Tiene 11 centímetros de altura, y según otras versiones, debió ser traída por alguno de los caballeros que intervinieron en la conquista de Coín. Todos los años, el primer domingo del mes de junio se celebra una Romería popular en la que participa todo el pueblo.

Barranco Blanco (Alhaurín el Grande, Málaga)

Hay una leyenda que en algún lugar en el corazón de Andalucía, dentro de la zona de Alhaurín el Grande, la ciudad donde el escritor Inglés, Gerald Brenan, pasó gran parte de su vida, hay un valle secreto que tuvo un pasado siniestro. Aquí, durante la Segunda Guerra Mundial, se dice que los miembros del alto mando nazi se fue a descansar y alejarse de todo. Y fue aquí que los líderes del Eje, Hitler y Mussolini, se reunieron para discutir la guerra estrategia. Por supuesto que no existen registros oficiales, por lo menos no está disponible en el acceso del público, y todo el asunto se mantiene en secreto. También hay rumores de que había un restaurante por una rotonda entre Alhaurín y Coín, donde los oficiales alemanes de alto rango a veces se reunieron a principios de 1940. En realidad sólo hay un lugar que esta descripción podría encajar y es un campo que parece un set acondicionado para una filmación, este lugar es boscosos y pintoresco, con pequeños grupos de bajos edificios blancos con techos de tejas de terracota en los dos lados de la rotonda, y en la ladera sobre una construcción almenada y torres, con reminiscencias de Transilvania, que habría hecho de Mr. Drácula estar orgulloso de ser este un lugar de retiro de su castillo de verano.
Barranco Blanco en Andalucía

jueves, 14 de febrero de 2019

La Virgen de los Remedios (Cártama, Málaga)

Cuenta la tradición que, un día del año citado, un pastor de ovejas que apacentaba su rebaño entre los riscos de la colina halló colocada, entre los tallos de una frondosa esparraguera, una pequeña estatuilla cuya esmerada talla daba forma a una dama de lindo rostro y de muy suaves perfiles.
Aunque en un principio se extraña por no haberse percatado de su presencia en cualquiera de las tantas veces que antes había estado allí, un gesto de alegría inunda el rostro de aquel hombre al pensar en lo contenta que iba a ponerse su hija con aquella figura, que podría utilizar en sus juegos como muñeca.
Sin más cuestión que plantearse, el pastor aparta a un lado el ramaje que rodeaba la estatuilla, la coge y la guarda cuidadosamente en el zurrón de esparto en que llevaba la comida. Y como las penumbras de la noche estaban a punto de caer, el pastor emprende su retorno al hogar.
Al llegar a casa y buscar en el zurrón la pequeña figura que traía para su niña, comprobó muy extrañado que no se hallaba en donde él la había puesto. Al momento pasó por su cabeza la posibilidad de que, llevado quizá por la sorpresa del hallazgo, bien pudo haberla olvidado en aquel sitio, aunque también se planteó otra posibilidad aún peor, podría haberla extraviado durante el regreso a casa.
La suerte que pudo haber corrido aquella extraña figurilla no le propició conciliar el sueño aquella noche. Por eso, al día siguiente, para salir de dudas, volvió al mismo pastizal del día anterior nada más se hizo el alba. Entonces, una alegría aún mayor que la que había experimentado antes le recorre su cuerpo entero: allí, exactamente en el mismo sitio, entre los tallos de la esparraguera de abundantes hojas, se hallaba la escultura que representaba una bella dama.
Se aseguró esta vez de introducirla en el zurrón, que cierra con una cuerda, y se lo cuelga al hombro ceñido con una correa. Ya en casa, el hombre se dispone a coger la figurilla, y su asombro desborda toda la capacidad humana de sorpresa cuando, al abrir de nuevo el zurrón, comprueba que, nuevamente, sin que se hubiesen aflojado las ataduras ni roto el zurrón, no había el menor rastro de la imagen que había depositado allí no hacía mucho.
  
              


Este prodigioso hecho se repitió tres veces consecutivas, lo que induce al pastor, hombre de sencilla fe y cristiano viejo, a interpretar el extraño suceso como una señal del cielo.
De inmediato corre a casa del cura del pueblo, a quien le expone lo ocurrido. Sorprendido también por lo raro del relato, el preste cree pertinente compartir su sorpresa con algunas otras personas tenidas por piadosas, a fin de que le expusieran su opinión sobre el alcance que pudiera tener tan inusual acontecimiento. Como no podía ser otra manera, todos coinciden en que era imposible que lo referido por su convecino fuese una invención; el hecho entrañaba tanto portento que estaba por encima de la ciencia y de los recursos del pobre pastor.
Por fin, y aunque ninguno se había atrevido antes a manifestarse en tal sentido, el cura y las personas consultadas concluyen que la pequeña escultura hallada por aquel humilde pastor era una imagen de la Virgen María y que el hecho de persistir en aquel sitio dejaba bien claro que la Señora del Cielo había querido manifestar su voluntad de que le fuese rendido culto y devoción en el mismo lugar en que había sido hallada.
La explicación de los hechos fue admitida como cierta por todos los habitantes de la localidad y de otras vecinas. Puesto en conocimiento el obispo de la voluntad de la Virgen, dio permiso para levantar en aquella colina una ermita en su honor bajo la advocación de la «Virgen del Monte», nombre con el que todavía se conoce el monte en que se levanta el santuario.
Hasta aquí la parte de esta creencia que entra en lo estrictamente legendario. Que creamos o no lo narrado hasta ahora sólo dependerá de nuestra permeabilidad a lo extraordinario. Con todo, no para aquí la explicación del hecho que supone esta festividad cartameña. La historia quedaría incompleta si no la complementamos con este otro relato que, aunque está avalado por la Historia, presenta algunos ribetes de fantasía, fruto, como ocurre siempre, del fervor religioso de la gente sencilla.  
1579 fue un año de tristeza para toda España. Ese año tuvo lugar otro brote de peste negra. Nuevamente, este azote de la humanidad había hecho acto de presencia, cebándose con vida de los más humildes. Eran tantos los que morían que apenas si había tiempo durante el día para darles cristiana sepultura. Pasaban los días y los contagios, en vez de disminuir, aumentaban en proporción aterradora. La gente solo se ocupaba en prepararse para bien morir, dejando a un lado todos los negocios y cosas terrenas, incluso el cuidado de sus propios hijos.

La mina de agua (Ronda, Málaga)

Las leyendas sobre la mina de agua que hay en la casa del Rey Moro de Ronda (Málaga) son fruto de la ignorancia que tenían los conquistadores cristianos acerca del funcionamiento y el fin de esta compleja obra de ingeniería. La minapermitía a los antiguos rondeños abastecerse del río Guadalevín, muchos siglos antes de que una rotura en el colector de aguas residuales de la localidad haya reducido este curso de agua a un charco pestilente. En el siglo XIV, al fondo de un pozo construido aprovechando una grieta natural de la roca, una noria horizontal extraía el agua, que era transportada a lo largo de 365 peldaños por una cadena humana de sirvientes.
En 1485 el marqués de Cádiz conquistó Ronda para los Reyes Católicos. Y cuando los atacantes descubrieron la mina, que en los últimos tiempos había sido usada como calabozo, encontraron allí varios prisioneros en un estado lamentable. Este hallazgo, unido al desconocimiento sobre la función y el mecanismo del ingenio, alimentaron las habladurías que dieron pie a las leyendas.


La más famosa cuenta que uno de los últimos reyes musulmanes de Ronda, Abomelic (personaje histórico que gobernó la ciudad en el siglo XIV) mandó construir la escalera que desciende por la mina para que su hija, de extraordinaria belleza, pudiese bajar hasta el río para bañarse fuera de la mirada de los rondeños. Los sirvientes de Abomelic habrían excavado los peldaños a razón de uno por día durante un año, lo que explicaría los 365 peldaños originales de la escalera, reducidos a poco más de 250 tras varias remodelaciones.
La leyenda de la princesa es, según los actuales propietarios de la casa, una tergiversación de otra leyenda sevillana que los colonos traídos a Ronda por los conquistadores cristianos habrían usado para explicar la función y finalidad de una obra que estaba fuera del alcance de sus conocimientos técnicos.
A partir de la conquista cristiana de Ronda, todo lo que tuviese que ver con la mina quedó envuelto en misterio. De ahí que, cuando en el siglo XVII se descubrieron restos de cal en sus paredes con inscripciones de cruces y grafitos con el nombre IHS (Jesucristo), muchos lugareños no tardaron en relacionar estas inscripciones con el supuesto cautiverio que habría sufrido un caballero cristiano entre los muros de la mina, cuando la ciudad aún se encontraba bajo dominio musulmán.
Hoy, la antigua instalación de abastecimiento de agua forma parte de la casa palacio del Rey Moro, situada en la cuesta de Santo Domingo. Aunque no se han hallado pruebas documentales de su construcción, sí que se sabe que la casa, de estilo neomudéjar, data del siglo XVIII. Tal vez influidos por las leyendas que circulaban sobre la mina de agua, los primeros propietarios de la casa, unos parientes de los marqueses de Salvatierra, colocaron sobre su puerta el retrato de un rey musulmán tal y como se lo imaginaban en la época.
La siguiente propietaria fue la duquesa de Parcent quien, harta de las leyendas que circulaban sobre la mina, mandó sellar el pozo y encargó al paisajista francés Forestier (1861-1930), diseñador del Parque de María Luisa de Sevilla, el trazado de los bellos jardines que hoy adornan la casa, una de las pocas obras andaluzas de este francés innovador.

El hada del bosque (Alhaurín de la Torre, Málaga)

Hay leyendas en las que se cuenta que existen piedras cuya función es mostrar la existencia de una población cercana y, en este caso en cuestión, se dice que las hadas de los bosques tienen por costumbre elegir una piedra especial. Según se narra, estas piedras dan la bienvenida a aquellas almas nobles que se adentran en los bosques.
La leyenda en sí cuenta que un día un fotógrafo se sintió atraído por una imagen poco común, un pequeño sauce (especie poco común en la zona) junto a una piedra. Al fotografiar la escena apareció en la fotografía una criatura que juró no haber visto en el momento de tomar la foto. Por tanto, tras varios intentos fallidos de fotografiar esos hechos, decidió grabar unos símbolos como señal para su próxima visita, en la piedra. Sin embargo, tan pronto terminó, el clima cambió bruscamente y repentinamente la vegetación cercana comenzó a secarse. Se cuenta que el sauce dejó de crecer, se secó y la energía que daba vida al lugar, se esfumó sin saberse con exactitud la razón.
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El peñón de los enamorados (Antequera, Málaga)

Durante la conquista cristiana de Al-Andalus, la comarca de Antequera fue un lugar fronterizo entre los reinos cristiano y árabe. Un joven soldado cristiano llamado Tello fue hecho prisionero por los árabes y llevado a las mazmorras de la alcazaba. Una mañana, Tello recibió la visita de la hija del rey moro, una joven de gran belleza conocida como Tazgona. Tras cruzar sus miradas, cayeron rendidos al amor.
Desde ese día, la princesa buscó cualquier excusa para bajar a diario a las mazmorras donde, junto a su soldado, urdieron el modo de escapar de la cárcel y también de la ciudad. Tazgona y Tello eran conscientes de que ni árabes ni cristianos verían jamás su unión con buenos ojos. Armados solamente con el amor, los jóvenes escaparon una mañana. Pocos minutos después de la huida, al rey árabe le llegó la noticia de la fuga. El padre de la princesa organizó un batallón para dar caza y muerte al soldado cristiano y recuperar a la muchacha. La mala suerte quiso que ese mismo día las tropas cristianas asediaran Antequera, por lo que los dos amantes, acorralados e indefensos, decidieron subir hasta la cima de una afilada peña.
Ya en la cima de la enorme roca, prefirieron arrojarse al vacío antes que separarse. Cogidos de las manos e inertes, el rey árabe y el rey cristiano contemplaron a los amantes y, angustiados, decidieron rechazar cualquier lucha para hacerse con el gobierno de la comarca.
Peñaenamorados

Cueva del tesoro (Rincón de la Victoria, Málaga)

Según estudios contrastados, la diosa Noctiluca tenía un santuario con un altar en la Cueva del Higuerón. Este altar tallado en el interior de la cueva de forma natural representaba una media luna creciente sobre la que hay una formación pétrea con una luna llena en el centro. Noctiluca, diosa de la fecundidad, la vida y la muerte, era adorada por los fenicios, cuyas monedas acuñadas en la ceca de Málaga representaban en el reverso un altar y formas similares a la de la cueva.
En una publicación de Cecilio García de la Leña, a finales del siglo XVIII se dice que en la Cueva del Higuerón se ocultó Marco Licinio Craso (115 a 53 a.C.) cuando huía tras el asesinato de su padre, motivo por el que una de las cuevas lleva su nombre.
Otra leyenda da paso a la Cueva del Tesoro, que se trata de la misma del Higuerón y es la que recoge Manuel Laza Palacio en el libro ‘El tesoro de cinco los reyes’, en el que describe que cinco monarcas hammudíes, antes de huir, enterraron un fabuloso tesoro en algún lugar de la cueva. Es conveniente aclarar que Manuel Laza Palacio halló a mediados de la década de los 50, cuando realizaba el estudio de esta cueva, seis dinares de oro del siglo XII. Una segunda versión señala que el tesoro fue enviado desde Orán por el califa Texufín Ben Alí, rey de los almorávides, que llegó a la costa malagueña huyendo de una sublevación en la que con seguridad hubiera perecido.
Una vez más la historia se mezcla con la leyenda y la Cueva del Tesoro toma otro nombre, la Cueva del Suizo, pues fue Antonio de la Nari, noble suizo que había pertenecido a la guardia papal, quien tras adquirir la cueva a mediados del siglo XIX, la exploró durante veinte años y murió dentro de ella, cuando lo sepultó una carga de dinamita que él mismo había colocado para abrir o descubrir nuevas galerías, pasando a ser desde aquel nefasto día de 1847 parte de la historia y la leyenda de la cueva. Inmediatamente surgió el rumor de que el alma atormentada del desdichado helvético vagaba por los barrancos haciendo apariciones esporádicas para espanto de los que la veían.

El faro de la doncella (Estepona, Málaga)

El  nombre de Punta de la Doncella, según las leyendas locales, tiene relación con una tragedia ocurrida a mediado del Siglo XVI según la cual una doncella de una familia acaudalada se suicidó arrojándose desde los acantilados por causa de un amor imposible con un joven de inferior categoría social.

La fantasma de Estepona (Estepona, Málaga)

En 1318, sublevado Ismael-ben-Ferag, que después fué rey de Granada, contra su tío Nasar-Abul-Giux, se apoderó de algunos pueblos y ciudades pertenecientes a Nasar, siendo uno de ellos la villa de Estepona con su castillo; pero viendo Ismael que su tío no podía dejar impune su traición, y que le aprestaba a salirle al encuentro con un ejército poderoso, pidió ayuda al infante D. Pedro, tutor de D. Alfonso el Onceno, cediendo como prenda de amistad, entre otros dones, la villa de Estepona a la corona de Castilla.
Tomaron posesión de ella los castellanos, retirándose los moros a la tierra, y llevando consigo sus mujeres, sus hijos y sus riquezas; pero también se tomó posesión del castillo examinando hasta el último rincón, y pasaron meses en él los nuevos poseedores, sin que ocurriese nada que les llamara la atención.
Pero una noche ¡noche de tempestad! la bóveda celeste, cubierta con el negro crespón de la noche, había ocultado la luz de las refulgentes estrellas; la mar embravecida batía en las rocas; las olas rugían; el estampido del trueno retumbaba en el espacio, y el viento, que soplaba impetuoso, silbaba en los ángulos salientes del castillo.
Eran las dos de la madrugada; Garci-Pérez, soldado viejo, buen cristiano, valiente en la pelea, hombre que no se acobardaba ante un escuadrón de moros pero ignorante y supersticioso, hacía la centinela sobre la barbacana del castillo apoyado en su ballesta, cuando entre el ruido de la tempestad percibió la encantadora voz de una mujer, que entonaba una canción árabe al compás del salterio.
Al principio le pareció una ilusión de los sentidos; prestó atención, y se cercioró de que no se engañaba; en uno de los intervalos en que el mar, el trueno y el aire parecía que descansaban para volver con más fuerza al infernal concierto, oyó clara y distintamente el salterio y la voz; al parecer, aquellos sonidos debían salir de debajo de la tierra; el buen Garci-Pérez temió que el alma de alguna mora, estuviese penando en los cimientos del castillo.
Apenas le relevaron, buscó al gobernador D. Gonzalo Manrique para referirle lo que había oido: al día siguiente se registró todo, hasta las casas inmediatas, y no se descubrió ningún indicio que pudiera revelar de dónde salía aquella voz; D. Gonzalo creyó una fascinación del viejo soldado cuanto le había dicho; pasaron dos meses sin que se volviese a oir nada y nadie se volvió a acordar del salterio ni de la cantora.
Pero a los dos meses, en una noche tranquila y apacible, se volvió a oir la voz; entonces no fué Garci-Pérez fué toda la guarnición la que la oyó, y era indudable que cantaba dentro del castillo; se volvió a registrar todo, no quedando rincón que no fuese examinado con la mayor escrupulosidad; mas fué inútil; no se descubría el nido de aquel ruiseñor.
A la noche siguiente; otro soldado valiente y decidido, menos preocupado y supersticioso que Garci-Pérez, se paseaba por la terraza a las doce de la noche, cuando vió cruzar por el patio una visión, que le pareció una mujer cubierta con un velo blanco; lejos de aterrarse, tomó una lámpara de mano que encontró al paso y se lanzó a la escalera; al llegar al último tramo se encontró cara a cara con la visión, que subía; la asió de un brazo; ella apagó de un soplo la lámpara; él empezó a gritar para que acudiesen a ver su presa; mas cuando llegaron varios soldados con luces le encontraron lleno de confusión y con un alquicel en la mano; la visión había desaparecido: nadie pudo adivinar por dónde, y Men Rodríguez, que así se llamaba el soldado que la vió, aseguraba que se había filtrado a través de los muros.
Otra noche bajaba Garci-Pérez a las cuadras, y en el mismo tramo de escalera se encontró una mujer hermosa, de ojos grandes y rasgados, de mirada penetrante, pálida y ojerosa como un espectro; subía la escalera, y no se oían sus pasos ni rozaban sus vestidos; fijó en el soldado sus desencajados ojos, y cuando él haciendo un esfuerzo sobre sí mismo procuró apoderarse de ella, desapareció, como desaparece una pompa de jabón echada al aire bajo la mano que trata de cogerla.
Desde aquel día los cantos se oían con más frecuencia; varias veces se echaban de menos provisiones de la guarnición, y en su lugar se encontraba siempre un pergamino, que decía en caracteres árabes: “pago lo que me llevo,” y dentro de él algunas doblas de oro, con sello moruno; el gobernador se desesperaba por no poder descubrir el sitio en que se ocultaba aquella mujer; la guarnición, preocupada y supersticiosa, la creía alma del otro mundo.
Para acabar de trastornarlos, coincidió el que algunas noches, después de escucharse la canción, se escandalizaba la villa, porque aparecía una terrible fantasma, la cual, según afirmaban los que la vieron, no corría; se deslizaba como una exhalación; llegaba a los muros del castillo, y se evaporaba; desaparecía, o se filtraba en el muro, como la gota de agua al caer en la tierra.
Ismael-ben-Farag, logró que su tío Nasar-Abul-Giux abdicara, contentándose con el gobierno de Guadix, y alzado con el trono de Granada, libre ya de su contrario, se volvió contra sus aliados, invadiendo los Estados castellanos: D. Gonzalo Manrique, encargado de la custodia de la villa y fortaleza de Estepona, se desesperaba al saber que una mujer habitaba en el castillo, que entraba y salía sin que se supiera por dónde, y que una fantasma viniendo de la montaña atravesaba la villa y penetraba a través de los muros, sin que nadie pudiera impedirselo; ¿cómo respondería de la seguridad del castillo, cuando había entradas desconocidas por él, y que las sabían sus enemigos?
Se oyó otra noche la canción; los gritos que resonaron en la villa, y el tropel de gente que corría anunciaba la llegada de la fantasma, y que era perseguida; la guarnición estaba alerta; los de fuera se encontraron chasqueados con la desaparición de la fantasma al llegar al muro; pero en la escalera del castillo se encontró Men Rodríguez con ella, y quiso detenerla a cuchilladas; la fantasma tiró el aparato que la encubría, y se presentó un moro que yatagan en mano se defendía valerosamente; ganó la escalera, y se internó en los salones; acudieron más soldados; el rastro de sangre que iba dejando demostraba que estaba herido; de pronto se presentó la visión, que envuelta en un alquicel blanco, se
interpuso sobre el moro y los soldados; estos a su vista quedaron sorprendidos; ella, tirando, del moro, ganó una habitación vecina cerrando la puerta; aquella habitación, no tenía más salida; el gobernador mandó derribar la puerta y cuando entraron persuadidos de que iban a encontrar su presa, se encontraron con que la visión y el moro habían desaparecido; se registró por todas partes, y no se halló ni el más leve indicio de salida oculta; la ventana única tenía una formidable reja. D. Gonzalo mandó demoler aquella habitación; las paredes empezaron a venir abajo; el piso se desenlosó, y ¡nada! Al fin, en un ángulo de la pared sonó a hueco; trabajaron las piquetas, se desplomó un tabique, y descubrió una especie de nicho; ¡pero allí no había más que un esqueleto de pié! Aquellos soldados que tantas veces veían la muerte en los campos de batalla, huyeron aterrados ante aquel esqueleto, figurándose que el moro y la visión eran almas del otro mundo.
II
Eran las diez de una hermosa mañana de Febrero; esas mañanas en que el sol de invierno consuela y vivifica los miembros entumecidos por el frío; el mar estaba tranquilo, las barcas se mecían muellemente en sus olas, y los pescadores aprestaban sus redes para salir al estrecho; la guarnición del castillo de Estepona estaba formada en el puente levadizo y en la muralla real; su gobernador D. Gonzalo Manrique, salía con su escolta a recibir a un guerrero anciano que se acercaba con séquito de pajes y escuderos: aquel anciano era D. Rodrigo de Lara, noble y valiente caballero que había servido con gloria a las órdenes de D. Alfonso el Sabio, de D. Sancho IV, de D. Fernando el Emplazado, y aun guerreaba en defensa de Alfonso el XI; frisaba en los ochenta años; su rostro era venerable, su mirar franco y expresivo; su cabellera, barba y bigote blancos y relucientes como hilos de plata, al llegar a él don Gonzalo se abrazaron, y sacando de su escarcela un pergamino cerrado y sellado con las armas de Castilla y León, lo puso en manos del gobernador de Estepona; aquel pergamino decía así:
“Gonzalo: Ismael rey de Granada acaba de tomar por asalto la ciudad de Martos; en los horrores del triunfo, un pariente suyo, llamado Mohamed, salvó a una joven cristiana de los insultos de la soldadesca, enamorándose de ella; mas habiéndola visto Ismael, concibió igual pasión y la mandó conducir a su harén: irritado Mohamed ha asesinado a su rey.El hijo primogénito de Ismael ha sido proclamado en Martos rey de Granada, con el nombre de Mohamed IV. Pero como es consiguiente, reina la confusión en el reino granadino; y tratando de aprovechar esta circunstancia, reúno todas las fuerzas disponibles en Castilla, para recobrar las plazas y ciudades que Ismael me ha arrebatado; así pues, necesito a mi lado todos mis capitanes; por lo tanto, D. Rodrigo de Lara, portador del presente, que por su avanzada edad no puede soportar las fatigas de la campaña, puede defender con su valor y experiencia un pueblo y su fortaleza; le entregarás el mando de esa villa y castillo de Estepona, y vendrás a reunirte conmigo, trayendo la gente de armas que esté a tus órdenes.Cuartel general de Despeñaperros, a 14 de febrero de 1324.- Yo el Rey.”
Mucho se alegró D. Gonzalo de que le relevasen de aquel mando; mas como bueno y leal puso en conocimiento de D. Rodrigo cuanto ocurría; mas éste había sido informado en Marbella de lo que pasaba en Estepona, y daba poca importancia a lo que se llamaba cuento. Se le refirió el combate de la fantasma, que era un moro, su desaparición y el hallazgo del esqueleto: mas cuando terminaba D. Gonzalo su narración, entró muy azorado Garci-Pérez, porque paseándose por el patio fué a sacar su pañuelo de la escarcela, y se encontró en ella un pergamino que decía:
“Si no ponen esta noche en el patio del castillo, provisiones de bálsamos, hilas y alimentos para asistir al herido, mañana al amanecer pongo fuego al castillo. Espero que no daréis lugar a ello, facilitando lo que pido, y retirándose todos, para poderlo tomar sin ser visto. Por lo demás, nada tenéis que temer de nosotros; os lo juramos, por el madero sagrado en que murió Jesucristo.”
La lectura de este pergamino causó una sorpresa extraordinaria, un juramento cristiano lo concluía; el herido era un moro; la mujer que ellos habían visto era una mora; ¿sería aquel juramento una burla?
D. Rodrigo, con asombro de todos, mandó que se les proporcionara lo que pedían.
El esqueleto encontrado en el derribo de las paredes de la habitación en que había desaparecido la visión y el moro, estaba envuelto en restos de un ropón carcomido por el tiempo, y sus piés estaban en unas babuchas que aún conservaban algo de su primitivo adorno: don Gonzalo lo mandó colocar en el cuerpo de guardia, para enterrarle después: ¡mas asombro y terror de jefes y soldados, cuando fueron a darle sepultura, había desaparecido!
Aquella noche, en la misma escalera donde habían encontrado siempre a la visión, hablaban dos personas envueltas en blancos alquiceles; la una era mujer el otro un hombre; ella le mandaba salir del castillo y que se dirigiera a la sierra Bermeja, para que buscara y trajese consigo a un doctor árabe de los más entendidos para que curase al herido; que se procurara dos trajes de cristianos, y que envueltos en anchos tabardos, rondasen a las doce de la noche las inmediaciones del castillo, que su canto les avisaría cuando fuera la ocasión de que penetraran en él; que lo demás quedaba a su cuidado; el moro partió, desapareciendo por salida misteriosa, y ella desapareció en el tramo de la escalera.
D. Gonzalo se despidió del nuevo gobernador, y montó a caballo partiendo hacia Despeñaperros con algunos hombres de la guarnición, que fueron reemplazados por los que llevó D. Rodrigo; pero a los pobres Garci-Pérez y Farfan que tanto miedo tenían a las fantasmas y espectros, les tocó quedarse, lo que sintieron infinito; hubieran preferido cien batallas a estar en un sitio en que los esqueletos desaparecían.
Al día siguiente, estaban en un salón comentando los hechos y haciendo absurdas suposiciones; temblando de piés a cabeza, y temiendo al menor ruido que sentían ver aparecerse al esqueleto, cuando de pronto se abrió una pared, y se les presentó, no la visión, como ellos se habían figurado verla, sino una mujer hermosa y joven, que en la mayor desesperación les pedía socorros para un desgraciado que iba a morir!...
Empezaron a dar voces; acudió gran número de soldados, y entre ellos D. Rodrigo; éste, enterado de lo que ocurría, se dirigió a la joven, que lloraba amargamente; ella al oir su voz levantó la cabeza, y cuál sería el asombro de los circunstantes al verlos reconocerse y lanzarse el uno al otro gritando: -¡Padre del corazón! - ¡Hija querida!
III
Doña Elvira de Lara, que era la visión que tenía asustados a los soldados de la guarnición; la que cantaba por las noches al compás del salterio, y la que estaba en relaciones con los moros de la sierra Bermeja, era efectivamente hija de D. Rodrigo de Lara: del valiente veterano, del cristiano viejo, honra y prez de su linaje.
Habitando doña Elvira en su castillo en las cercanías de Jaén, había salido una tarde, acompañada de su dueña y dos escuderos, a gozar del ambiente puro y perfumado por las flores silvestres que decoraban en aquel fértil suelo de Andalucía las inmediaciones de su retiro; joven de veinte años, desconocía el amor y los pesares, y su alma cándida y pura de nadie desconfiaba ni temía; así es, que imprudentemente se alejó de su castillo cogiendo flores y persiguiendo mariposas, a pesar de las observaciones que la hacían su dueña y sus escuderos.
Harto pronto tuvo que arrepentirse de su imprudencia; una horda de moros cayó sobre ellos; hirieron y maltrataron a sus servidores y robaron a la pobre niña, que helada de espanto había caído sin conocimiento en los brazos de sus raptores.
D. Rodrigo de Lara, que había tenido la desgracia de perder todos sus hijos, unos muertos de enfermedad, otros en el estruendo de las batallas, no tenía más familia ni más afección que su hija Elvira, último vástago de sus perdidos amores; fácilmente se concibe su desesperación al tener noticia de que los moros se la habían robado; averiguó que los raptores eran súbditos del walí de Málaga; reunió su gente, y haciendo heroicidades que parecían imposibles a sus años, taló campos, quemó villas y apresó varios jefes de aquel walí; entonces entró en negociaciones con él, ofreciéndole ponerlos en libertad si le devolvían su hija; pero a los ocho días le juró el walí por Alá y por su Profeta y por su fé de caballero, que su hija no estaba en sus dominios, que sería fácil que estuviese en los del rey de Granada.
Se dirigió a Ismael, y éste, después de hacer cuantas pesquisas estuvieron a su alcance, le afirmó que a sus dominios no habían llevado a su hija, que tal vez la hubiesen conducido a Africa.
D. Rodrigo lloró perdida a su hija; muerta, mancillada en poder de los árabes; maldijo su avanzada edad, y hasta llegó a soñar con una expedición contra Africa para recuperarla. ¡Cuál sería su gozo! ¡Qué singular emoción experimentaría el corazón del noble anciano, del cariñoso padre, al encontrar su hija en la visión de Estepona!
La estrechaba contra su corazón; la besaba con delirio, y mil preguntas salían de sus labios; pero no bastaba aquella alegría para calmar la angustia y la ansiedad de Elvira; un hombre espiraba en los subterráneos secretos del castillo, y este hombre era dueño de su corazón; la vida de aquel hombre era su vida.
Comprendiendo el anciano su ansiedad; temiendo por la honra de su hija, y no explicándose aquellos misterios, dió oidos antes que todo a la caridad, y dispuso que se le prodigaran todos los auxilios que la situación del moribundo exigía: entró por la abertura del muro con Elvira, y después de pasar varias puertas, que giraban en muros y pavimentos, guiado por su hija llegó a un salón subterráneo, donde sobre unos cojines orientales, alumbrado por una lámpara, se veía a un gallardo mancebo de tez morena, de rasgados ojos grandes y negros como el azabache, aunque empañados y vidriosos; su respiración era violenta y fatigosa; aquel infeliz, herido en el pecho, estaba más cerca de la muerte que de la vida.
D. Rodrigo hizo venir doctores; puso todo su conato en salvar a aquel hombre, aunque en su mente abrigaba la idea de vengarse de él, si le salvaba, como hubiese mancillado la honra de su hija; era un moro; la hija de un cristiano viejo no podía ser la esposa de un infiel; fácil es de imaginar y difícil de describir la lucha que sostendría el corazón del anciano padre.
Felizmente, los auxilios y asistencia de doctores llegaron a tiempo; a los ocho días hubo esperanzas de salvarle, y a los quince se notaba una mejoría consoladora. Con asombro de todos pidió el agua del bautismo, y fué bautizado.
Ya más tranquila Elvira por la vida de su amado, y comprendiendo la ansiedad de su padre, en un momento en que el enfermo reposaba tranquilo le llevó a un apartado aposento, y sentándose a su lado, le habló de esta manera.
IV
-¡Mi amado padre! ¡Comprendo las dudas, los temores que atormentan su corazón, y voy a desvanecerlos, haciéndole un fiel relato de mi vida, en los seis años que hace que no tengo el consuelo de estrecharos contra mi pecho; empiezo por deciros que soy Elvira de Lara, y que puedo levantar mi frente pura y sin que la cubra el carmín de la vergüenza; que soy digna hija vuestra, digna de mi nombre y de mi raza!
El anciano llorando de gozo abrazó con efusión a su hija, y ella continuó:
-Cuando las tropas del walí de Málaga, acaudilladas por el feroz Abindarraj, invadieron el reino de Jaén, el mismo caudillo fué el que me robó y me trajo a este castillo.
No podré referiros lo que sufrí: los esfuerzos, los rendimientos, los halagos, las amenazas, las súplicas, todos los medios que empleó el tirano para vencer mi virtud: ¡yo que había jurado morir primero que mancillar vuestro nombre!
Abindarraj me sepultó en estos subterráneos, y cuando sola aquí pedía a Dios que pusiera fin a mi existencia, ví que se movía una parte del muro; se abrió una puerta secreta, y se presentó en ella Alhamar; ese herido que hemos arrancado de las garras de la muerte; yo me aterré porque sabía que era sobrino del tirano, y él con humildad y cortesía, me habló de este modo:
“Hermosa sultana: Dios sólo es grande. ¡No lloréis, que aunque no soy nazareno, soy capaz de serlo todo por evitaros ese llanto: oidme con atención, para que veáis hasta que punto podéis confiar en mí!Hay dos razones, para que yo sea vuestro escudo contra el feroz Abindarraj; la primera, ¡es una historia horrible! Sabed que yo soy hijo de Abem-Say-Hamet, hermano de ese traidor; las discordias civiles hicieron que mi padre combatiese en favor de Nasar-Abul-Giux, rey de Granada, y mi tío se decidió por Ismael-Ben-Ferag; divididos por la guerra, el amor fraternal desapareció entre ellos, y mi padre tuvo la desgracia de caer prisionero en poder de su hermano, que lo condujo a este castillo; muchos le vieron entrar, más nadie le ha visto salir; nadie sabe si ha muerto, ni dónde se halla. Así que supe que mi padre había caído en sus manos, me presenté a él, le pregunté, y me dijo por toda respuesta… Estaba escrito.
En vano he intentado que me diga más; y persuadido de que tengo que vengar en mi tío la muerte de mi padre, me propongo contrariarle en todo, y he aquí la primera razón para que me declare vuestro escudo contra su tiranía.La segunda razón, hermosa nazarena, es que el grande Alá coloca en las imaginaciones, y en el corazón la idea y el sentimiento que produce ese dulce atractivo que impele a una persona hacia otra; esa grata impresión de la primera vista a la que llamamos simpatía, por la cual desde que os he visto, no pienso más que en vos”.
Turbada al oir sus palabras quise retirarme; pero él, con ademán cortés y comedido, me detuvo diciendo:
“Sultana, no os vayáis, porque mis palabras no os ofenden; sé que el amor no puede sustentarse entre nosotros, porque nos separan nuestra ley y nuestras costumbres; por eso me contento con defenderos y ayudaros contra la violencia de mi tío, y seré el más dichoso de los hombres si algún día merezco vuestra amistad.”
Yo no supe que contestarle; él me hizo una respetuosa cortesía, y volvió a salir por dónde había entrado.
Desde aquel día, valiéndose de mil artificios, desbarataba todos los proyectos que su tío formaba sobre mí. Mas una tarde… ¡Oh que hora tan terrible ¡Yo dormía tranquila, cuando me despertó un ruido estraño; abrí los ojos sobresaltada, y vi dos hombres que, abrazados, luchaban de una manera feroz: sus manos y rostros estaban teñidos en sangre; caían, se levantaban, rugían como fieras, su respiración era fatigosa y jadeante: yo los miraba estática, y sin proferir una palabra, mi corazón latía con violencia, cuando resonó un grito, y un hombre cayó al suelo con un puñal clavado en el pecho. Aquel hombre era el feroz Abindarraj y Alhamar fué su matador.
Había querido aprovecharse de mi sueño para ejercer su violencia, y el sobrino, que velaba por mí, le salió al paso; el tirano, viendo frustrado su designio, se lanzó sobre Alhamar con puñal en mano, y en aquella terrible lucha desperté.
Abindarraj en su agonía maldijo a su sobrino, y se jactó de haber emparedado a su hermano, sirviéndole de venganza aquel alarde de inaudita ferocidad.
Aquella noche dejaron los moros el castillo a los españoles, y Alhamar, no queriendo salir de aquí sin hallar el cadáver de su padre, me ocultó en una galería secreta que él sólo conocía, y él también se escondió donde no pudieron hallarle; los secuaces de Abindarraj antes de salir del castillo, hallaron su cadáver, y después de haber jurado darle venganza, le enterraron a la usanza árabe, y salieron. Alhamar supo que los amigos de su tío querían matarnos para vengar su muerte, y aquí hemos vivido mucho tiempo, saliendo él disfrazado de fantasma a buscar medio de subsistencia, y buscando en todos los subterráneos el sitio en que estaba emparedado su padre, y el cual descubrió el anterior gobernador derribando una pared para encontrar el sitio por donde había yo desaparecido.
-Luego el esqueleto a que hemos dado sepultura…
-Era el desagraciado Aben-Say-Hamet, su hijo ha reconocido las babuchas y los restos de su túnica.
-Y en el tiempo que estuviste aquí, ¿cómo no te diste a conocer a los cristianos para evitarte esta prisión?
-Alhamar temía que entre los cristianos le olvidase, y yo debía corresponder a su celo por mi defensa; él me ama con delirio, como os lo prueba haber recibido ayer el agua del bautismo; hoy tiene una sola esperanza, y es… El temor no la dejó proseguir.
-¿Cuál? repuso D. Rodrigo con ansiedad.
-Que vos consintáis en que sea su esposa.
-¡Luego tú le amas!
-Señor él ha salvado y respetado mi honor; él ha defendido mi vida; él me ha sacrificado su religión, su patria y sus creencias; él se ha hecho dueño de mi corazón.
V
Tres meses después estalló un tumulto en la guarnición del castillo de Estepona; los soldados furiosos pedían la vida del moro que habitaba en el subterráneo. La causa era que los moros habían cercado a Estepona, y que, cogido uno por los soldados, había declarado que venían a atacar el castillo, contando con que dentro había persona que les facilitaría una entrada oculta; así es que aquellos hombres furiosos pedían con terribles voces la vida de Alhamar.
Este, ya restablecido, se les presentó en traje de guerrero cristiano, y les dijo:
-Aquí no hay moro ninguno, soy cristiano como vosotros. Y levantando una losa les mostró una bajada subterránea, continuando:
-Esta es la entrada misteriosa que sale al foso del castillo; una piedra del muro que gira por medio de un resorte que sólo yo conozco, podría dar entrada a vuestros enemigos; pero yo, en vez de abrirla, os revelo el secreto y voy a batirme con vosotros, contra los que fueron mis hermanos.
Esa gente que acampa en Sierra Bermeja fué mandada en otro tiempo por mi padre; después le emparedaron, por orden de Abindarraj mi tío. Yo vengué a mi padre, defendiendo el honor de Elvira; esa gente nos ha buscado después a elle y a mí para asesinarnos. ¡Avergonzado de pertenecer a esa raza sanguinaria y cruel, reniego de ella! He renegado de sus creencias y he abrazado la religión de Jesucristo.
D. Rodrigo y Elvira afirmaron ser verdad cuanto decían; los moros atacaron el castillo, y Alhamar se batió contra ellos haciendo prodigios de valor; los árabes huyeron derrotados y los soldados entusiasmados trajeron en triunfo al héroe.
Un mes después Alhamar, con el nombre de don Juan, se desposó con Elvira en la capilla del castillo.